30

5.7K 263 156
                                    

Edén.

Porque el no los dominará; no están bajo la ley, sino bajo la gracia.

Romanos 6:14

ºº

Cuando un pesado objeto rodea mi cintura y hace presión en esta soy arrebatada totalmente de mi profundo sueño. Por lo caliente y las dimensiones de este acabo por deducir que no es un objeto cualquiera, sino que un brazo y mano. Hay un jodido brazo rodeándome la cintura mientras duermo. Abro los ojos de par en par, intentando que el pánico no me obligue a hacer algo estúpido, y lo primero que veo es la puerta de mi baño y mi armario. ¿Estoy en mi cuarto?

Controlando mi respiración bajo la mirada en dirección a la cadena humana que me sostiene sobre el abdomen, dando con mi tota desnudez bajo las sábanas. Solo visto las bragas de hilo que opté llevar por comodidad y mis morenos pechos están al total descubierto. Mierda, mierda, mierda. Intento voltear mi cabeza hacia atrás para ver quien está invadiendo mi cama pero una punzada en la cabeza me devuelve a mi posición de lado. Estúpida borrachera.

Respiro profundamente para calmarme ante la ridícula situación y vuelvo a observar el entorno. En el suelo se encuentra mi uniforme, el cual dejé ayer tras alistarme, el vestido de Mariah hecho un desastre, el par de tacones que usé y un par de zapatos que no reconozco. Mi teléfono no está sobre el mueble junto a la cama, ni mi cartera. La presión intenta dominarme pero quedo totalmente paralizada cuando detallo con mayor detenimiento la mano de quien me detiene.

- Tiene que ser una jodida broma. – Susurro para mí.

El dorso de la varonil mano tiene un tatuaje horizontal, de extremo a extremo, de una frase en un idioma que desconozco. No solo recuerdo haber visto esa clase de cita en otra parte del cuerpo de quien está tras mío, sino que lo reconozco porque sus manos han tocado y recorrido mi cuerpo como nunca nadie.

¿Me acosté con Caín?

Los recuerdos tras el erótico baile entre él, Raziel y yo son borrosos, y teniendo presente el dolor de mi cabeza, no creo poder recordar mucho en este momento. Sea como sea, tengo que salir de aquí antes que despierte. El hecho de que sea mi cuarto y no su casa hace más difícil huir porque no soy yo quien debería irse, sin embargo tengo ventaja y no pienso desaprovecharla.

Cuidadosamente quito su pesado brazo de mi cintura y lo dejo caer detrás de mí, deslizándome fuera de la cama y enfrentando mi realidad. Lo primero que noto es lo pesado que denso que siento mi cuerpo y cuanto me cuesta reproducir una acción, haciendo todo de malagana. Mis piernas no parecen poder sostener mi peso y mis brazos se sienten adoloridos. Sin embargo, ese dolor no es el que me preocupa, sino el que se posa en mi vientre. Es el mismo dolor que tuve tras mi primera vez con Caín, cuando mi cuerpo luchaba para acostumbrarse a sus exorbitantes medidas.

Solo espero haber usado condón.

Caín está profundamente dormido en la misma posición que yo hace unos instantes, apoyado sobre su lateral izquierdo y mirando en dirección a la puerta del baño. Su rostro está completamente relajado, su pecho se mueve de forma pacífica y su oscuro cabello se encuentra desordenado. Las sábanas cubren hasta la mitad de su pecho, y él tampoco viste algo en esa zona.

Mi mirada pasa de quien está invadiendo mi cama a la situación tras él, la cual es un completo desastre. Ropa, pertenencias, vasos y botellas cubren el suelo de ese lado de la habitación y la imagen es completamente desagradable. Masajeo mi sien sin saber qué hacer, hasta que el cuerpo de Caín suelta una especie de sacudida o salto fugaz que me sorprende. Este sigue durmiendo como si nada pero para mí es una señal para apresurarme.

Arder | Versión en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora