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Había un lugar secreto a solo cinco minutos a pie del Bosque Prohibido. Era tu lugar. Decorado con flores de acónito que cultivó en Herbología, le dio el espacio para florecer en la extensión de tierra fértil. Habían crecido en círculo, casi a la perfección, como si fuera una señal de que el mal no podía tocar este lugar.
Era un lugar donde podías estar solo, escuchando a los pájaros cantar sus canciones, la paz que te calmaba cada vez que tenías un mal día. Pero esa caminata de cinco minutos hasta el lugar fue estresante por decir lo menos.
Primero que nada fue el miedo a ser atrapada por un maestro. A todos los estudiantes se les prohibió ingresar al bosque sin permiso y supervisión expresos, e incluso entonces estaba mal visto llevar a los estudiantes a una clase.
En segundo lugar, a pesar de ser solo una caminata fácil de cinco minutos por un camino excavado por raíces gigantes, era fácil perderse. Esos cinco minutos podrían fácilmente convertirse en media hora, sin importar lo familiarizado que se haya familiarizado con la ruta. El bosque mismo se movía a veces; un laberinto de cambios lentos diseñado para atrapar a la gente.
Por último, y lo que más temías, era el silencio. Llegaste a tu círculo de flores buscándolo, pero el silencio absoluto siempre te había aterrorizado. Si descubría que se había vuelto inquietantemente silencioso en su camino hacia o desde su lugar, la mayoría de las veces eso significaba que una bestia estaba al acecho, habiendo asustado a los pájaros, su dulce canción desaparecida.
Hasta ahora no te había atacado nada, por lo que no te disuadiste por completo de visitar tu casa todos los días. Pero algunos días el mal se sentía tan cerca que jurabas que podías sentir su aliento en tu cuello. Por esta razón nunca habías viajado al círculo de flores durante la noche, donde tus sentidos estaban en desventaja y los monstruos deambulaban libremente. Tuviste el sentido común de no aventurarte en un bosque mortal una vez que se puso el sol.
Esta noche te faltaba sentido común.
Tu profesor de pociones te había fallado por un solo error, lo que significaba que tendrías que quedarte en Hogwarts durante las vacaciones de verano para compensar las notas perdidas. La nostalgia ya te estaba volviendo loca; la idea de estar lejos de tu familia por más tiempo te había destrozado.
Después de pasar noches sin dormir estudiando, tratando de ser la mejor estudiante, de enorgullecer a su familia, había descubierto que todo había sido en vano.
Tal vez fue infantil correr llorando en medio de la noche hacia un bosque prohibido. Tal vez tuviste un deseo de muerte que realmente no querías que se cumpliera. No estabas pensando en las consecuencias de tu imprudencia, solo en el dulce aroma de esas flores púrpuras, sus tallos tan largos y elegantes que bloqueaban el resto del mundo. Querías huir de la realidad a tu pacífica dimensión de bolsillo, donde no había nada que te hiciera daño.
