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Caín.

Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.

Proverbios 25:28

ºº

Para evitar que mi cabeza siga palpitando con insistencia y la migraña me domine tomo un gran sorbo de café negro. Sin azúcar y con un par de gotas de whisky, tal y como me enseñó Fort. Estúpida resaca, estúpida botella de vodka. Me reclino sobre mi asiento y observo el papeleo sobre mi escritorio. Mi asistente, Abigail, deja cada mañana toda la correspondencia o documentos que debo firmar durante el transcurso del día, pero hay tres cosas que llaman mi atención sobre la infinidad de archivos.

La primera, el titular de una revista local. '¿Será Caín Hale, hijo del Almirante Hale futuro a retirarse, capaz de tomar las riendas de semejante mandato? Te contamos todo sobre él y su exorbitante vida.' No me es necesario revisar la noticia para saber que hablan sobre mis fotografías saliendo de clubes con mujeres diferentes o de cómo mi Fort ha dejado un puesto vacío que hace indigno a cualquiera que quiera obtenerlo. Solo ha pasado un día desde el anuncio y ya se andan con estos cuentitos. Puras mierdas.

Dejo el café sobre la madera del escritorio y tomo la revista, dejándola caer dentro de un cesto de basura que se encuentra a mi izquierda. Vuelvo mi vista a la segunda cosa que tienta con ponerme los nervios de punta e inconscientemente mis dedos rozan un lugar específico de la hoja.

Inscripciones para prácticas como SubAlmirante 2021, anuncia en grandes letras el formulario. Siete son los nombres de los capitanes que se han inscripto desde ayer para someterse a las pruebas, pero uno es el que no me permite continuar con mis órdenes.

Edén Sánchez, es el nombre que ocupa el primer lugar. Junto a este su número de matrícula y la tropa que tiene a cargo. Su letra se ve tan delicada como ridícula y el hecho de que no pueda quitar mi vista de allí me hace sentir un completo imbécil.

¿Qué mierda le pasa a esa mujer?

Primero se acobarda ante nuestro inconcluso encuentro sexual, usando como excusa de que fue un error, y luego vuelve a acercarse a mí con ojos de depredador. Cual hiena contemplando a su próxima presa. Va y viene, y eso me está comenzando a colmar la paciencia. Me tiene jodidamente loco.

Ante la frustración causada por sus jueguitos y el ser consciente de cómo su cercanía me arrebata cualquier pensamiento racional, decidí empinarme una botella de vodka como somnífero. Para mi desgracia, el alcohol me llevó a una noche de insomnio incontrolable y un sofoco de pensamientos. Entre recuerdos que tocan una fibra en mí que prefiero evitar y situaciones vividas el último tiempo he llegado a la conclusión de que esto es un juego de matar o morir, y no pienso salir perdiendo nuevamente.

Las personas pueden vestir ropas caras o tener puestos importantes, pero todos somos una mierda y de eso nadie se salva. La gente se levanta cada día de su miserable vida para recordarse frente al espejo que son buenas personas y que eso les garantiza la vida eterna en el paraíso, cuando todos sabemos que las personas que tienen el poder son las más hijas de putas; Y si no me creen, mírenme a mí. Nadie puede negarlo, dentro nuestro existe una pequeña llama de fuego que crece cada vez más y nos alienta a ponernos sobre todo, sin importarnos a quien debamos pisar en el camino.

Tienes dos opciones, apagarla y convertirte en quien trabaja para un mierda, o ser el mierda para el que todos trabajan. Yo elegí dejar de luchar contra los demonios para que la llama me consumiera, convirtiéndome en lo que todos temen, los criminales aborrecen y las mujeres desean.

Aunque si decides apaciguar la llama y optar por una vida de sumisión, no te conviertes en menos mierda que los demás. Probablemente lleves una vida llena de vicios o no dejes de lamentarte cuando ves a quienes arden en un infierno de placeres y despreocupación, dejando que dentro de ti se enciendan otros tipos de llamas y te quemes en un averno personal. Pero cada quien hace lo que quiera, ¿no?

Arder | Versión en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora