capitulo 31

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  #HinataPOV.

Ella estaba mal, más que mal, estaba terrible.

Me acerqué a ella, estaba llorando.

-¿Mami? Hey, soy Hinata. - murmuré.

Ella abrió los ojos y me miró como si nunca lo hubiera hecho, me miró con alegría y fascinación.

-¿Mi pequeña Hina? - dijo, su voz era para nada reconocible.

La miré mientras sonreía.

Aun así, en esta situación se veía hermosa, como si nunca hubiera pasado nada.

-Sí, pero ya no estoy tan pequeña, ¿recuerdas? ya casi soy mayor de edad, ya casi me voy a la universidad... En mes y medio me gradúo.

Ella sonrió y me tomó de la mano. La apretó suavemente.

-Lo sé, pero aun así seguirás siendo mi bebé, aunque tengas 40 años.

-Eso sería bochornoso. - comenté.

Nos quedamos serias por unos minutos.

-Lo perdí, Hija, ya no tengo a un bebé dentro de mí. - dijo mientras unas silenciosas lágrimas caían sobre su rostro.

Me mataba verla así.

-Cuanto lo siento, mamá.

Ella limpió sus lágrimas y me miró.

-Las cosas pasan por algo, si Dios no quiso que tuviera a este bebé, no hay que cuestionar las decisiones de nuestro creador.

Oh, aquí va otra vez. Ya había pasado una temporada en la que no estaba metida en la religión, para mí era un fastidio, ya que no estoy muy metida en eso, respeto y todo, pero no. No es lo mío.

Solo asentí.

-¿Y cómo te sientes? - le pregunté tratando que dejara de lado el tema.

-Jodidamente mal. - dijo con sinceridad. - Aunque a dicho el doctor que me pondré mejor, solo necesito descansar.

-Bueno, por todo lo que te pasó, es obvio que estés mal. - dije.

Ella se río para luego gemir de dolor.

-No hagas esfuerzos mamá. - dije con preocupación.

-Lo sé, lo sé. - me miró fijamente, como tratando de descifrar algo en mí.- Hinata, ¿ésa es ropa de Walmart?- dijo como si eso fuera malo.

Me miré, mi blusa polo blanca y mis shorts negros. No eran de mala calidad, tampoco.

-¿Sí, por qué?

Ella frunció el ceño.

-Te puede dar lepra. - dijo así nomás.

Casi me ahogo con mi propia saliva, ya había comenzado a divagar.

-Mamá, mejor duerme.

Entrecerró los ojos.

-¿Me estás mandando a dormir por qué crees que estoy loca, no?

Me apreté el puente de la nariz con la mano, frustrada.

-No, te estoy mandando a dormir por que debes descansar.

Le apreté la mano por última vez y me metí al baño, que no era especialmente lujoso, pero tenía las necesidades básicas, en mi caso, una ducha, que tanto la necesitaba.

No podía dejar que el doctor guapo me dijera indirectamente que lo necesitaba.

Llevamos Días aquí en el hospital.

The bet (NARUHINA)Where stories live. Discover now