Capítulo 33

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"Vale la pena esperar por tu amor porque un día llegará"

Un día llegará, Josh Groban.

Elizabeth necesitaba descansar, después del esfuerzo realizado, sólo recibió las visitas de una llorosa

Georgiana y de sus padres por unos breves minutos.

La Sra. Bennet no paró de exclamar que el niño era el vivo retrato de su padre y lo orgullosa que estaba

porque su Lizzie le había dado un varón en el primer intento. El Sr. Bennet estaba realmente emocionado

y orgulloso de su niña, compadeciéndose de ella, sacó a su esposa de la habitación para que Elizabeth

descansara.

-William, por favor, baja a cenar algo. Una de mis hermanas o mejor, Georgiana, puede quedarse conmigo

por un rato.

-Veré quien está levantado- dijo accediendo al pedido para no preocuparla. Apenas salió de la habitación,

la Sra. Reynolds entró con una sopa caliente.

-Gracias, pero no tengo apetito- dijo Lizzie.

-Órdenes del doctor- le respondió el ama de llaves y sin hacerle caso se sentó junto a ella para servirle la

sopa- Cuando el niño se despierte, la ayudaré a darle de comer.

-No creo que sea necesario- contestó un poco avergonzada.

-Sí, si lo es. Usted piensa que es fácil, pero le aseguro que no lo es- respondió firme.

En ese momento, entró Jane con la pequeña Beth en brazos.

-La Sra. Reynolds tiene razón, Lizzie. La primera vez fue de mucha ayuda la presencia de mamá.

Cuando el pequeño William despertó reclamando comida, las dos mujeres se encargaron de explicarle y

ayudar a Elizabeth en ese gran momento de su vida.

-Me quedaré a pasar la noche contigo- dijo Jane.

-¡Oh, no Jane! Tienes que ir a descansar, cuida de mi ahijada y de tu esposo. Alguna de mis criadas se

quedará conmigo.

-De ninguna manera, señora, la dejaré a cargo de esas muchachitas. Me quedaré yo- dijo la Sra.

Reynolds.

Después de la medianoche, Darcy entró silenciosamente en la habitación. Lizzie dormía profundamente,

cerca de la cama, en una pequeña cuna, el bebé estaba arropado.

La Sra. Reynolds sentada cerca del fuego, se levantó al ver al joven amo. Él se llevó su dedo índice a la

boca para indicarle que no hable. Miró al niño dormir y le acarició la mejilla suavemente.

-Sra. Reynolds, puede retirarse, me quedaré yo- susurró.

-Señor, creo que es mejor que duerma un poco. Esta es tarea de mujeres- le respondió en el mismo tono

silencioso.

-Dormiré acá. Si necesito ayuda, la llamaré- le contestó firme en su decisión.

La anciana señora se retiró de la habitación muy poco sorprendida por la resolución de su amo. Ya

Secuela de Orgullo Y PrejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora