Epilogue.

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Takemichi no volvió a ver al rubio lo que restó del velorio, entierro y lo poco que quedaba del día; la mente de aquel viajero en el tiempo no dejaba de pensar en qué estaría haciendo Manjiro, dónde había ido y si la muerte de Draken causaría conflictos que él no podría sobrellevar. ¿Había sido su culpa que Ryuguji hubiera muerto? Manjiro le había pedido que no volviera y él lo hizo.

— Siempre que creo que estoy un paso adelante, en realidad retrocedo mil. — Bufó, pateando alguna que otra pequeña piedra en su camino. — ¿Debería buscar a Naoto para volver a mí presente?

Aquel oji-azul desistió de esa última idea cuando volvió a recordar que en ese presente Mikey le había disparado y no estaba muy bien, ¿siquiera seguía vivo allí? Temió seguir indagando en eso, no sabía si la respuesta que su cerebro iba a darle le gustaría.

Ya era demasiado tarde cuando iba llegando a su casa, el tiempo había pasado volando y no era para menos, sucedieron muchas cosas en pocos días; Senju quería ir al velorio, pero Takemichi le dijo que mejor no apareciera, quizás sería peligroso si en realidad la buscaban a ella, así que la mandó a su hogar. Takeomi por otro lado, sí asistió, sin poder creer todavía que aquel rubio alto realmente había muerto.

Hanagaki no iba a mentir, seguía en shock y lo poco que ha podido llorar fue porque vio a Sano de frente, como si todas las culpas del mundo lo obligaran a llorar y pedirle perdón de rodillas, pero además de eso, no pudo volver a soltar lágrima alguna. ¿Había algo que él pudiera hacer ahora para cambiar todo lo ocurrido? El salto en el tiempo lo desató Manjiro esa vez, así que quizás no serviría de nada ir donde Naoto, además no quería ver a Hina hasta no arreglar todo lo que estaba pasando.

Pensar tanto le estaba dando dolor de cabeza, tal vez hasta migraña, ya no quería pensar en nada, simplemente quería que todo lo que pasaba sea una pesadilla y cuando despierte, las cosas tengan un rumbo mucho mejor que futuros y presentes llenos de muertes dolorosas.

Cuando entró a su casa, saludó a su madre y se dirigió a su cuarto, necesitaba descansar al menos unas horas, luego podría seguir investigando qué estaba pasando en ese pasado y unir hilos con un posible futuro ahora que Draken murió. Subió las escaleras lentamente, como si pudiera atrasar el tiempo de esa forma, bastante estúpido si alguien se lo preguntaba.

La tranquilidad no era muy aliada de Hanagaki Takemichi porque cuando entró a su cuarto, una sombra sentada en su cama lo espantó a tal punto de que se dio la cabeza contra la pared de la impresión, quedando adolorido y confundido.

— ¿Quién eres? ¿cómo entraste a mi habitación? — Comenzó a preguntar apresuradamente, cayendo en cuenta de algo que lo alarmó —, ¿has amenazado a mi madre? — Casi gritó, pero sin moverse.

— ¿Ken-chin aún vivía en el futuro? — Preguntó aquella silueta, su voz había salido rasposa.

— ¿Mikey-kun? — Habló impresionado Takemichi, comenzando a acercarse.

— Responde. — Demandó el más bajo, causando que el contrario detuviera sus pasos.

— Sí, él aún vivía. — Respondió, girándose para encender la luz, pero la voz de Manjiro lo detuvo en seco.

— ¿Entonces por qué volviste, Takemichi? — Su voz cambió, era casi como de reproche.

— Porque tú no estabas allí. — Dijo cabizbajo, tomando fuertemente los bordes de su camisa.

— ¡Pero Ken-chin sí! — Gritó, causando un pequeño salto en Hanagaki. — Ken-chin sí estaba en ese futuro, mierda. — Se oía como si se estuviese quebrando nuevamente ahí mismo.

Takemichi dejó de lado la idea de encender la luz y se encaminó a la ventana, corriendo las cortinas y dejando que sólo la luz de la luna entre en el lugar, y tomó asiento en el piso, mirando a Manjiro.

To: Ryuguji Ken. [Drakey]Where stories live. Discover now