Capítulo 20

23.4K 876 36
                                    

Elizabeth deseaba que llegara abril lo más pronto posible, no sólo por la maravillosa idea de conocer


Irlanda y Escocia, sino también para deshacerse de Lady Catherine.


Había llegado a compadecer a la pobre Anne, tan enfermiza, tan sumisa a los deseos de su madre.


Todas las noches, en la tranquilidad de su habitación, su esposo la felicitaba por su comportamiento tan


civilizado. Él sabía el esfuerzo que ella hacia para frenar su mordaz lengua y no responder a las


provocaciones de su tía. Elizabeth, realmente quería que Darcy restaurara la relación con Lady Catherine,


a pesar que nunca se llevaría bien con su señoría, no podía negar que amaba a su sobrino.


Los días estaban cada vez más lindos, Georgiana, Elizabeth y el Coronel, trataban de salir de la casa lo


máximo posible para dar largos paseos y huir discretamente de Lady Catherine.


Una tarde, en la que Darcy trabajaba en su despacho, recibió la visita de su tía.


-Buenas tardes sobrino, espero no molestarte, pero necesito decirte algunas cosas antes de marcharme.


Darcy se levantó de la silla y la invitó a sentarse. Tenía miedo de escuchar las palabras de su tía.


-La escucho- respondió, preparándose para defender a su esposa.


-He notado que Georgiana a perdido gran parte de su habitual timidez, se está convirtiendo en una mujer


bonita. Creo que tu mujer la ha ayudado a superar su incomodidad. Pero espero que no le inculque su


impertinencia.


-Tía, por favor...


No dejó que termine de hablar.


-No te preocupes, no hablaré mal de tu mujer. A pesar que sigo teniendo mis reservas en cuanto a ella, no


puedo negar que te ama, está haciendo un gran sacrificio para no responder a mis provocaciones.


Darcy la miró sorprendido de que lo hubiera notado.


-¡Oh sí!, soy vieja pero mi inteligencia sigue siendo aguda. Lo he notado. Tal vez cambie mi opinión sobre


ella si te da pronto un heredero.


-Tía, la amaré igual, me dé un heredero o no.


-Lo sé, lo sé. Si algo he podido ver es que te tiene completamente embrujado. Pero no te ha hecho mal,


se te nota más relajado y no te veía tan feliz desde que eras un niño.


-Ella me hace feliz, como nunca creí que podría serlo- respondió con una leve sonrisa.


-Bueno, me alegro, es lo menos que puede hacer. No le comentes esta conversación, no soportaría que


me mire pensando que soy una ancianita de buen corazón. Que quede claro, aún no llego a apreciarla


como lo hacen los demás, pero soy una persona justa y sólo he dicho lo que observé.


-No diré una palabra.


Fueron interrumpidos por una criada que avisaba que el té estaba listo en salón donde ya se encontraban


el resto de los habitantes.


Unos días después Lady Catherine, Anne y el Coronel partieron y Elizabeth respiró aliviada.


Esa noche, Darcy, la encontró leyendo en la recámara, frente al fuego. Se acostó en la cama, desde ahí le


preguntó:


-¿Vas a leer mucho tiempo más?


-¿Mmm...? No lo sé.


-La cama está muy fría.


Elizabeth apartó la vista del libro, su esposo la miraba sin decir nada, pero sus ojos la reclamaban junto a


él.


-Pobrecito, ya iré a arroparte- le respondió con ironía, mientras apagaba las velas y se acercaba a la


cama. Se metió debajo de los cobertores.


-Brazo- dijo Lizzie, él ya sabía qué significaba. Darcy, abrió su brazo para que ella se acomodara sobre su


pecho.


-¿Ahora estás mejor?- le preguntó.


-No demasiado- respondió en tono de broma.


-¿No mejoró demasiado? - preguntó Lizzie, mientras levantaba un poco la cabeza para besarlo- ¿Y


ahora?


-Un poquito mejor.- Elizabeth sonrió y desprendió los botones de la camisa. Metió su mano y acarició su


pecho.


-¿Ahora?- Él respondió con un apasionado beso. Estaba feliz de recuperar a su Elizabeth.


Los días posteriores fueron de mucho movimiento, las mujeres preparando sus baúles con lo que llevarían


al viaje y Darcy, ordenando todos los negocios antes de marcharse.


Una hermosa tarde primaveral, Darcy decidió que era momento de salir a estirar un poco las La belleza del paisaje de los bosques y parques quitaba el aliento. Los árboles florecidos, los jardines en


su esplendor, ayudaban a relajar la mente. Darcy divisó a lo lejos a su esposa sentada en un banco frente


a la cascada, y se dirigió en su búsqueda.


Se paró detrás de ella y le tapó los ojos.


-¿Quién soy?- preguntó.


-Mmm...veamos- dijo Elizabeth mientras con sus manos intentaba tocar la cara de su marido- No lo sé...el


Coronel no puede ser... ¿será mi esposo quizás?


-Acertaste- respondió y le besó la mano antes de sentarse junto a ella.


-Hola mi amor- saludó Elizabeth- ¿Me extrañabas?


Darcy solía ponerse un poco incómodo con esas burlas de su esposa, pero luego de cuatro meses de


matrimonio, comenzaba a acostumbrarse.


-Sí, siempre es así.


-¿Terminaste tus negocios?


-Sí, finalmente dejé todo en orden, listo para marcharnos mañana.


-Me alegro, se te nota cansado- dijo acariciando su rostro- Te hará bien viajar.


-Me hará bien disfrutar de este viaje con mis mujeres favoritas.


Ambos se quedaron mirando el paisaje, en silencio, la cabeza de Elizabeth apoyada en su hombro. Esos


eran los momentos que le hacían bien y feliz, una sonrisa de dibujó en su cara.


Al día siguiente, temprano en la mañana partieron rumbo a Irlanda, pasarían unos meses muy felices, que


quedarían en su memoria para siempre.


No regresaron a Pemberley hasta casi comenzando el verano. Varias cosas cambiarían a partir de


entonces...

Secuela de Orgullo Y PrejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora