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Shall I stay? Would it be a sin?

If I can't help...

falling in love with you

CAPITULO 2

Keira

Camino por los pasillos del hospital con mi mochila colgada en mi hombro. 

Asisto a terapia hace un año, cuando Maggie murió caí en una fuerte depresión, la ansiedad no me dejaba vivir ni dormir bien, por eso mis papás decidieron que iba a ser bueno, pero yo aún creo lo contrario. Podrán preguntarse ¿Por qué estaría yo mal cuando pasaron ya 2 años y mis papás, al contrario, están muy bien?

Pues la razón es esta, Maggie murió el 4 de Julio, dos días antes de mi cumpleaños número 15, nunca lo celebre, ni lo celebraré. Saltando eso, yo siempre cuidaba de Maggie porque mis papás iban a trabajar y contratar una niñera era peligroso; por eso me ofrecí a cuidarla, prácticamente yo la crié. Y por eso forje un lazo muy fuerte con ella y cuando murió mi mundo se vino abajo. Todos los días recordaba cuando le leía, le daba de comer o jugaba con ella.

Volviendo al presente, toco la puerta del consultorio de mi psicóloga

-Buenas tardes Keira, que bueno volver a verte – me saluda la doctora McEvan cuando entro a su consultorio.

-Igualmente ¿Cómo esta? – pregunto sentándome en el sillón frente a ella y dejando mi mochila en el suelo.

-Creo que yo debería preguntar eso, pero estoy bien – dice sonriendo - ¿Cómo estas tú?

-Bien, supongo – digo tomando asiento frente a ella.

-Eso es bueno, vas mejorando mucho. Me alegra eso – anota algo en su libreta - ¿Cómo están tus padres?

-Bien,  trabajando como siempre – vuelvo a hablar deseando que acabe pronto, sabiendo que acabo de llegar.

(***)

Y así continua la sesión, con cientos de preguntas ¿Cómo van los ataques de ansiedad? ¿Cuántas veces te dan al día? ¿Has comido bien? ¿Cómo te va en el instituto? ¿Has mejorado tus calificaciones o han bajado? ¿Has hecho amigos o has hablado con alguien además de tu mejor amiga?...

Terminado el bombardeo de preguntas, la dra. McEwan se levanta de su asiento acomodándose el vestido

-Necesito ir a recoger tu archivo, espérame un momento por favor – pide. Yo solo asiento con la cabeza mirando como desparece por la puerta del consultorio - ¿Trajiste lo que te pedí la sesión pasada?

-Si, lo tengo en mi mochila

-Genial, ¿te parece tocar cuando regrese?, puedes ir calentando si gustas – me dice antes de salir por la puerta sin darme opción a responder.

Ella me pidió traer mi ukelele la sesión pasada, se entero por mi mamá que tocaba el ukelele desde pequeña, la verdad es que casi no estoy tocando a pesar de que me hace bien.

Cuando tenía 6 años veía unos dibujos animados en donde uno de los personajes siempre tenia una guitarra consigo, desde ahí me obsesione con los instrumentos de cuerda, quería a toda costa que me compraran una guitarra. Unos meses después mi papá me compro una para que dejara de fastidiarlo, pero como era de esperarse, la guitarra era muy grande para mí.

Me pasaba las tardes llorando y pataleando porque no podía tocar como lo hacia el de la televisión, mi abuelo se dio cuenta que no iba a poder tocar hasta que creciera, así que me compro una "mini guitarra" o así lo llamo, en realidad era... o bueno es un ukelele.

Supongo que quede tan fascinada de ver el ukelele que empecé a rogarle a mi papá me que inscribiera en clases para aprender a tocas, el accedió sorprendentemente. En menos de 2 años, ya tocaba a la perfección, aprendí muchas canciones que ahora no recuerdo.

Volviendo a la realidad, la psicóloga me pidió que lo trajera, quería oir como tocaba, dijo que podría ser un buen método de terapia, no me negué porque no tenia ganas de pelear con nadie, en especial mi mamá, ya que la doctora le iba a ir con el chisme y mi querida madre me haría un problema.

Saco el ukelele de la mochila detallando todo, paso los dedos por las cuerdas dejando que suelte un pequeño sonido que en realidad sonó muy feo, hago una mueca antes de empezar a ajustar las clavijas y afinarlas. Cuando por fin los sonidos emitidos del instrumento empiezan a sonar mejor, me posiciono para empezar a tocar. Respiro hondo y suelto todo el aire en mis pulmones, rogando por recordar alguna canción.

Me dejo llevar por todas las sensaciones que sentí al tocar nuevamente, sentí que todo a mi alrededor desaparecía y solo quedaba yo, sin personas que me juzguen o hablen a mis espaldas. Continúe recorriendo las cuerdas con mis dedos y tarareando la letra de la canción.

-...falling in love with you – terminé. Por alguna razón no aguante las ganas de cantar la última frase, talvez la razón es porque me gusta esa canción, no lo sé. Sorprendentemente sonreí, y lo hice sinceramente.

Hice a un lado todo para poder levantarme por algo de comer, la doctora McEwan tarda demasiado en volver, quizá también se fue por algo de comer o se escapo para librarse de mí, que puedo decir, soy un dolor de cabeza en todo su esplendor.

Me gire hacia la puerta con la intención de irme, pero me detuve rápidamente. Mi cuerpo se estremeció y quede paralizada por algunos segundos.

Un par de ojos grises con un tono verdoso y azul me miran fijamente desde la puerta, posé mis ojos en los suyos y él en los míos. Por tan extraño que suene, sentí que me evaluaba solo con la mirada. 

Al parecer estábamos en una especia de guerra de miradas y no estaba dispuesta a perder. Quedamos unos segundos más así, fruncí el ceño dando a entender que quería que hablara o que desviara la mirada primero, pero él solo me dio una sonrisa de medio lado antes de girarse y perderse en el pasillo del hospital.

¿Qué coño acaba de suceder?

Cuando mi cuerpo recuperó la movilidad, caminé hasta la puerta, pero solo pude detallar como la espalda del desconocido se perdía entre las tantas personas que caminaban por ahí.

 Ahora la famosa pregunta es ¿Quién era? ¿Me habrá escuchado tocar? 

Pues supongo que esas preguntas quedaran en mi cabeza sin ninguna respuesta.

Un Invierno Sin Fin ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora