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Horacio se giró se golpe, la mano que sostenía la radio comenzó a temblarle y tuvo que esforzarse por sostenerla firmemente o de lo contrario la dejaría caer. Quiso acercarse al espejo pero la voz de Gael al otro lado del aparato lo hizo parpadear un par de veces.

—¿Jefe?—preguntó el chico con suavidad.

—Solo vete—terminó respondiendo el moreno sin apartar la mirada del espejo. Volkov permanecía en silencio, con la radio cerca de sus labios, esperando a escuchar una respuesta directa por parte de Horacio.

El ruso quiso decir algo más, pero se sorprendió al darse cuenta de que las palabras simplemente se rehusaban a salir; su mente se había quedado en blanco y de repente ya no sabía cómo hablar siquiera.

—¿Volkov?—esta vez fue Horacio quien rompió el silencio sintiendo que sus pies estaban pegados al suelo. Viktor tan solo asintió, confirmando que podía escucharlo —Esto... eh... No creo que esta frecuencia sea segura—continuó hablando con cierto temblor en su voz—¿Crees... crees que si cambiamos de frecuencia...?

—No lo sé—respondió finalmente el ruso entendiendo la preocupación de Horacio. No estaban seguros de cómo funcionaba exactamente todo esto, pero ambos se preguntaban si era la frecuencia en específico o algún otro factor el que les permitía comunicarse.

—Vale, entonces probemos la 97.4

Ambos cambiaron la frecuencia casi al mismo tiempo; Horacio, sintiendo el corazón golpearle el pecho con violencia, acercó la radio a sus labios y le preguntó al ruso si le escuchaba. La respuesta del ruso fue afirmativa, logrando arrancarle al moreno un suspiro de alivio desde lo más profundo de sus pulmones.

Entonces un rayo de emoción atravesó a Horacio tras procesar la situación en la que se encontraba. Se acercó de golpe al espejo y comenzó a soltar preguntas a través de la radio.

—¿Dónde estás? ¿Estás bien? ¿Por qué te veo... en un espejo?

Mientras el moreno continuaba cuestionándolo, Viktor tan solo podía mirarlo confundido; no entendía las preguntas, no sabía cómo contestar, ni siquiera tenía idea de quién era ese chico ni de dónde lo conocía. En medio de los balbuceos de Horacio, Viktor lanzó su propia pregunta.

—Caballero, ¿Cómo sabe usted mi nombre?

Horacio guardó silencio y lo miró con el ceño fruncido—Tu y yo trabajamos juntos, bueno trabajábamos tu... ¿tú no lo recuerdas?

—¿Trabajábamos juntos?—preguntó el ruso retóricamente—A ver, caballero, ¿en donde según usted trabajamos juntos?

—¿Cómo que en dónde? En la comisaría en... en el CNI—dijo susurrando la ultima parte de la oración. Viktor negó con la cabeza.

—Caballero, yo no tengo ni idea de quien coño usted y no sé cómo coño averiguó mi nombre.

—Te estoy diciendo la verdad.

—Caba...

—¡Horacio, mi nombre es Horacio—interrumpió desesperado—¿En serio no recuerdas nada? ¿El atraco en la licorería, el show de talentos y el vodka, la conversación frente al ventanal del CNI?

Viktor volvió a negar con la cabeza y lo miró con ojos llenos de frialdad—No sé quién es usted.

Horacio contuvo el impulso de gritar en señal de frustración. Respiró hondo un par de veces tratando de examinar las opciones que tenía en ese momento. Se calmó lo mejor que pudo y volvió a hablar.

—Vale, vale, debe haber alguna explicación de por qué no recuerdas nada, así como una explicación de... de porque nos vemos en un espejo, pero vayamos un paso a la vez. ¿Dónde estás?

Away (Volkacio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora