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Aquella mañana parecía distinta, su departamento inusualmente no parecía tan pequeño, su espejo mostraba un rostro sin ojeras y su cabello no estaba para nada diferente, pero ese no era el caso. Algo era distinto.

-¡papá!- gritó un pelinegro mientras saltaba sobre el mayor -¿Es sabado, podemos ir con Tweek?- 

La mención del rubio hizo que un raro sentimiento se alojara en su pecho, ¿sería a caso el placer que sintió cuando su hermana le pidió disculpas por haber dudado de Tweek?

-podriamos, pero será mejor ir a visitar a tus abuelos primero- se levantó con el niño en hombros hasta el baño. Ben era conocido por dejar su aseo bucal para después de la cena.

-pero Tweek dijo que ellos eran malos- el niño hizo un puchero -son malos contigo- fue rápidamente despeinado por la mano de su padre.

-Tweek estaba muy estresado. Butters, el dueño de la pastelería, lo molestó un poco- 

-¿no viven juntos porque está molesto?- y entonces el pelinegro  se atragantó con el enjuague bucal -¿se casaron porque están enamorados, verdad?-

Tal vez debió pensarlo mejor. Debió haber supuesto que Ben tendría curiosidad por todo lo que estaba pasando

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-¿entonces, que tal la vida de pueblo?- preguntó, mientras sacaba grandes cajas con productos comestibles -nada bien, ya que llamaste-

-debo destruir a ese rubio pretencioso- condujo las cajas detrás del mostrador cada que el castaño le pasaba los encargos.

-¿hablas de la pastelería?- miró por la ventana, como los clientes se aglomeraban solo por un pedazo de lo que parecía a sus ojos un pedazo de pastel pequeño con excesivo azúcar -acabalo- el rubio entonces solo sonrió.

-prepararé magdalenas, ¿quieres un poco?, puedo reservarte las que sobren- volteó los ojos cuando vió la cara de asco del francés.

-no puedo. Lucy necesita una computadora y cada turno cuenta, a menos que necesites otros mil kilogramos de azúcar, ni trates de llamarme- estuvo a punto de irse, pero el rubio lo detuvo.

-dime que no estas... ya sabes, en problemas- lo miró a los ojos, pues conocía el pasado conflictivo de su amigo, quien solo guardó silencio un par de minutos para luego negar -¡Christophe!-

-No estabas- recriminó no pudiendo mirarlo a los ojos -no tenia a alguien que me dijera lo que tenia que perder-

-tienes una hija- lo miró desaprobatoriamente.

-trataré de terminar con todo eso. Solo promete que estarás aquí, al menos hasta...-

-¿hasta qué?- el castaño solo lo ignoró y subió a su vehículo -Chris, sal del puto auto y dime qué ocurre- y la camioneta arrancó -hijo de puta-

-¿quién es un hijo de puta?- el rubio fue sorprendido por una despampanante mujer que parecía haber vuelto de hacer sus primeras compras.

-Bebe- se sorprendió al verla detrás suyo -no sabia que estabas  por aquí-

-bueno, necesitaba hacer unas compras, ya sabes- cubrió las bolsas con su saco, impidiendo que el rubio siquiera se imaginara que era lo que llevaban dentro -y también, necesitaba decirte algo, algo importante-

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Suspiró con pesadez al tocar la puerta de sus padres. El pequeño pelinegro apretó uno de sus dedos tratando de animarlo. Parecía que siempre era él quien recibía apoyo y no al revés, algo que debía corregir.

Su madre mostró desaprobación desde el momento en el que las puertas de aquella casa se abrieron. Ben pasó rápidamente a saludar a su abuela, cambiando la tensión que se formaba, en una sonrisa por parte la mujer, quien solo atinó a cargarlo.

Las reuniones familiares no solían ser agradables para Craig. Sabia muy bien que en cuanto cruzara aquella puerta, todos se sentarían en la mesa como si fueran una familia feliz.

-entonces, otro matrimonio- suspiró la mayor de la familia.

-si, pensaba decírselos, bueno, Tricia si que se quedó con toda la información- sonrió mientras llevaba una de las fresas a su boca, viendo como ambos adultos observaban a la menor.

-me agrada- dijo sorprendiendo a los mayores. Su hija era la principal crítica y fuente de información cuando se trataba de su primogénito -aunque no me gusta mucho su café-

-es porque no sabes nada de un buen café, hermanita- la cobriza volteó los ojos.

-¿Cómo es que tu y el hijo de Richard...?- El padre de familia apuntó incomodo la espontánea relación de los jovenes que en algún momento el encontró golpeándose en las escaleras de la escuela.

-no es de su incumbencia-

-Lo es si quieres que Ben tenga un futuro- esta vez el pelirrojo miró en dirección de su esposa -¿lo investigaste?-

-por supuesto que si- entonces el semblante del pelinegro mostró la poca paciencia que guardaba hacia sus padres -pero no hay nada que diga que es un mal chico, lo cual me sorprende-

-¿saben qué?- interrumpió ambos teniendo presente las palabras que el rubio tiró sobre toda su familia el día anterior -hasta aquí- se levantó llamando al pequeño con la mirada.

-¿qué quieres decir con eso, hijo?-

-alguien muy inteligente me dijo que Ben no necesitaba escuelas caras o un buen seguro dental- el niño mostró alegremente sus dientes hacia sus abuelos -el necesita un padre, así que todo esto- señaló a la mesa en general -se terminó-

Craig agarró la mano de Ben tratando de dirigirse a la salida, pero entonces una copa chocando contra la mesa de vidrio lo detuvo en seco.

-¿y quien crees que tendría la custodia de Ben, si se decidiera que no eres capaz de ser su padre?-

El pelinegro sabia que tipo de intenciones ocultaban las palabras de su padre, pero trataba de calmarse a si mismo, tenia que ser lo suficientemente fuerte.

-la próxima vez trae a tu esposo a la cena, pronto vivirán juntos, después de todo- habló mientras aplastaba una pequeña uva.




Casados por accidente || CreekWhere stories live. Discover now