𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐂𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐓𝐫𝐞𝐬

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– mis bebés, si supieran cuanta felicidad me han traído con esta noticia, y ahora que se que cuando se entere su papá no se imaginan lo feliz que estará, papá y yo los esperaremos con mucha emoción

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– mis bebés, si supieran cuanta felicidad me han traído con esta noticia, y ahora que se que cuando se entere su papá no se imaginan lo feliz que estará, papá y yo los esperaremos con mucha emoción.

Después de descansar un poco en el parqué me dirigí a la casa.

Entre, me quite los zapatos y fui a la cocina a tomar agua, escuche la camioneta de Bill, rápido corrí a la puerta, abrí y me quedé hay parada mirandolos, Luz y su esposo salieron aún que la verdad no sabía que el viajaría con luz, su esposo bajo el equipaje y Luz se aproximo a mi y me abrazo

Luz – kass!!!, ya quería verte, te quiero mucho mucho

– luz, yo también te quiero, ya te quería ver

Su esposo se acercó a mí a saludarme, volteé a ver a Bill, pero él parecía tranquilo.

–hola kassandra, Luz no deja de hablarme de ti y de sus locuras

– así, que bueno, espero que te haya dicho cosas buenas, pero pacen están en su casa – me hice a un lado para que ellos pasarán y luego Bill entró, y se puso atrás de mi y me puso sus manos en el vientre, tomé sus manos y las subí un poco.

Cerré la puerta

–bien, han de haber llegado cansados así que por que no los llevó a la habitación que Bill preparo para ustedes.

Deje que ellos pasarán primero
Y atrás de ellos me dirigí, pero Bill me jalo de la mano y me presiono contra su pecho y me apretó una nalga

– mi Hermosa mujer

– Bill, no Ahorita – alcanzamos a luz y a su esposo.

Llegamos ala habitación

– bueno Luz pues está es sus habitación, están en su casa y si se les ofrece algo pueden pedi.....

–pedircelo a la señora que está haya abajo, ella se encargará de lo que necesiten – dijo Bill y yo lo mire algo extrañada pues no teníamos a ninguna señora.

– nuestro cuarto es el de enfrente,  los dejamos para que descansen

Salimos de la habitación y nos fuimos a la nuestra y al entrar me comencé a desvestir, para ponerme algo más cómodo.

–Y como esta eso que tenemos a una señora aya abajo?

– no quiero que nos molesten, no estamos acostumbrados a eso, siempre estamos tu y yo – se acercó a mi, me volteo y me volvió a presionar contra el.

– Penny, despacio, no me aprietes tan fuerte, me duele un poco la panza

– perdón pequeña

– no te preocupes, perdóname a mi, soy una humana muy delicada

–no, mi amor eres una humana muy fuerte, soy yo que soy muy brusco, se que podemos hacer, una de tus cosas favoritas.

𝙈𝙚 𝙚𝙣𝙖𝙢𝙤𝙧𝙚 𝙙𝙚 𝙪𝙣 𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙢𝙖𝙡𝙞𝙜𝙣𝙤  ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora