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Recuerdos de la infancia de Reich
:3
Imaginación: modo on xd



—¿Qué haces?—Preguntó el Third Reich de ocho años, observando a su hermano mayor por dos años leer algún libro, sentado sobre su cama. Weimar levantó la vista de su libro para mirarle.

—Estoy leyendo Harry Potter—. Third Reich se subió a la cama de su hermano, y éste no se dio cuenta del lápiz que el menor llevaba en su mano derecha.

Third Reich se acercó a su hermano para mirar la página que estaba leyendo y, cuando menos se lo esperaba Weimar, le robó el libro y comenzó a rayarle una de las páginas con el lápiz, tapando prácticamente todas las palabras. Apretaba con fuerza para que su hermano no lo pudiese borrar.

Weimar le dio un golpe en la cabeza para tumbarle y quitarle el libro, mientras Third Reich sólo se reía. Weimar observó su página toda rayada. Ni siquiera la había terminado de leer.

—Venganza—habló Third Reich, pues hacía algunos días, su hermano mayor le había hecho una raya con bolígrafo en uno de sus dibujos, estropeándolo todo.

A Weimar se le llenaron los ojos de lágrimas y se tiró sobre su hermano, para después darle un puñetazo en la cara, haciéndole un moratón.

—¡Te odio! ¡Vete! —Le gritó Weimar, llorando un poco y dándole una patada al menor, tirándole de la cama. Third Reich cayó al suelo. —¡Nadie te quiere, vete!

Third Reich salió de la habitación, satisfecho. Ni siquiera miró a su hermano antes de cerrar la puerta.

Una cosa más que añadir a la lista de "razones para odiarlos a todos".

. . .

El Third Reich de nueve años se dejó caer sobre el salón de aquella casa vecina a la suya. No se sentía mal en absoluto de estar haciendo lo que estaba haciendo.

Aquel señor la caía mal, y le encantaba escuchar como él y su padre comentaban día sí y día no las repentinas desapariciones de su material de dibujo.

Imperio Alemán se negaba a comprarle material para dibujar porque, según él, era una pérdida de tiempo y un capricho. Y el alemán menor no podía dibujar con lápices viejos que ya estaban tan enanos que apenas podía sujetarlos bien.

El problema terminó cuando descubrió que el hombre que vivía varias casas más allá se dedicaba a la pintura y el dibujo.

De manera que, lo único que tenía que hacer cuando necesitaba cualquier objeto para hacer su arte era esperar a que fuese medianoche, y una vez dada esa hora, entrar a la casa del hombre a escondidas mediante una de las ventanas del salón. Después, se dirigía sin hacer ruido al estudio del hombre y rebuscaba entre los cajones y armarios. Una vez tenía lo que quería, salía con sigilo se la casa y... Misión cumplida.

Por lo general, le desanimaba el hecho de que su padre no mostrase interés por lo que hacía, pero en esas situación, era lo que más agradecía del mundo. Como su padre comenzase a interesarse en sus dibujos, tarde o pronto acabaría descubriendo los materiales nuevos y en buen estado que su hijo tenía y, seguramente, se daría cuenta de que era él el que se los robaba al vecino.

En ese caso, necesitaba varios lápices, una goma de borrar y una libreta nueva. Ésta última era lo que más le costó de encontrar. Todas las que habían en el estudio de aquel hombre estaban usadas. Algunas estaban a rebosar de dibujos. Otras estaban mayormente en blanco, salvo por algunas páginas utilizadas.

Alemania y otras cosas bonitas ★ ❀ CountryHumansWhere stories live. Discover now