Cama

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Disclaimer: Los personajes de esta serie de Drabbles les pertenecen a la Mangaka Rumiko Takahashi, en cambio la trama salió exclusivamente de mi mente loca e inspirativa. No se aceptan copias/plagio del mismo.

Summary: Pequeños relatos que te dejarán el cuerpo picando por más. Porque para Inuyasha y Kagome no importaba el lugar, ni el contexto, ni las personas a su alrededor, solo deseaban concluir el acto de máximo placer entre besos apasionados, gruñidos y un éxtasis delirante, expresando su mutuo amor mediante el calor de sus cuerpos. [Reto Kinktober 2020]

Cama

Soltó un suave suspiro al sentir el cálido tacto de unas manos masculinas sobre su espalda.

Aquellas se deslizaban con facilidad por todo el espacio permitido y se centraban en ciertos puntos que requerían más atención.

Reacomodó su cuerpo sobre el suave colchón teniendo cuidado de no desacomodar la toalla blanca que cubría su esbelto trasero y siguió sumergiéndose en las sensaciones que su masajista le accionaba.

No pudo evitar imaginarse que aquellas grandes manos se colaran por sus pechos y los apretara deliciosamente. Luego que la volteará salvajemente y le hiciera el amor como siempre deseó.

Sin poder evitarlo, imaginó toda la escena soñada y su corazón dio un vuelco.

«Si tan solo fuera más valiente y declarara sus sentimientos a Inuyasha»

De pronto, las manos del susodicho comenzaron a colarse entre la sábana blanca, que utilizaba en sus sesiones de masajes particulares, y sus sensibles pechos.

Un jadeo se escapó de su garganta y se volteó para obtener una explicación ante la acción.

Pero en cuanto vio la determinación en sus lagunas plateadas, supo lo que se venía. Sin mencionar que su miembro resaltaba en sus pantalones blancos.

Entonces decidió seguir su instinto...

—Ven aquí — ordenó aprobando sus intenciones.

Y el peliplata obedeció sus órdenes. Sus labios se mezclaron y sus lenguas comenzaron a arrendarse desesperadamente. Al parecer Kagome no era la única que deseaba esto, sonrió ante ello.

Rápidamente, le levantó la camiseta blanca a Inuyasha en busca de sentir su cuerpo desnudo. Este le ayudó elevando sus brazos y en un santiamén, aquella prenda quedó perdida en el piso.

Kagome decidió probar algo y untó sus manos en el líquido aceitoso a su derecha para luego esparcirlo por todo el pecho masculino, procurando delinear para músculo y relieve.

Inuyasha gimió roncamente cuando la joven se entretuvo masajeando sus pezones y decidió recostarse anhelando la próxima unión.

Cuando sus cuerpos calientes y resbalosos se rozaron, ambos gimieron suavemente y buscaron de nuevo sus labios.

Él se encargó de masajear abruptamente sus pechos, sin lograr abarcar la superficie de estos. Luego se entretuvo con sus delicados pezones erectos provocando jadeos en la joven al retorcerlos con sus dedos.

Kagome simplemente se aferró a su espalda y elevó sus caderas incentivando un roce que sabía que provocaría el delirio en el peliplata. Cuando lo escuchó jadear en su oído, una sonrisa pícara de instaló en su rostro y comenzó a recorrer su espalda, arañando suavemente la piel bronceada.

—Kagome... Te deseo — admitió perdido en las sensaciones.

—Únete a mi — más que una acotación sonó como una orden y el peliplata no dudo en obedecer nuevamente.

Cuando su miembro entró de golpe en su interior, no pudo evitar reprimir un fuerte gemido y recostar su cabeza fuertemente contra el colchón.

La sábana blanca seguramente ya estaba manchada de aquel líquido graso, pero a ella no le importó. Esto que estaba viviendo era lo que siempre deseó y compraría 100 sábanas, que luego quedarían manchadas, solo por estar con él, su apuesto masajista.

Inuyasha decidió incrementar el ritmo de sus embestidas y mordió su cuello salvajemente sintiendo como su miembro se mezclaba con la humedad del centro femenino.

Ella prensó sus piernas encima de sus caderas y la unión se volvió más profunda y directa. Ambos lo sintieron y se besaron desesperadamente en reacción a ello.

Sus gemidos audibles se mezclaban en la pequeña habitación y el constante golpeteó de la cama contra la pared les hacía la competencia.

La fricción de sus pechos, producto del aceite en ellos, se volvió más escurridiza sensibilizando aún más sus pezones. Inuyasha deslizó sus labios hacia su cuello mordiendo en el acto el pequeño lóbulo de su oreja, estaba cerca y sabía que Kagome se encontraba en igualdad de condiciones.

—Ahh... Inuyasha... — su garganta habló por ella.

De pronto, todo ese cúmulo de sensaciones llegó a su máximo placer. Ambos gimieron fuertemente sintiendo los espasmos recorrer sus cuerpos y la humedad de sus centros se incrementó.

Dejaron que aquellas sensaciones se extendieran por todas sus extremidades mientras los latidos de sus corazones perdían aceleración.

Cuando ambos lograron acompasar sus respiraciones, luego de unos segundos después del orgasmo, se miraron y sonrieron cálidamente.

Inuyasha ronroneó en su cuello y le susurró algo que la dejó ensimismada.

—Debes despertar, la sesión acaba de terminar.

«La sesión terminó.»

¿A qué se refería? ¿Sesión de sexo o...?

Espera...

Y como si se hubiese despertado de la peor pesadilla de su vida, fue consciente de la realidad en la que estaba sumisa.

Inuyasha la miraba con extrañes desde su altura imponente, pero a diferencia del otro Inuyasha, este se encontraba vestido con sus ropas blancas de profesión.

—¿Te encuentras bien, Kagome? — inquirió preocupado de su actitud.

Ella siempre se mostraba verborrea en sus sesiones, algo que a él le encantaba pues ese silencio incómodo que se generaba con sus demás clientes no sucedía con ella.

Pero hoy no la sintió así.

Estuvo callada la media hora de sesión que le correspondía y eso le dejó una sensación amarga en su garganta. Se mostró sumida en sus pensamientos que ni se preocupó cuando él, sin intención, se dejó guiar por sus manos y la tocó por debajo de sus pechos. Aquellos que siempre anheló tener.

No podía negar que Kagome era una mujer hermosa, ojalá algún día tuviera la oportunidad de tener una cita con ella, y si llegaran a algo más él no dudaría en aceptar.

Volvió en si cuando la sintió moverse y colocarse rápidamente una toalla sobre sus pechos, la ajustó bien y su esbelto cuerpo quedó medianamente cubierto.

"Con que todo fue un sueño..." — pensó en frustración mientras se dirigía hacia el baño.

Una vez allí observó su reflejo, se encontraba más nerviosa de lo habitual y sus mejillas ardían en color rojizo.

De repente, un pensamiento atravesó su cabeza y sus ojos se abrieron ampliamente sintiendo aún más vergüenza de la situación.

Solo esperaba que ningún gemido la haya delatado.

Fin

Palabras: 995

Notas de autor: ¡Lo sé! Suelo actualizar más temprano.

Con respecto al drabble, quise ser un poco original y darle un contexto para no hacer el típico sexo de cama. Espero haber cumplido con las expectativas deseadas.

Quiero agradecer como siempre a todos los que leen este fanfic. También los invito a que comenten, me encantaría saber sus opiniones.

¡Nos leemos mañana! Y disfruten de este exquisito drabble.

A little spicyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora