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Querida yo misma,

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Querida yo misma,

Antes que otra cosa, quiero decirte que sé por lo que estás pasando, que sé que han sido tiempos complicados, que ha habido momentos difíciles y tristes, pero que sepas que estás bien y estarás mejor.

En primer lugar, que tengas claro que nunca estarás sola, y que cuando te invada ese sentimiento, recuerdes que me tienes a mí, como compañera y cómplice a lo largo del camino.

Siempre estaré a tu lado. Por que al final del cuento, uno solo se tiene a si mismo.

Que tengas claro que tú puedes, y que tú tienes toda la capacidad para hacer todo lo que te propongas y, que juntas, lucharemos y afrontaremos lo que se te presente.

Los demás serán siempre un apoyo, pero que sepas y entiendas que nuestra meta ha sido y será la autosuficiencia, que confíes en ti.

Las respuestas las tienes tú y nadie más.

¿Necesitarás de otras personas? Sí, pero jamás para ser feliz.

Diablos, que mentira.

La Hufflepuff arrugó la carta con algo de brusquedad y la tiró al suelo mientras se sentaba en el suelo y se abrazaba a sí misma intentando no llorar.

Es posible odiarse a sí mismo de forma irrazonable. Puede ser que no me guste ni tu aspecto físico, percibir que no eres bueno en algo o considere que causa daño a otras personas.

En el caso de Kaia... era cierto. Tenía demasiados pensamientos que podían conducir a impulsos de querer dañarse o castigarse a si misma. Nadie debería vivir así.

McGonagall le había aconsejado escribir sus problemas para desahogarse, pero al parecer solo era basura. Nada mejoraba para ella.

Vivir con autoodio es como vivir con un acosador interno. El acosador de Kaia criticaba y juzgaba constantemente y la hacia sentirse sin valor, fracasada, inútil, fea, asquerosa, obesa, maligna o extraña. Un monstruo.

Su acosador interno también la convencía de que las personas a su alrededor la veían de la misma manera. Esto podía conducir a ansiedad y a un sentimiento de no tolerar su cuerpo o su personalidad.

Era increíble lo que la chica llegaba a odiarse tanto a sí misma... Kaia lloraba y lloraba de rabia, como es que aún seguía con vida?

El autoodio normalmente surge de una espiral negativo de baja autoestima, que puede resultar de varias situaciones. Podía tratarse de un hecho ocurrido durante la infancia o temprano en la vida, que hace a la persona creer que vale menos que los demás.

Y la vida le había dado tantos golpes bajos a la chica... la vida había convertido su día a día en un infierno.

Kaia creía que no era merecedora de cariño. El autoodio también era un síntoma de la depresión y del trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad.

La Hufflepuff se levantó de golpe y tomó el libro que la profesora de transformaciones le había dejado para distraerla.

Tenía pensado devolvérselo antes de que lo rompiera. No quería destruir más. Salió de su sala común ante la atenta mirada penetrante de sus compañeros de casa y se dirigió hacia el despacho de McGonagall.

-Le das el libro y las gracias y te vas, le das el libro y las gracias y te vas, le das el libro y las gracias y te vas...- se decía a sí misma, una y otra vez mientras caminaba con algo de prisa.

Cuando la sensación de autoodio y ansiedad se hace demasiado fuerte, existe el riesgo de que surjan comportamientos destructivos buscando manejar o adormecer las emociones desagradables.

En el caso de Kaia, cortarse o de otro modo dañar la piel, podía ser una forma de atenuar la ansiedad, pero también de castigar su cuerpo.

Dejar de comer o comer demasiado era una buena opción, al igual que de vez en cuando le podían surgir pensamientos suicidas.

Cuando llegó al despacho entró algo nerviosa.
-Profesora McGonagall, vengo a entregarle el libro que me prestó.- empezó a decir ella, sin embargo se maldeció cuando vio que ella no se encontraba sola.

-Oh, Kaia no hacía falta que te tomaras la molestia... pero gracias.- le agradeció la señora con una sonrisa amable.

La chica miró primero a la castaña quien se encontraba cruzada d e brazos analizándola para pasar al pelirrojo quien parecía algo desinteresado mirando al techo. Después de eso, miró al azabache quien la miraba fijamente.

Este le dedicó una pequeña sonrisa sin embargo la chica solo apartó su vista de él.

Ella solo dejó el libro con rapidez y se fue de allí lo más rápido posible pensando el ridículo que acababa de cometer delante del trío de oro.

El autoodio y la destructividad también hacían a la chica más introvertida. Aislarse era una forma de ocultar su malestar y sus conductas.

-Profesora... quien era ella?- le preguntó Harry de repente a la jefa de su casa.
-Es Kaia Sparks, de Hufflepuff.- respondió antes Hermione algo confusa.- Va a nuestro curso.

-Y como es que nunca la hemos visto?- le preguntó Ron.- Si parece de sexto año pero...
-Oh cielos, no es mi culpa que no prestéis atención a nada.- lo interrumpió de nuevo la castaña rodando los ojos.

Harry posó su vista al suelo, aún pensando en el miedo que le habían transmitido los ojos de la chica cuando cruzaron miradas.

Y era habitual sentir vergüenza y miedo a todo causando sentirse aún peor. Kaia sentía que no merecía estar bien. Esto podía llevarla a dejar de preocuparse de, o incluso evitar, aquello que la hacía sentirse bien por ejemplo, alimentarse y dormir bien, dejar de asistir a clase y compartir con otras personas.

McGonagall quien aún tenía el libro que le acababa de entregar la chica en sus manos, vio la cara de preocupación de Harry y una chispa de esperanza recorrió su cuerpo.
-Por qué no intentan hablar con ella?- propuso con una sonrisa.- Se los aseguro, Kaia es una caja llena de sorpresas pero estoy segura de que podrían llevarse muy bien.

Y mientras que Ron y Hermione se miraron entre sí, dudando de la profesora, el azabache también sonrió.
-Claro, seguro que es muy amable, gracias profesora.- dijo con entusiasmo antes de salir de su despacho.

-Amable? Creo que nunca había visto a un Hufflepuff tan amargado como ella.- le dijo Ron intentando bromear mientras seguían a Harry por los pasillos.

La castaña rodó los ojos.
-De todos modos... por que McGonagall nos diría algo como eso? Debemos intentar hablarle, verdad?- preguntó Hermione.- No creo que sea tan malo.

Harry asintió. No sabía que lo entusiasmaba pero le daba curiosidad saber. Al fin y al cabo, eran compañeros de curso.

what is love? (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora