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CALLEJÓN DIAGON
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Me levanté del regazo de Fred tan pronto como George entró en la habitación con una sonrisa cómplice en su rostro. Los tres nos quedamos en el dormitorio de los gemelos durante el resto del día charlando y escuchando algo de la música que tenían los chicos. Al anochecer, estaba exhausta y la Sra. Weasley me ofreció una de las habitaciones vacías de sus otros hijos, así que terminé en una con las vistas más altas y con la pared roja llena de posters de quidditch y de diferentes criaturas mágicas. Especialmente, estaba llena de imágenes de dragones, por lo que pude suponer que estaba en la habitación de Charlie Weasley.

Sin atreverme a indagar un poco más en la habitación, me dejé caer en la cama suave y limpia e inmediatamente me quedé dormida bajo la luz de la luna llena.

Para cuando me desperté a la mañana siguiente, Remus ya había llegado, bastante demacrado y con una nueva cicatriz en la cara, y me estaba esperando en la cocina con la Sra. Weasley regañándole por no comer lo suficiente.

Los gemelos bajaron las escaleras prácticamente detrás de mí, recién duchados y vestidos, con mochilas a la espalda, listos para irse también.

— Oh, ¿ya os vais? ¿Me vais a dejar sola? — La Sra. Weasley preguntó con un leve puchero, mirando a sus hijos. Los dos chicos pusieron los ojos en blanco al mismo tiempo;

— Te dijimos que pasaríamos nuestra primera noche en nuestro apartamento hoy, y no estarás sola, mamá, Ron y Ginny llegarán pronto.

— Oh, sí, mis bebés ya se van...— murmuró acariciando las mejillas de los gemelos y abrazándoles.

— ¿Lista para aparecer, querida? — Remus llamó mi atención, entrelazando su brazo con el mío.

— Claro. Sra. Weasley — la llamé. — Muchas gracias de nuevo.

Ella me sonrió ampliamente. — No hay nada que agradecer, querida. Eres bienvenida aquí cuando quieras.

Poco después, Remus agarró su varita y silenciosamente nos hizo desaparecer de la Madriguera. Cerré los ojos fuertemente intentando ignorar el revoltijo que se formaba en mi estómago debido el hechizo, y cuando finalmente sentí tierra firme bajo mis pies, abrí los ojos.

— ¿Dónde estamos?

— Chapman Street, uno de los barrios menos concurridos de Londres. Mi piso está en este edificio. Tengo hechizos antiapariciones en el interior para que nadie pueda entrar y te sugiero que hagas lo mismo una vez que Liv y tú tengáis el vuestro.

La casa de Remus era increíblemente agradable y acogedora, mucho más de lo que esperaba. Era bastante pequeña, con sus dos dormitorios individuales, y no tenía muchos muebles, pero el ambiente hogareño y suave que emanaba me hizo sentir cómoda desde que puse un pie dentro.
Las vistas no eran tan asombrosas o hermosas como las de La Madriguera o Grimmauld, pero aún así, tenían su encanto.

Una vez que Remus me mostró la habitación donde me alojaría, puso un disco de vinilo de Los Beatles en su viejo gramófono y preparó café caliente para los dos, nos sentamos en una de las ventanas con nuestras tazas y la música de fondo.

— Dora vendrá más tarde. Apuesto a que quieres verla, ¿verdad?— dijo, después de un par de minutos en silencio.

— ¡Sí! De hecho, la habría visto antes si me hubieras dejado...

— Sabes que el ponerte en peligro tontamente no entra en mis planes, Lilith. Ya es suficientemente peligroso vivir en medio del Callejón Diagon y el campo de Quidditch si las Arpías finalmente te hacen entrar en el equipo.

WICKED HATE | FRED WEASLEY (traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora