Capítulo 18

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El invierno se estaba despidiendo. Los días no eran tan fríos, lo que indicaba que pronto, los Bingley y los


Darcy, volverían a sus propiedades en el campo. Mientras tanto, pasaban mucho tiempo juntos. El


Coronel había sido llamado a reportarse no muy lejos de Londres, por lo que tenía la oportunidad de


visitarlos.


Elizabeth no quería que terminara el invierno. Nunca pensó que sería tan feliz en la ciudad. Claro que


quería volver a Pemberly, pero eso significaría separarse de su querida hermana por un buen tiempo.


La última semana en Londres, pasaron juntas más tiempo de lo habitual. Lizzie venía notando que Jane


no bebía vino en la cena, tampoco quería caminar mucho y se encontraba un poco pálida. Un comentario


de Darcy, hizo que todas las piezas encajaran. Una tarde, los dos estaban solos, leyendo en la sala,


cuando Fitzwilliam habló:


-Sabes, estuve conversando con Charles...sobre Jane.


-¿Si?


-Sí, está preocupado por ella. La nota distante y quería saber si ella te había comentado algo.


-¿Distante, de qué forma? No he visto que lo trate diferente.


-No, yo tampoco- dijo y antes de volver a hablar, aclaró su garganta- Parece que...no se cómo decir esto


apropiadamente. Parece que lo rechaza...en la intimidad.


-¡Con que de estas cosas hablan ustedes dos!- dijo Lizzie, tratando de bromear ante la obvia incomodidad


de su esposo.


-No...no- tartamudeó, pero la sonrisa de su mujer, lo hizo dar cuenta, que ella se estaba burlando.


-Lizzie, sólo estoy hablando del tema, porque quiere saber si te ha contando algo.


-No, no ha dicho nada. Pero sabes que ella es muy reservada- la mente de Elizabeth unía todas los


hechos.


-Sí, lo sé, lo aprendí de la peor manera, aquel día en Rosings.


Elizabeth rió antes de volver a hablar.


-Bueno, dile que no se preocupe, debe ser algo temporal.


-Espero que lo que afecta a tu hermana no sea contagioso- comentó maliciosamente.


-¡Oh, estoy segura que no!- exclamó, antes de lanzarse en sus brazos.


Esa noche, fueron a casa de los Bingley para cenar. Las dos parejas se encontraban solas y, después de


la cena, las damas se retiraron a la sala. Una vez allí, Elizabeth, preguntó:


-¿Alguna novedad?


-No, ninguna- respondió Jane, mientras seguía con su labor.


Hubo un largo silencio un tanto incómodo.


-Me ha dado sed, ¿quieres un poco de vino?- preguntó Lizzie.


-No, gracias, no puedo- dijo Jane, que al instante se sonrojó, al darse cuenta de sus palabras.


-Jane, ¿por qué no puedes? ¿Significa lo que pienso?


-No...no sé qué es lo que estás pensando- trató de desviar el tema.


-Jane, ¡estás esperando un niño!


-¡Shhhh!, baja la voz, Charles no sabe nada.


Elizabeth abrazó a su hermana, estaba tan feliz por ella, siempre supo que Jane sería una gran madre.


-¡Felicitaciones! Estoy tan contenta por ti ¿Cuánto hace que lo sabes?


-Solamente unos días. Lo sospechaba, pero el médico me lo confirmó esta semana.


-Pues tienes que informárselo a tu querido esposo, está tan terriblemente preocupado, que se ha atrevido


a una confidencia íntima con mi parco marido.- Jane se ruborizó.


-¿Se...se atrevió a qué?


-No te preocupes por eso ahora, piensa en mi sobrinito o sobrinita- le respondió Elizabeth, mientras su


mano se apoyaba en el vientre de su hermana.


-Mantén el secreto, quiero esperar un poco, tengo miedo de anunciarlo y que luego...- no pudo terminar la


frase.


-¡Ni lo pienses! Todo estará bien y Charles será el hombre más feliz del mundo.


Momento después, sus esposos, entraron a la habitación y notaron las mejillas sonrosadas de las dos.


-Creo que interrumpimos alguna confesión- dijo Bingley con una sonrisita.


-Sí, ya creo que sí- contestó Darcy.


Lizzie se levantó de su lugar y tomó el brazo de su esposo.


-¡Qué gran imaginación tienen nuestros queridos maridos! Con sólo mirarnos, desarrollan en sus mentes

toda una historia- dijo mirando a su hermana. Charles rió como siempre lo hacía frente a los comentarios de su cuñada. Darcy, solo una tímida sonrisa.


Esa noche, en la soledad de su recámara, conversaban tranquilamente en la cama. En esos momentos de


intimidad, abrazados en la penumbra, podían hablar libres de reglas y propiedades.


-¿Le escribiste a tu tía?- preguntó Elizabeth.


Darcy protestó.


-Prometiste que lo harías- le reprochó su mujer.


-Sí, lo hice. Esta mañana fue despachada.


-Me alegro mucho. ¿Qué le expresas?


-No quiero hablar de ello. Cada vez que tocamos el tema, terminamos en discusión. Esperaré su


respuesta, antes de decirte.


-Está bien, quieres guardar tu secreto. Yo también puedo.


-¿Tienes un secreto?


-Sí, sé algo que tú no sabes y guardaré la noticia.


-¿Se trata de lo que hablaban Jane y tú en el salón?


-Puede ser...pero no diré más.


-Tengo formas de hacerte confesar- dijo su esposo.


-No hay método que puedas utilizar, será un trabajo en vano- declaró solemnemente.


-Yo no estaría tan seguro- le dijo y subiéndose encima de ella, comenzó a hacerle cosquillas. Lizzie reía a


carcajadas y trataba de esquivar las manos de Fitzwilliam.


-¡William, basta!- decía, mientras no paraba de reír.


-¿Me dirás lo que ocultas?


-¡Nunca!- riéndose hasta quedarse sin aire.


Darcy dejó de hacerle cosquillas, para que ella pudiera recuperarse, los dos estaban agitados. La miró


fijamente a los ojos. Pensó en lo mucho que la amaba y lo bella que era.


-Te amo, Elizabeth Victoria Darcy- dijo con su rostro tocando el de ella.


-Y yo te amo a ti, Fitzwilliam James Darcy- susurró Elizabeth con sus labios rozando los de él. Uniéndose


en un largo y profundo beso.

Secuela de Orgullo Y PrejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora