- sɪᴇᴛᴇ: ɪɴᴠɪᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ -

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Recordaba la primera ocasión en la que la trajeron más de dos horas dando vueltas por toda la ciudad buscando la dirección de la fiesta, era la primera vez que había sido invitada, y lo que le dada más alegría es que haya sido la anfitriona quién le dió la invitación personalmente tres días antes de la tan aclamada fiesta, era una chica de su mismo año, pero de otro salón, una chica bastante popular por lo que sentía cierto halago el ser invitada. Sin embargo luego de varias horas dando vueltas por la ciudad, se convenció que solo había sido un juego y Chaeyeon, que a pesar de que en ese momento ya no tenían una relación estrecha, fue quien le marcó para decirle que se dejara de humillar buscando la dirección pues solo estaba siendo un juego para los amigos de la anfitriona.

Estaba en su habitación pensando en que sería adecuado de usar en la fiesta de mañana, no había manera que se repitiera lo de aquella ocasión, solo era la casa de enfrente con Jay y el sujeto del carrito, no sabía quiénes más irían, quizás personas de la escuela que no conocía, o de otros lados de la ciudad, quizás más personas que pudieran tener una relación estrecha con su vecino, tal como se demostró con el chico rubio del carrito, aún seguía sorprendida de ello, sin embargo, todos merecen tener mínimamente un amigo, y al menos para ella, era imposible que existiera alguien completamente solo en este mundo. Jay era solitario, pero al menos ahora sabía que solo lo era en la escuela.

— Ah, debí preguntarle el nombre — dijo para si misma en cuanto se dió cuenta que no sabía el nombre del chico rubio.

Camino hacia su closet abriendo ambas puerta de para en par, para ver de la ropa colgada en su interior, tenía bastantes opciones para usar, pero no podía escoger realmente uno, no quería resaltar bastante, su estilo siempre se caracterizaba por único pero a la vez no tan llamativo; se llevó una mano hacia la barbilla mientras pensaba en que cosas podría combinar para hacer un conjunto decente, cuando escuchó el timbre soñar; su mamá aún no llegaba del trabajo, por lo que se encontraba sola en casa, así que se apresuró a bajar rápido y abrir.

Para su sorpresa era Jay quien tocaba el timbre, se quedó helada ante su presencia, jamás creyó que el fuera a cruzar la calle hacia su casa, el chica mantenía ambas manos en los bolsillos de su pantalón y estaba ligeramente encorvado. Se observaron unos segundos y luego entro a su casa sin su permiso.

— Adelante — soltó sarcástica.

Cerró la puerta y fue a seguir a Jay quien estaba parado en el distribuidor observado el reloj que había en la pared, no tardo nada en ponerse a su lado e hizo una seña indicando dónde estaba la sala para ambos dirigirse ahí.

— ¿Qué haces en mi casa? — se regañó internamente por tan a la defensiva que había sonado ello.

— Me dijiste que si quería las tareas viniera — respondió él en su habitual tono de voz.

Volvía a tener ese rostro serio, no quedaba nada del chico riendo que había visto hace tan siquiera alguna media hora, le parecía algo llamativo la versatilidad que podía tener, aparte, a como recordaba, le parecía que tenía una linda sonrisa el chico, aunque con ello hacía que toda su imagen de chico misterioso y peligroso se fuera por un caño.

— Oh, espera — se levantó del sillón para dirigirse a las escaleras.

Subió los escalones de dos en dos para llegar más rápido e ir a su habitación en dónde tenía todos sus cuadernos, los tomó apilando y apoyándolos contra su pecho para volver a bajar con ellos. Imaginó que Jay se habría parado a husmear por su casa o algo similar, pero no fue así, estaba en la misma posición que cuando había subido por los cuadernos, sentado en el sillón individual con ambas piernas separadas. Tenía el celular en su mano derecha y parecía estar interesado en lo que sea que estuviera viendo en la pantalla.

𝐑e𝚏lec𝚝iᴏn || 𝐉ᴀʏ 𝐏ᴀʀ𝚔 ✓Where stories live. Discover now