DEATH - NUEVAS ESPECIES.

Prólogo.

Death era consiente de su temible presencia, sabía el poder que tenía su detonadora mirada. No era ningún tonto como para saber que representaba un peligro de un gran calibre, incluso para los de su propia espacie.

Motivo por el cual se mantenía furtivo tras la sombra de los colosales árboles, observando con detenimiento al equipo especial de machos que el consejo enviaba cada tres meses sin falta a descargar mercadería que le serían de ayuda para su supervivencia en los próximos tres meses.

Esos escasos minutos eran el único momento más cercano al que se le podía tener como permitido interactuar con su pueblo, aún así sea desde la penumbra.

Los desplantes que había armado los primeros meses de su rescate habían sido el detonante como para que Justice tomara la decisión de mantenerlo completamente aislado de todo y todos.

Era eso, o morir.

Su mirada aún la tenía fija en las especies que descargaban rápido y sigilosos aquellas bolsas llenas de víveres a los límites de su territorio. El ambiente era tenso y molesto, odiaba ver machos tan cerca de sus tierras, el lado posesivo que tenía dentro trataba de salir a flote y arrancar gargantas desde los más profundo.

Pero esa misma tarde, algo había cambiado dentro de la dura coraza del macho. Esos agudos sentidos de depredador que le exigían deseosos sangre y guerra, habían sido apaciguados al sentir en el espeso aire aquellas pequeñas y casi inexistentes motas dulzonas.

Death jamás había olfateado algo tan exquisito en toda su vida, por un momento creyó que estaba en algún tipo de sueño, hasta que su cuerpo le gritó que debía buscar de donde provenía tan delicioso manjar. Se prometió a sí mismo que haría todo lo posible por encontrarlo a cómo dé lugar, sin importar los riesgos que podía sufrir en el camino.

Sin siquiera saber, aquella fuente dulce que juro encontrar, era nada menos que una pequeña criatura pecosa, de ojos grandes y muecas graciosas.

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