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LA MADRIGUERA
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Sirius Orion Black había muerto a los 36 años, con toda una vida por delante después de haber cumplido una sentencia que no se merecía. Después de haber pasando más de la mitad de su vida sin libertad; primero, por las creencias de su familia y luego, por un crimen que no cometió...

Jodidamente injusto.

Debido a ello, solo me separé de Remus para abrazar a Harry y decirle lo mucho que lo sentía. El pobre niño incluso lloró en mi hombro y me sentí muy mal por él, ya que en su corta vida, ya había lidiado con muchas tragedias. Pasado un rato, el Sr. Wealsey le informó de que Dumbledore quería verlo en Hogwarts antes de que regresara a la casa de su tía muggle a la mañana siguiente.

— Tu madre no estaba ahí— dijo Harry, secándose inútilmente las lágrimas ya que seguía llorando.
— Pero Bellatrix nos preguntó por ti, quería saber dónde estabas. Obviamente, no le respondimos, pero escuché cómo le dijo a Lucius Malfoy que a Circe no le gustaría eso.

Tragué saliva y sentí como se me ponía la piel de gallina y como los escalofríos me cubrían el cuerpo entero. Que se joda. Aparté cada pensamiento sobre mi madre porque ella estaba lejos de ser mi prioridad en ese momento.

— Chiquilla, ¿por qué no llevas a Remus a la mesa? No ha bebido nada desde que llegó y... estoy preocupada por él. Tal vez tú puedas convencerlo — La Sra. Weasley me habló con el tono más suave que pudo y con un rastro de lágrimas sobre su rostro.

Asentí y ayudé a Remus a levantarse del sofá y a sentarse en la mesa de la cocina. Ya no lloraba, pero la expresión de su rostro era devastadora. Su cabello estaba desordenado, sus ojos un poco hinchados y su piel mucho más pálida, haciendo que sus cicatrices fueran más visibles. Me sentí absolutamente mal por él.

— Remus... por favor, toma un sorbo de agua al menos — le intenté animar en un susurro.

— No puedo... — dejó escapar un largo suspiro y se pasó las manos por la cara. — Simplemente no puedo.

— Ni siquiera puedo imaginar tu dolor en este momento y realmente desearía que las cosas fueran diferentes...

Su voz se quebró un poco y otra lágrima salió de sus ojos. — Se ha ido. Canuto... Mi Canuto se ha ido. Por culpa de su propia prima... Bellatrix ni siquiera dudó.

— Oh, Merlín — le pasé el brazo por sus hombros y, aunque era mucho más alto que yo, le hice descansar la cabeza en mi hombro, mostrándole mi apoyo.

Sabía muy bien que Fred también estaba en la habitación, podía sentir sus ojos en mí de vez en cuando y estaría mintiendo si dijera que no lo había mirado ni una vez desde que puse un pie en la Madriguera, pero ahora, nada ni nadie me importaba más que Remus.

— He estado perdiendo a todas las personas que me importaban... Todas y cada una... Marlene, Peter cuando se unió a ese bastardo, James, Lily... y ahora, a él. Solo te tengo a ti, a Tonks y a Harry, los demás, se fueron...— el hombre susurró, tratando de no tartamudear.

— Siempre me tendrás, Remus. No importa qué, siempre me tendrás.

— Lo sé — dijo tomando mi mano entre las suyas. — Y no voy a dejar que tu madre te ponga un dedo encima. No me importa si tengo que terminar con ella yo mismo. No permitiré que ella te vuelva ha hacer daño, y sé que más de uno en esta habitación está de acuerdo conmigo.

Kingsley apareció en la puerta y dejó escapar un largo suspiro, mostrando lo cansado que estaba.

— ¿Cómo está Dora? — Preguntó Remus, levantándose a toda velocidad.

WICKED HATE | FRED WEASLEY (traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora