Capítulo 32

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Se separaron jadeantes, necesitaban recuperar el aire. Cuando Darcy la soltó, Elizabeth creyó que sus piernas no podrían sostenerla y se aferró a él. Aún tenía la cara enrojecida y la marca de las lágrimas que caían sobre sus mejillas.
Se miraron por un momento sin hablar, hasta que Darcy, tomándola por la cintura, la condujo hasta la cama. Ella se dejó llevar sin decir nada, el beso había borrado el enojo inicial, pero no significaba que se olvidaría tan fácil de lo sucedido. Él le sacó los zapatos y la ayudó a recostarse sobre la cama. Luego llamó a su doncella para que la desvistiera.
Aprovechó para salir a tomar aire. El controlarse después de ese beso había requerido un gran esfuerzo.
Bajó las escaleras en dirección al baile en búsqueda de su hermana.
Vio que estaba bailando y se acercó donde estaba Jane.
-Sra. Bingley, le pido que nos disculpe a Elizabeth y a mí, pero nos retiraremos prematuramente. Déle mis disculpas a mi hermana.
Jane lo disculpó, su esposo ya le había comunicado brevemente lo sucedido con Caroline y estaba preocupada por Elizabeth.
Darcy volvió a subir y entró en la habitación. La doncella se había retirado y Lizzie se encontraba acostada.
Cambió su ropa sin ayuda de nadie y, antes de meterse en la cama, le preguntó si necesitaba algo. Ella le pidió agua y la bebió rápidamente. Cuando se acostó, ambos se quedaron mirando el techo fijamente sin hablar, la música de la fiesta era lo único que se escuchaba. La oscuridad de la habitación era iluminada por el fuego de la chimenea. Darcy giró hacia ella, extendiendo su brazo para abrazarla, pero Elizabeth se dio vuelta, dándole la espalda.
Ninguno de los dos podía dormir, la sóla idea que, los labios que ella tanto deseaba habían estado en
contacto con los de Caroline, le produjo náuseas. Se sentó en la cama, el bebé no se quedaba quieto y sentía que su panza se endurecía. Poco después, decidió levantarse y caminar un poco por la habitación.
Su esposo la miraba preocupado, ella lo podía sentir.

-¿Te sientes mal?- terminó por preguntar.

-Sí, así es.

Darcy se levantó y se acercó a ella.

-¿Puedo hacer algo?

-Ya hiciste suficiente- fue la respuesta hiriente que le dedicó.

Pasó otro rato, en que ninguno los dos habló, hasta que, Lizzie dijo:

-Creo que necesitaré un médico.

Las palabras fueron un puñal en el pecho de Darcy, que inmediatamente llamó a un sirviente para pedirle

que buscaran al doctor Gibson, quien se encontraba en la fiesta.

El médico no tardó en subir y, con él, también lo hizo Jane. Los dos entraron en la habitación y le pidieron

que saliera de la misma. Pasaron poco más de diez minutos, cuando Jane salió de la habitación y le dijo

que entrara.

Elizabeth estaba acostada en la cama, sus ojos oscuros mostraban cierto temor.

-Fitzwilliam...Elizabeth- dijo el doctor mirándolos- Espero que no se ofendan con lo que les diré.

Los dos lo miraron con gran respeto y temor.

-Quiero que sepan que, si no dejan las tonterías de lado y comienzan a comportarse como verdaderos

adultos, este embarazo no llegará a término.

Tomen lo ocurrido esta noche como una advertencia. Hoy no llegaste a tener contracciones, el próximo

disgusto, ¡quién sabe!- dijo enojado el doctor.

Darcy iba a empezar a hablar, pero el médico lo interrumpió, dejándolo con la boca abierta.

Secuela de Orgullo Y PrejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora