1 | Pesadilla... ¿O recuerdo?

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Época actual

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Época actual.

12:06 a.m.



—Edurne...— habló aquella persona, a la que no hay que mirar a los ojos—. ¿Dónde estás, querida?

Se encuentra detrás del comedero de los animales, en el piso casi recostada, casi debajo del objeto, donde están las telarañas y los insectos que, al igual que ella, le temen al monstruo.

Silencio.

Es lo que inunda el lugar. No se escucha nada más, que no sean los sollozos ahogados de Edurne, sabe que no va a salvarse de lo que le espera. Sabe que el monstruo tiene el conocimiento de dónde está pero quiere divertirse un poco más con ella.

Los ojos se le llenan de lágrimas y su visión se vuelve borrosa, la respiración de Edurne sufre contracciones como si tuviera hipo, su cuerpo cansado y débil —por no comer en quien sabe cuantos días— está cobrando factura a lo que llegó a ser su mente, ocasionando ilusiones donde ve a su madre ser torturada y asesinada por el lobo. Cuando en realidad la que está siendo torturada es ella.

Quiere que la droguen para no sentir dolor, quisiera que acabaran ya con su sufrimiento de una vez por todas y le quite la vida. Pero no lo hace, porque lo que más le gusta ver son las expresiones de terror, miedo, dolor y odio, que le proporciona Edurne, hacia aquella persona que solo piensa en complacer a la bestia que vive allí.

Una mano se instala en su tobillo y ya sabe de quién se trata, no forcejea, no pelea, ni siquiera intenta escapar, porque tiene memorizado que no hay salida. Con el corazón latiendo a mil por hora, se deja arrastrar por aquella mano que la tumba al piso con un golpe sordo, y la arrastra a la salida, del ya reconocido escondite.

En la mente de Edurne solo hay una cosa; ¿Por qué ella? ¿Por que de todas las chicas del mundo y de la ciudad, ella?

Se dejó arrastrar por encima de los charcos de orina que hay por todo el piso, incluso hay mierda seca por todos lados, los animales que se encontraban aquí con ella ya fueron sacados, por lo cual, ahora no hay muchos lugares donde esconderse, a menos que quiera recibir una buena paliza al intentar escapar, como las otras quince veces.

—Quítate la ropa, linda. Vamos a jugar —la sujetó por el pelo, jalándola hasta la puerta del granero, se apartó unos centímetros para que se desvistiera la rizada, cosa que hizo a toda prisa, el monstruo sacó un cuchillo de caza y un grito se construyó en su garganta desgarrada, el frío se cuela por todos lados y el invierno azota aquellos muslos delgados y senos grandes, provocando que se le erice la piel.

Este juego nunca dura más de treinta minutos porque si no, Edurne moriría de hipotermia, cosa que ella no quiere.

¿Ella? ¿Ha dicho ella? Rápidamente se retracta, su mente ya no sabe distinguir un cuerpo masculino y uno femenino, lleva casi tres años encerrada. Oh bueno, ya han pasado muchos inviernos aquí, chicas entran, chicas mueren y chicas salen, pero sin vida. Todas las que llegan mueren, ¿Por qué es la excepción? al paso que va, jamás lo descubriremos.

Bitácora De Un Asesino [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora