03

1.8K 238 59
                                    

Y llegó el día que Jimin estaba temiendo.

—Hey, pensaba... Siempre te hablé de Minying, pero no lo conoces realmente.  ¿Qué te parece invitarlo a cenar esta noche?

Era una terrible idea, la peor que Jungkook había tenido, pero claro que él no le diría eso. En cambio, murmuró una afirmación vaga y continuó apretando los botones de la calculadora con dedos temblorosos.

Jungkook estaba a su lado, estudiando junto a él. Hacía dos semanas que se había vuelto su nuevo hábito. Jimin ponía sus cuadernos sobre la mesa y su mejor amigo ya estaba allí para darle una mano. No es que a Park se le dificultara mucho ese nuevo tema, pero a veces fingía que no entendía sólo para tener a Jungkook prestándole atención.

Además, era la única forma que tenía de verlo, porque al parecer las salidas con Yie Minying iban en aumento, y eso le dejaba poco tiempo para Jimin. Así que él debía aprovechar al máximo hasta que se lo arrebataran.

—Si estás de acuerdo, puedo cocinar ¿Qué te gustaría comer?

Jimin apretó los labios, a punto de gritar de la rabia. Escribió el resultado en el papel. Pero creía que estaba mal, ¿no era ese número demasiado grande? Volvió a revisar en la calculadora, esta vez prestando más atención. Quizás le faltó un paréntesis o había apretado mal una tecla...

—Jimin. —llamó Jungkook a su lado.

Respiró hondo y soltó el lápiz en la mesa. Se frotó los ojos, mientras hacía tiempo. No quería contestar. Las palabras alegres que debería haber pronunciado no podían salir de él. No era capaz de mirarlo a los ojos y aceptar con calma que la persona que le gustaba a su amigo viniera a cenar con ellos. ¿Por qué no continuar así, en la ignorancia? Si Jungkook le presentaba a Yie Minying, entonces eso significaría que esto era demasiado serio, más de lo que Jimin estaba dispuesto a reconocer.

—Sabes que como lo que sea. Pregúntale a él que le gusta.

—Se me ocurre dak galbi. A ti te gusta y a él también. Tendré que ir a comprar lo que necesite al mercado. —dijo Jungkook, parándose y buscando algo en la mesita ratonera.

Ese era un dato que a Jimin no le interesaba saber, pero el pelinegro se había acostumbrado a decirlos y ahora él los recordaba inconscientemente.

Jungkook encontró lo que buscaba. Puso la billetera en el bolsillo de su pantalón y luego giró hacia Jimin.

—Debo dejarte sólo con eso, pero sé que tú puedes. —señaló con la barbilla hacia los libros esparcidos—. Ya vuelvo.

—Está bien. Ya me ayudaste demasiado. —Jimin asintió, queriendo que Jungkook se fuera para dejar de sostener la sonrisa falsa y poder fruncir el ceño con libertad.

Para su desgracia, Yie Minying aceptó la invitación. Más tarde, Jimin tuvo que mentalizarse en el baño sobre lo que estaba pasando. Era normal, las cosas serían así a partir de ahora. Debería irse acostumbrando. Y esta era la oportunidad de empezar a hacerlo.

Jungkook saltó del sofá apenas sonó el intercomunicador. Apretó el botón para que la puerta principal del edificio se desbloqueara y Minying pudiera entrar. Jimin se removió incómodo, midiendo el tiempo que tardaría en llegar al segundo piso. Hasta que golpearon la puerta y la espera terminó.

Can I be him?  *Kookmin*Where stories live. Discover now