Un día puede cambiar tu vida en un instante, una sola cosa puede poner tu mundo de cabeza. Eso le paso Hinata Shoyo, un día cambio su vida completamente, dejándolo destrozado por dentro.
El equipo del Karasuno se da cuenta de que hay algo diferente...
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Sus ojos se abrieron de golpe, a la vez que sentía un escalofrío recorrer desde la punta de sus pies hasta el último cabello de su cabeza.
Su respiración era rápida y entre cortada, logrando de que su pecho empezara a doler por la mala circulación de aire en sus pulmones.
Procuro relajarse, sentándose con sus rodillas en su pecho y sus manos cubriendo sus ojos le ardían tanto que solo los cerraba rogando que se relajaran pronto, ya no lloraba desde hace varios días y así prefería mantenerse.
Cuando al fin tuvo control de su cuerpo y su sistema se relajó, salió de la cálida cama para lentamente bajar por las escaleras y empezar a preparar un desayuno a su hermana y un café para el.
Era bastante temprano, todavía el sol no salía por completo y eso ya le daba una idea de que hora era. Se rehusaba a usar su teléfono por eso había agarrado la costumbre de no tomarlo hasta que fuera estrictamente necesario.
Cuando ya estuvo todo listo y era una hora razonable para que una pequeña de 8 años se levantará subió nuevamente las escaleras ignorando como si no existieran la mesita y la puerta.
— Natsu — Movió lentamente las sabanas de color blanco, tratando que su voz no sonara tan monótona como lo venía siendo estos días.
— 5 minutos más — Se volteo para un lado tapándose nuevamente hasta las orejas.
— Vamos, ya te prepare el desayuno — Volvió a destaparla.
— Ahhh ya voy — Se rindió siendo tentada por la comida.
— Te espero abajo, lávate la cara entes de ir — Sin decir más cerro la puerta para darle privacidad.
Soltó un suspiro <<¿Qué más tenía que hacer?>> Se preguntó mentalmente.
No es como si tuviera muchas cosas que hacer, tenía que hacer los deberes de la escuela, los de la casa, ayudar a Natsu con los de su escuela, firmar todos los dichosos papeles que necesitaba revisar, ¿se le estaba olvidando algo?
Si así era pues ahora no lo recordaba.
Solo podía pedirle a todos los dioses habidos y por haber, que eso no sea de vital importancia.
Tenía que ir en estos días a recoger el dinero que le mandaba Hiroshi las primeras semanas del mes.
¿Cuándo había pasado tanto tiempo? ya estaba por ser dos meses y medió, que para todo lo que había pasado se sentía relativamente poco.
