Capítulo uno.

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COVEN
𝒑𝒓𝒐́𝒍𝒐𝒈𝒐.

PI-RAMSÉS, EGIPTO
1300 a.C.
EDITADO.

LA ORDEN DE ARROJAR AL RÍO A TODO NIÑO RECIÉN NACIDO HEBREO, HABÍA SIDO DADA POR EL actual Faraón Seti I. Los hebreos esclavizados en una tierra que no era suya, sometidos a malos tratos, tenían que aguantar largas horas de trabajo forzado. Además de ahora perder a sus hijos varones por una orden del rey del alto y bajo Egipto, y todo bajo el temor de una revolución por parte del pueblo de Abraham, Isaac y Jacob.

Sin pensar en las consecuencias que esto podría traer en un futuro, había crecido con la enseñanza de que los hebreos son basura inculcado por generaciones en los egipcios. Ya nada quedaba de la época de cuándo ellos llegaron. Ahora eran la mano de obra egipcia, sin derechos solo con deberes. Pero no todos los egipcios eran iguales, estaban los que no los desprecian sino que los trataban como seres humanos. Y entre esos estaba la princesa Henutmire, hija del Faraón Seti I y la Reina Tuya la gran esposa real. Alguien con el corazón cariñoso y dulce, inocente y pura, amable y compasiva además de tímida, de gran belleza portadora de unos hermosos ojos azul cielo de mirada inocente, de hermosa sonrisa acompañada de un hoyuelo en su mejilla derecha, de cuerpo escultural, baja de estatura.

La que sentía una inocente atracción hacia el ahora general Disebek, el cuál sentía lo mismo hacia la princesa del gran Egipto. Aunque era un visitante frecuente de la casa de Zenet, no iba a desperdiciar la oportunidad de pertenecer a la nobleza. Y menos no aceptar desposar a la hija del Faraón. Sin importarle a la chica que tenía con sueños y esperanzas dentro de ese repugnante lugar. Dónde las mujeres eran utilizadas como objeto sexual, tal vez algunas lo hacían por necesidad otras por placer pero eso no lo hacía perder la repugnancia. El como los hombres preferían buscar atención en otro lugar en vez de sentarse a hablar con su compañera de vida. Pero en una sociedad donde la mujer era denigrada y maltratada, nada bueno podía existir.

En el palacio también estaba el otro hijo del Faraón, el más pequeño. El cual gozaba de una excelente salud, además de ser amado por la familia real. El pequeño niño en un futuro va a ser la próximo faraón, rey del alto y bajo Egipto. Todavía no había aprendido a hablar y ya tenía su futuro escrito.

Al otro lado del río Nilo una pareja de hebreos había recibido en el mundo a su tercer hijo, la madre con gran temor y dolor de pensar en perderlo y el padre con una inmensa fé en Adonay, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Le encomendaban a su hijo, que lo protegiera y le deparara un mejor futuro, a él y a sus demás hijos. Qué la libertad fuera su día a día, y no el sol resplandeciente y el doloroso látigo.

En el mismo palacio la amante de la mano derecha del faraón, se instalaba. La misma ya había conocido a la princesa Henutmire, que a partir de ese momento sería su señora. La misma chica presentaba ya los síntomas del embarazo, siendo necesario que fuera atendida por el sacerdote y asistente de la reina Tuya de nombre Paser. La chica que desde el mismo momento en el que piso las lujosas baldosas, se convirtió en su prima huérfana. Con un embarazo a cuestas, nadie era consiente y se tenía que mantener igual sí querían seguir viviendo además de evitar la furia de los dioses. Y ahí en ese palacio que guardaba los más retorcidos secretos, otro inocente cayó en las redes de una serpiente. Y este no sería el único.

ᚔᚔᚔ

Los meses previos a la boda habían sido una completa locura, era como si el Dios Thot estuviera jugando con su cabeza. Yunet dama de compañía y esposa del sacerdote Paser, esperaba a un bebé al que en secreto se lo atribuyó al sacerdote. La hija del Faraón sentía un gran enamoramiento por el general, al igual que esté lo sentía. Pero eran tan mujeriego qué tal parecía que le era imposible estar cerca de una mujer, al segundo de conocerla la conquista y después directo para su cama y después el rechazo. No le interesaba en lo más mínimo, los sentimientos de las chicas a con las cuales tenía relaciones sexuales. No conocía el dolor de un padre, al su hija tener un corazón roto. La gran mayoría minimizaba los datos, cuando eso no ayudaba en nada.

𝑬𝒈𝒊𝒑𝒕𝒐| 𝑹𝒂𝒎𝒔𝒆́𝒔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora