Capitulo 26

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"No soy un héroe No soy un ángel
Soy simplemente un hombre Hombre que está intentando amarla Al contrario de cualquier otro En sus ojos estoy" In her eyes, Josh Groban

Odiaba que la tratasen como si estuviera enferma. Desde el momento en que todos se enteraron, fue algo inevitable. Sólo su padre seguía tratándola normal,aparentemente, el haber pasado varias veces por la situación, lo hacía inmune a los cuidados excesivos que todos le proporcionaban.
La situación la fastidiaba, pero no la tomaba por sorpresa, esperaba este tipo de reacción de su esposo.
La naturaleza sobre protectora de su marido, iba a crecer a medida que su vientre lo hiciera.
Después de insistir con la visita del médico por un buen lapso de tiempo, Elizabeth terminó por acceder a
que viniera el doctor a revisarla, a pesar que se sentía mucho mejor y casi habían desparecido los
malestares matutinos, la cara de preocupación de su esposo, la convenció.
El anciano médico conocía a la familia Darcy desde que había llegado a desempeñarse en la zona.
Atendía al joven amo de Pemberley y a su hermana, de pequeños. Pero era la primera vez que lo
llamaban de la casa para atender a la nueva señora.
Fue recibido cordialmente por la Sra. Reynolds quien lo condujo hasta el escritorio del Sr. Darcy, que
esperaba su visita.
-Permiso señor, el doctor está aquí- anunció el ama de llaves.
-Gracias- dijo levantándose para saludar al invitado.
-¿Les traigo algo señor?- preguntó la Sra. Reynolds.
-Tráiganos el té.
La señora se retiró y el doctor saludó:
-¡Fitzwilliam, es un gusto verte!- exclamó el señor Gibson, uno de los pocos que lo llamaba por su nombre.
-Doctor Gibson, gracias por venir- dijo Darcy, mientras lo invitaba a sentarse.- Pasaron unos momentos,
conversando frivolidades, a la vez que les servían el té. Finalmente, el doctor habló:
-Bueno, imagino que el pedido que viniera no se debe a preguntarme el estado de los caminos.
-No, seguro que no- contestó pensativamente- Es por mi esposa, está embarazada.
-¡Felicitaciones!, es una grata noticia no venir por alguien enfermo.
-Gracias, realmente son noticias maravillosas, pero me preocupa. Quisiera que la revisara, está arriba, la
Sra. Reynolds lo acompañará. Me tranquilizará saber su opinión.
El doctor Gibson, subió las escaleras que llevaban al dormitorio. El ama de llaves golpeó la puerta antes
de entrar.
Elizabeth esperaba la llegada del médico en compañía de su cuñada.
-¡Qué alegría es volver a verlo!- dijo Georgiana y después agregó - Le presentó a la Sra. Darcy.
-Es un placer- dijo Lizzie y se inclinó para saludarlo- Dígame Elizabeth.
-El placer es mío, Elizabeth. Abajo, Fitzwilliam, me comunicó las buenas noticias. Felicitaciones- dijo.
-Gracias- respondió un poco sonrojada- ¿Qué más le ha dicho mi esposo?
-No mucho, no es de los más conversadores- comentó con una sonrisa- Me pidió que viniera a revisarla.
-Con su permiso, me retiraré- dijo Georgiana.
La señora Reynolds se quedó durante el examen.
Después de una breve revisión, le hizo ciertas preguntas para calcular la fecha aproximada del nacimiento
y evaluar el estado de salud.
-¿Los mareos y vómitos han disminuido?
-Sí, me voy sintiendo mucho mejor. Estoy recuperando el apetito y descanso bien- pero no se animó a
preguntarle si era normal el querer intimar con su esposo en este estado.
-Bueno, creo que está muy bien. No observó nada que me preocupe. Puede seguir haciendo lo que le
gusta con moderación. Menos montar a caballo. Ahora bajaré a tranquilizar a un padre primerizo
asustado.
Lizzie se rió con el comentario.
El doctor bajó al escritorio donde había estado un rato antes. Darcy lo esperaba impacientemente.
-¿Y bien?- preguntó apenas entró el médico al cuarto.
-Está teniendo un embarazo completamente normal y puede realizar las actividades que le gustan con
cuidado.
La cara de Darcy siguió revelando inquietud.
-¿Te preocupa algo más...tal vez quieres preguntarme algo?- dijo el señor Gibson leyendo su expresión.
-No puedo dormir pensando en que le puede pasar algo- respondió sombríamente.
-Fitzwilliam, nadie, excepto Dios, puede asegurarte que estará todo bien cuando llegue el momento- le dijo
apoyándole su mano sobre el hombro.
Darcy asintió con la cabeza, sabía que tenía razón y el temor que sentía no se iría hasta que el bebé y
Lizzie estuvieran bien.
-Lo que sucedió con tu madre, fue algo terrible, pero no siempre ocurre. No debes atormentarte con eso e
intenta mantener a tu esposa tranquila y feliz.
-Lo intentaré...aunque me tiene un poco intranquilo otra cosa.
-¿Qué es?
-Elizabeth es muy...vivaz...ella quiere seguir...usted sabe- respondió titubeante.
-Entiendo, ¿y cuál es el problema?
-¡Qué es impropio! Se supone que no deberíamos- dijo incómodo.
-Significa que tú no quieres...
-No, no es eso.
-Debo pensar que es por temor. Te hablaré desde mi experiencia de 30 años de médico y como padre de
12 hijos, si los dos están de acuerdo y ella no lo siente raro, no le hará nada malo. Además, el embarazo,
suele ser estimulante para algunas mujeres.
En esos momentos entró Lizzie. Darcy se levantó y la acompañó hasta un asiento.
-¿Hablaban sobre mí?- preguntó Elizabeth ante el silencio incómodo que siguió a su entrada.
-Sólo en términos estrictamente médicos- contestó el doctor Gibson- Le explicaba a Fitzwilliam que es
natural que las mujeres deseen a sus esposos durante el embarazo.
Los dos se miraron, y el rubor se intensificó en la cara de Darcy. Elizabeth contuvo una risa ante el notorio
fastidio de su marido.
-¿Eso preguntó mi esposo?- le dijo al doctor mirando a Darcy que negaba desesperado con la cabeza.
-Es obvio que tiene ciertos miedos. Pero creo que ya le he aclarado bastante.
-Gracias, doctor- interrumpió Darcy, elevando un poco la voz.
-Creo que he avergonzado a la pareja. Es que a mi edad, uno ya no se guarda las opiniones. Es hora que
me marche, aún debo pasar por los de los Watson, antes de la hora de la cena.
Se despidió de todos, dejando saludos para Georgiana y un criado lo acompañó hasta el carruaje.
No estuvieron demasiado tiempo solos, el Sr. Bennet llegó pocos minutos después y se reunió con ellos,
ya cambiado para la cena. Darcy se alegró al verlo, así evitaría las bromas seguras de su mujer.
Acabada la comida, fueron a la sala. Thomas y su yerno, se llevaban bien y la invitación para quedarse en
Pemberley se había extendido. Al escribirle a la Sra. Bennet para transmitirle la noticia del bebé,
aprovechó para comunicarle que se quedaría un tiempo más. Por supuesto, semejantes novedades,
afectaron los pobres nervios de la señora, quien se sintió ofendida por no recibir invitación.
Jugaron algunas partidas de cartas y luego, las mujeres, se retiraron. Elizabeth optó por no dormirse hasta
que llegara Darcy y, para ello, se puso a leer. Escuchó cuando él entró a cambiarse al cuarto contiguo.
Cuando ingresó al dormitorio, la vio sentada en la cama.
-Creí que ya estarías dormida.
-Decidí esperarte leyendo y no me di cuenta de la hora, realmente me resultó muy agradable el libro.-
Darcy se metió en la cama.
-¿Te molesta si sigo leyendo?
-No me molesta- respondió al tiempo que la besaba en el cuello y detrás de su oreja.
-Lo que estás haciendo me distrae demasiado para poder continuar con mi lectura.
-¿Te parece?- preguntó inocentemente, besando su boca y arrojando el libro al piso.
-Creo que las palabras del médico han borrado tus temores- le murmuró Elizabeth al oído.
Darcy despertó agitado en medio de la noche. Se sentó en la cama y miró a Elizabeth que dormía a su
lado. Había soñado con la muerte de su madre y temía que a su esposa le pasara lo mismo. Limpió la
transpiración de su frente, necesitaba aire fresco.
Se levantó de la cama y se puso su bata azul para cubrir su desnudez. Volcó agua en el recipiente y lavó
su cara. Luego fue hasta la ventana abierta y respiró el aire nocturno.
Estaba distraído en sus pensamientos cuando sintió el cuerpo de Lizzie contra su espalda y con sus
brazos rodeándolo.
-¿Qué haces levantado?- le preguntó.
-Hace calor y necesitaba aire.
Elizabeth se movió para quedar de frente a él.
-¿Pasa algo?
Nada- contestó Darcy sin poder verla a los ojos, sin saber que su mujer ya conocía su incapacidad para
mentirle mirándola.
-Ven a la cama conmigo- le pidió tomándolo de la mano y tirando de ella.
Mañana, de alguna manera, tendría que averiguar lo que le sucedía a Darcy.
Él la siguió obediente y volvió a acostarse. Ella se acomodó en su pecho y él acarició su pelo, sin dejar de
pensar que no podría seguir viviendo si a ella le sucedía algo malo.

Secuela de Orgullo Y PrejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora