𝑬𝒈𝒊𝒑𝒕𝒐| 𝑹𝒂𝒎𝒔𝒆́𝒔.

Capítulo tres.

capítulo tres.
EDITADO

LA VIDA DE PALACIO LOS TRATABA MEJOR QUE BIEN, CADA CUÁL ESTABA FORMANDO UNA FAMILIA propia. Bajo las mentiras que querían creer, pero al fin y al cabo una familia. La familia de esclavos tenían lo que la princesa Henutmire, había dicho. A todos la vida los estaba tratando bien, sin embrago una persona en específico no. Los continuos abortos de la princesa tenían a los soberanos, sumamente preocupados. La felicidad que mostraba cada vez que un bebé, era engendrado en su vientre.

La envidia crecía entre las amantes del general, pero la que más afectada estaba era Yunet, dama de compañía de la propia princesa. Y esta dañina emoción solo incrementaba, al ver lo feliz que estaba con esos embarazos mientas que a su hija, la renego.

La princesa a pesar del embarazo seguía sus actividades cotidianas, siendo la confiada como siempre. No ponía en duda a nadie del harén, habían sido seleccionadas por la propia esposa real. Pero aún así perdió al feto que crecía en su vientre, llevando desolación y dolor a su frágil corazón. Las noches eran las testigos de los lamentos de la princesa, sus ojos esperaban todo el día para dejar salir las saladas lágrimas. Qué dejaban en evidencia todo el dolor, que tenía por dentro.

[...]

Algunos meses después.

Los meses pasaban apurados, ya el niño hebreo Moisés estaba grande y fuerte. Daba sus primeros pasos, alegrando a sus familiares. La encargada de la salud saludable del pequeño volvía a estar en estado, y como si todos lo supieran ella volvió a perderlo. Tal parecía que las diosas Isis, Bastet y Hathor, no querían fructificar su útero. Y ella que era alguien fuerte lo soportaba, pero llegaría un momento ya no podría más.

El faraón que veía la ilusión en los azulados ojos de su hija, hacía llegar a los mejores sacerdotes, magos etc. Y todo esto para que hicieran los rituales de fertilidad, algunos realmente asquerosos pero igual de efectivos.

Y una noticia hizo volver a latir con emoción y alegría, el corazón de la princesa Henutmire: Volvía a estar en estado.

[...]

El faraón se había reunido con los dirigentes de Nubia, a su lado su mano derecha y esposo de su hija. Trás los abortos de su única hija, hablaba con ellos para ver sí sí hija. Iba a ese viaje tan necesario.

Y ellos que tenían las mejores relaciones con egipcios, aceptaron de inmediato. Quienes eran ellos para rechazar al ejército más poderoso, y con esto el faraón. Preparo todo para su marcha, hacia la tierra de Nubia. Sobrepasando el alto Egipto.

Los preparativos para la partida de los Nubios no era importante para el resto, de los nobles del palacio por la simple y sencilla razón de que el monarca. No había ordenado despedirlos, además todo esto sería en secreto. No quería contratiempos antes de su partida, ese viaje le estaría bien para ella y a su futuro hijo. Le hacía plegarias, para que ella y su hijo estuvieran bien. Además ahora Ramsés tendría un nuevo amigo o amiga para jugar, o una futura compañera de vida.

Para que buscar una esposa lejos, sí podría ser en familia. Solo había que ver el desarrollo de ellos como pareja, si ninguno se sentía atraído hacia el otro, odo se rompía ahí, aunque para eso tendría que pasar un sin número de cosa, y empezando por Henutmire alumbrar a su hijo.

[...]

La nave que ya había emprendido su viaje, para cuando la dama favorita de la princesa volvió. A ella que le importaba muy poco, la princesa fue directo al harén. Ver que ella no estaba ahí la alivio, no tendría su presencia cerca. Qué disfrutará su embarazo mientras pueda, al que si busco fue a su "primo". Al que tampoco encontró, algo le decía que no le gustaría la respuesta.

Y así mismo fue, la princesa Henutmire estaba de viaje con el general Disebek. Fuera una larga temporada, sentía su sangre hervir.

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Os amo
MAI.