Abandono

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Disclaimer: Esta historia no me pertenece. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo sólo la traduzco.

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Día cinco:

Si no duermo pronto, creo que voy a morir. En serio, no estoy bromeando. Estaré muerta. M.U.E.R.T.A y será por SU culpa.

Cada noche... cada MALDITA noche, el bebé llora y llora. Nunca me deja dormir más de dos horas seguidas. ¿La gente no se enfermaba por falta de sueño? ¿Es este algún tipo de experimento para volver locos a los estudiantes? ¿Si nos mantenemos en nuestros cabales aprobamos?

En serio, necesito dormir.

Kagome levantó sus ojos cansados de su trabajo. Le palpitaba la cabeza dolorosamente. Sabía que era una especie de complot contra los estudiantes. ¿Cómo podía sobrevivir la gente teniendo más de un hijo? ¿Cómo tenían la energía necesaria? No parecía humanamente posible.

OOooOOooOOooOOooOOooOOooOOooOOooOOooOOooOOooOO

El llanto se oyó por todo el campamento.

No era que aquel llanto fuese algo desconocido en aquellos días, oh, no. Después de todo, Mikomi lloraba todas y cada una de las noches. A veces durante más de una hora. Sin embargo, esta vez era la miko, y no Mikomi, la que estaba llorando. Desafortunadamente, aquella escena tampoco era desconocida en los últimos días.

—No puedo hacer esto —sollozó mientras el bebé que tenía en brazos hacía unos dulces soniditos. Nadie se podría imaginar que aquella cosita se podía convertir en una chillona hada maligna durante la noche y nadie había encontrado aún un control de volumen—. Necesito dormir. —Emitió una risa ligeramente demente, que asustó a sus amigos, un poco antes empezar a llorar otra vez.

La falta de una buena noche de sueño estaba haciendo que todos estuvieran un poco irritables. Dos noches antes se habían quedado en una posada. Sango se había ofrecido a quedarse en la habitación de Miroku con Kirara, Inuyasha (que se negó rudamente) y Shippo para que Kagome tuviera un poco de privacidad. Pero no engañaba a nadie. Lo único que quería era dormir sin tener que escuchar el llanto desesperado del bebé toda la noche.

—¡Quiero quedarme con Mikomi! —gritó Shippo. Llevó bastante convencer al cansado zorrito para que se quedara con Sango, y al final accedió. Bueno, en realidad no accedió. Se quedó dormido en medio de la discusión.

El posadero se mostró demasiado curioso en cuanto al extraño llanto del bebé, así que Kagome terminó acampando fuera, con Inuyasha montando guardia. Una cosa era explicarles las maravillas de la tecnología a sus amigos y otra tratar de explicárselas a un extraño. Ahí fue cuando se dio cuenta de que iba a tener que poner mayor cuidado con los extraños que vieran a Mikomi. Seguramente la verían más como un demonio que como otra cosa.

Anoche no hubo ninguna posada para que se quedaran sus amigos, así que tuvieron que escuchar el llanto constante del bebé electrónico una vez más. Kagome trató de disculparse por la mañana haciendo el desayuno, pero sus ojos no enfocaban lo suficiente para poder echar el agua en los recipientes del ramen, así que acabó dándoles a todos barritas energéticas. Aquello no le sentó bien al hambriento grupo, especialmente al hanyou, que siempre estaba deseoso de ramen. Le dijo lo que pensaba exactamente de la barrita a su habitual y colorida manera.

Y así fue cómo la miko acabó llorando en medio del campamento.

—Deja esa estúpida cosa aquí, Kagome. Puedes recogerla de camino a casa. Qué más da si suspendes. —Kagome y Shippo ahogaron un grito de horror ante la sugerencia de Inuyasha. Sango y Miroku observaban expectantes. Parecían esperanzados por que pudiese pensar que era una buena idea—. Suspendes todo el tiempo en el colegio, ¿verdad?

El bebé de KagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora