06.

5.1K 529 654
                                    

Jean no quiso desayunar antes de irse. Sólo se preparó mientras yo estaba en el baño y salió, avisando que se iría porque su compañero lo había llamado desesperado diciendo que no podía entrar al apartamento y él tenía sus llaves. No pude siquiera despedirme, pero al momento de salir del baño e ir a la cocina me encontré con un papel escrito, en donde me había anotado su Instagram y su número de celular. Lo tomé entre mis manos y lo observé atónita, pero no dudé en buscarlo y agendarlo.

Ahora estoy en mi cama sentada viendo sus historias destacadas, mientras como papas fritas. Sus publicaciones llegan a los cien me gustas, lo cual provocó cierta satisfacción en mi, tan solo de que yo lo superaba en números. Pero sus historias, solo era de él bebiendo y de fiesta. En muchas estaba con Ymir, Connie y Eren, al igual que con muchas otras personas las cuales no conozco. Suspiré con pesadez, observando como se cambiaban por si solas. Algunas con música, y otras solo con el ruido ambiental que ya traía.

Dejé mi móvil sobre mi regazo y observé a mí costado. Mi cama es un asco. Dos bolsas de papas fritas, latas de coca cola, chocolates, caramelos, y hasta un plato que anteriormente tenía fideos. Todo vacío, y lo comí tan solo en un abrir y cerrar de ojos. Mamá nuevamente tenía razón, mi alimentación es una mierda. Usualmente como toneladas hasta sentirme adolorida, para luego solo vivir a agua por una semana, culpable de lo que anteriormente hice. Como si fuese, no lo sé, un crimen.

Oí la puerta de la entrada sonar, unos tres golpes.

—¡Bria, ¿Estás? Soy Sasha! —oí que gritó desde afuera. Reí debilitarme al momento que habló. Le dije que dejara de hacer eso, los vecinos se molestan conmigo, pero pareciera siempre olvidarse.

—¡Voy! —junté como pude todos aquellos envoltorios, sosteniéndolos entre mis brazos mientras tenía una papa entre mis labios. Me dirigí a un cesto de basura que tengo en mi habitación y eché todo allí. Sería vergonzoso si los demás llegarán a enterarse de toda ésta mierda. Tragué lo que me quedaba y sacudí mi cama, para luego colocarme mis pantuflas e ir a atender. Tomé una bocada de aire y apoyé mi mano sobre la perilla, así abriéndola, y encontrándome junto con Sasha y Niccolo—. ¡¿Q—que hacen aquí?! —exclamé mientras mi rostro se teñía de rosado, con vergüenza—. No puedes venir con tu novio sin avisar Sasha, no me bañé siquiera.

—Oh, lo siento —dijo mi amiga sonriéndome y apoyando su mano sobre mi hombro, para luego adentrarse a mi apartamento junto con el muchacho. Él se quedó allí parado, tímido. Mientras ella fue directamente a mi refrigerador—. Salimos a comer fuera pero luego recordamos que es domingo, así que todo está cerrado. ¿Pedimos pizza?

—Lo siento, acabo de comer —dije cerrando la puerta. Ella tomó algo de mi refrigerador y se levantó, mirándome confundida con aquel tarro de ensalada en sus manos—. Pero son las once de la mañana, apenas.

Iba a decir algo, refutándola, pero en eso volví a oír sonar mi puerta. Fruncí el ceño confundida y ambos voltearon. Al abrirla, ésta vez me encontré con Mikasa y Eren. Ella me saludó con su mano, mientras el muchacho a su lado me sonrió débilmente encogiéndose de hombros.

—¿Podemos pasar? —la azabache dijo—. Con Eren quisimos salir a comer pero ya todo está cerrado.

Sin más se adentraron a mi apartamento, corriéndome de la entrada. Se sorprendieron al encontrarse con los demás dentro, así que comenzaron a saludarse entre todos, al igual que como Niccolo y Eren se presentaron por primera vez. Mikasa se sentó en una de las sillas junto con su pareja, y el rubio hizo lo mismo.

—¿Pedimos pizza? —el oji verde sacó su móvil, como ya buscando aquello que mencionó. Sólo me limité a observar algo aturdida la repentina situación. Si, estaba acostumbrada a que Mikasa y Sasha vinieran a casa de repente, pero ahora al hacerlo con sus novios la habitación se vuelve diminuta al instante—. Bria, ¿No te molesta si sacó ésto? —Eren dejó su móvil sobre la mesa y volteó, sacando de el respaldo de su silla una prenda de ropa, y al instante pasé saliva al ver que se trataba del suéter que Jean traía anoche—. Oh, es igual a uno que yo tengo, esper —lo observó entre sus manos, detenidamente, e hizo hincapié en un agujero que tenía en la manga—. Ésto es mío, ¿Me lo robaste?

hurt me | jean kirschteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora