Capítulo 42: Decisiones imposibles

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Caminando de puntitas hacia la sala de estar, rezo para que mamá no me escuche entrar a hurtadillas. Le envié un mensaje de texto antes de escaparme del instituto, para hacerle saber que iba a estar estudiando con Stormy.

Una parte de mí se siente mal por mentirle, la otra mitad lo sabe mejor: es eso, o dejarla entrar en mi mundo roto y desordenado, donde papá solía hablarme pero ahora no. Donde me he visto obligada a darme cuenta de que voy a tener que dejar de ver a River si quiero volver a tener nuestras conversaciones en mi cabeza.

Odio todo lo que acabo de decir. Pero no tengo elección. No puedo vivir sin su voz: la mera idea de pasar el resto de mis días sin mi padre, es suficiente para cortarme la respiración.

Detener lo inevitable ya no es una opción. Tendré que despedirme de mi novio este fin de semana. El tiempo se acaba, y el dolor en mi pecho por la ausencia de papá es literalmente insoportable.

No he podido dormir: me despierto en la mitad de la noche gritando sin sentido, y mi madre ya no se cree el cuento de las pesadillas.

Dejar que mi torbellino me lleve nunca me pareció más tentador, sin embargo, me obligo a permanecer en el ahora: a decidir de una vez por todas.

Estoy enjaulada en estos huesos que no dejan de dolerme, no tengo escapatoria, y me siento sola con mi secreto que es ahora mi condena. Cada terminación nerviosa es consciente de mi inminente elección, cosa que dispara mi ansiedad hasta el techo.

Y mi madre no me lo está haciendo nada fácil. Su constante preocupación la lleva a hacerme miles de preguntas las cuales no puedo responder. ¿Cómo le dices a tu mamá que crees que has ido demasiado lejos? ¿Cómo le confiesas que estás aterrada de la oscuridad que tienes dentro, la que se acumula día a día, y te asfixia por las noches? ¿Cómo le explicas que te está comiendo por dentro, órgano a órgano, hasta que casi eres un cadáver vacío?

Huesos contra el cemento, moviéndose más allá de la multitud de transeúntes, vistiendo meros recuerdos raudos de una vida que debería tener sentido, pero que ya no la tiene.

Simple. No le dices nada porque pensaría que te estás inventando toda esa mierda.

Casi llego a la escalera cuando su voz me encuentra.

—Hola, cariño. ¿Cómo te fue estudiando con Stormy?

Me vuelvo hacia ella con mi mejor máscara de "está todo bien y no hay necesidad de preocuparse", con la esperanza puesta en que no se me resbale, y se haga añicos frente a sus suaves pantuflas rosa pálido.

—Avanzamos mucho, ma. Creo que estaremos listas para los exámenes en poco tiempo.

Parece complacida con mi respuesta, lo que me rompe el corazón. Me excuso de la cena, fingiendo un dolor de cabeza. Tengo que estar sola o voy a empezar a gritar.

Clover sigue mis pasos, y una vez cerrada mi puerta, el dormitorio me da vueltas. Me quito a patadas las botas, dejándome caer en la cama, con la mirada fija en el techo a dos aguas, hasta que mis ojos se vuelven llorosos y todo se torna borroso. Los cierro, y lucho para nivelar mi respiración, cuento hacia atrás los pasos que di desde la entrada hasta mi habitación.

Hace ciento cuarenta y dos pasos, estaba en los brazos de River. Su rostro era una constelación, y luego su voz ronca me trajo esas seis palabras: "Alba, me estoy enamorando de ti."

Sucedió como en una película, todo a mi alrededor cobró vida y color, y quise que ese momento y la noche a su lado duraran para siempre. Me quedé allí, con ocho palabras que decirle atoradas en mi garganta. Pero ¿de qué serviría eso? Sostuve su mirada, acumulando su calidez... Si tan solo pudiera mantenerlo a mi lado, cambiar este capítulo siniestro de nuestra historia.

Quise ser valiente por y para él, de verdad que sí. Pero soy un desastre con patas, una idiota y una loca. Entonces, me besó y se fue sin un segundo de sobra.

Ahora estoy totalmente sola. La brisa que se cuela por mi ventana huele a grava y a cosas que no estoy diciendo.

Clover salta a la cama y apoya su cabeza en mi pierna. Pongo mi mano sobre su suave pelaje, acariciándola como a ella le gusta. Mis dedos encajan perfectamente alrededor de su hocico: de todas las cosas que están cambiando a mi alrededor, ella es mi única constante. La conexión que tengo con mi perra sigue aquí, al igual que el hecho de que partes de mí encajan con partes de ella.

Mi celular vibra, miro la pantalla y me da un vuelco el corazón. Es River. Quiere saber si me gustaría pasear un poco más mañana. En menos de un segundo le contesto que sí.

River, con su mirada azul infinita y sus besos apasionados.

River, con brazos fuertes que supieron arrancarme del lago que quería ahogarme.

River, con sus rulos azabache y un mundo bajo la luz de su sonrisa torcida.

Tirito sentada en mi cama, hace frío afuera, el gato del vecino maúlla exigiendo entrar. Me levanto y cierro la ventana y las cortinas. De vuelta en mi cama, me cubro hasta la cabeza con las sábanas y las mantas recordando la noche que pasamos juntos en mi habitación.

No tengo nada más que hacer que dejarme llevar por mis sentimientos, contando las horas que restan hasta que lo vuelva a ver por última vez.

Quizás papá entienda por qué mi alma necesita una última aventura con mi nenito acuoso... 






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N/A

¡Hola, mis amores! Les escribí un mensajito en mi muro, pero puede que no lo hayan visto. Los he extrañado muchísimo. 

Hoy les traigo 3 capítulos. Sí, leyeron bien. 

Sigamos ¿quieren?


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