Capítulo 8 - "Luke"

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-¿Vas a volver a hacerme un monólogo sobre ti? –Sonrió con sus blancos dientes, haciendo que se marcasen sus suaves hoyuelos y yo negué.

-Ya no me gustan los monólogos. –Recordé aquella tarde en mi casa cuando aún a penas nos conocíamos.–Pero sigo poniendo los ojos en blanco con asiduidad. –Afirmé observando por la ventanilla como estábamos entrando poco a poco dentro de la ciudad que me había visto crecer. Bajé la ventanilla para que el olor a cebada procedente de la fábrica de cerveza que acabábamos de pasar se colase por mis orificios nasales, desde pequeña me había gustado sentir aquel aroma al volver de las vacaciones de verano. La única diferencia era que ahora ya no era pequeña, y que no volvía de unas vacaciones de verano.

-¿En qué piensas? –Preguntó mirándome de reojo cuando saqué una de mis manos para sentir el aire contra mi piel.

-En nada. –Contesté, pero una tormenta de palabras se había formado en mi mente: en ti, en mí, en nosotros, en todos los momentos que compartimos en estas calles, en mi madre, en tu padre, en el mío, en como narices he acabado así. Pero decidí acallar aquel barullo y guardármelo para mí misma. Él asintió y continúo conduciendo.

-Voy a pasar por casa antes de ir al hospital. –Afirmó. -¿Quieres que te lleve a la tuya? –Preguntó mirándome de medio lado para no apartar su vista por completo de la carretera. Yo negué.

-No, iré contigo al hospital y luego podemos ir a cenar a mi casa. –Comenté sacando el móvil, el cual tan solo tenía un diez por ciento de batería, para mandar un mensaje a mi madre anunciándole que estaba de vuelta en la ciudad.

[…]

Entré en la habitación de Luke seguida por él a la vez que dejaba caer mi chaqueta sobre su cama, aquel pequeño espacio había cambiado mucho desde la última vez que estuve allí. Sus paredes ahora eran blancas, y estaban recubiertas de fotos de diferentes ciudades, las cuales intuía que jamás había visitado. Su cama infantil había sido sustituida por una más grande, y aquel edredón que solía conjuntar con las paredes, era ahora una funda nórdica gris y negra.

-Voy a darme una ducha y a cambiarme. –Comentó rebuscando dentro de su armario semivacío. –Puedes hacer lo mismo en el baño de abajo si quieres. 

-¿No me vas a invitar a ducharme contigo? –Elevé una ceja dejándome caer sobre la cama y fijé mi vista en su espalda. Él se dio la vuelta lentamente y elevo una ceja.

-¿Todavía tienes las ganas retenidas de la otra noche? –Negó con la cabeza sonriendo. No había sonreído en todo el viaje.

-Estoy perfectamente. –Me acomodé. –Dúchate y vámonos. –Deje de mirarlo para centrarme en la pantalla de mi móvil y evitar que notase que mi corazón se había acelerado con el mero pensamiento de nosotros en la ducha de su cuarto.

[…]

Ambos entramos por las puertas automáticas del hospital municipal de Norwich, nuestras manos no estaban enlazadas, pero mi cerebro  no quería aceptar aquello. Las paredes blancas, al igual que las baldosas del suelo, provocaron en mí aquella sensación de vacío que tanto odiaba. Los hospitales, aunque fuese irónico, ya que siempre había querido ser médica: me parecían la cuna de la muerte.

~Now I know [The moment I knew II - Luke Hemmings]Where stories live. Discover now