23. Lágrimas y Tequilas

562 76 75
                                    

Los días pasaron; ese domingo que regresó a las 11 de la noche no había encontrado a Pedro. Supuso que tenía sus propios asuntos. No es como si quisiera inmiscuirse en todo lo referente a su vida privada. Él entendía que así como a él le gustaba tener algunas cosas reservadas para él, cualquier otra persona, incluido Pedro, también le gustaba tenerlas.

Al día siguiente intuyó que su rommie llegó en la madrugada a su casa porque hasta la hora en que Miguel concilió el sueño no supo nada de él, y  en la mañana estaba igual de listo que él para salir a su trabajo.

Los días que pasaron fueron normales. Como cada día, uno llegaba en la tarde, mientras el otro en la noche. El poco tiempo que tenían a veces solían usarlo para enredarse en cualquier parte de la casa. Nada había cambiado; ellos seguían siendo amigos con beneficios, algunas veces se insultaban y se trataban como amigos normales. Todo era como siempre.

El viernes, como ya se habían acostumbrado, Miguel compró algunas botanas y un par de cervezas, debido a que todavía tenían algunas botellas de tequila en el estante. Llegaría, se cambiaría y disfrutaría de un tranquilo y calmante "Viernes Jurídico" con todas las letras.

Cerca a media noche así pasó. Ambos vestían con su ropa de dormir mientras se acomodaban alrededor de la mesita de noche que encima de ella contenía las botellas de licor junto a las botanas servidas que Miguel había comprado. Los vasos también se encontraban allí servidos, y sin poder faltar un poco de limón y sal.

— Entonces... ¿Cómo te ha ido en tu tesis? —empezó Pedro después de haber tomado un trago largo de cerveza.

— Ugh, ni me hables de eso. —mencionó el menor con un ligero ceño fruncido— prácticamente tengo que autoenseñarme derecho societario, tributario y empresarial. —el peruano tomó un sorbo de tequila. — Ni si quiera me gustan los delitos económicos, y ni recuerdo por qué escogí ese tema. —bufó.

Pedro también bufó sarcástico al recordar.

— Pues yo sí — comentó al instante— fue por tu berrinche y orgullo.

Bastaron unos segundos para que Miguel lo entendiera.

— Ah, es cierto. Fue porque me peleé contigo. —esbozó una suave sonrisa. Ya no le molestaba ni hería ese hecho; más bien lo veía como una anécdota— antes de eso tenía el tema de Feminicidio. Ese sí era un tema interesante, pero en fin. —se encogió de hombros restándole importancia. — Lo hecho, hecho está.

El mayor rodó los ojos sin descaro.

— Por eso es que vas a valer madres en tu sustentación de tesis, pendejo.

— Nah, siempre logro hacerlo bien, pero gracias por preocuparte, jotito. Eres un gran amigo. —se burló de él al decir sus palabras con sorna, sabía que eso cabrearía a su tsundere amigo.

— Ahg, me la pelas. —se defendió el mexicano para luego tomar el resto del contenido de su vaso de cerveza.

— Y cómo ya sé lo mucho que te preocupas por mí —siguió burlándose de él — también te diré cómo me fue en el trabajo.

— Para lo que me importa. —se quejó Pedro para la diversión de Miguel, cuya sonrisa se agrandaba cada vez más.

Molestarlo era su placer culposo.

— Me ha ido muy bien. Son considerados con mis estudios y la paga es muy buena. Ya sabes, allí me aman.

— Eso se nota. —bufó el mexicano con desagrado.

Se refería al compañero sexual de trabajo del menor. Martín le había contado la vez anterior lo que había pasado cerca al cumpleaños de Miguel. No solo eso, el de orbes dorados muchas veces le había contado sobre él y el otro chico de intercambio en la UNAM.

Te odio pero te amo || MexPer ||Where stories live. Discover now