⚡️ Impulsiva ⚡️

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*Dato actualizado en la historia: El padre de Tarah y colin fue Coronel en las Fuerzas Armadas de los EE. UU., ahora está muerto.

Los hilos de luz que dejan las motos mientras se alejan, me hipnotizan por unos segundos, luego lo que dijo aquel conductor, me devuelve a la realidad.

Sin que Malcom diga una palabra, voy bajando de la torre de electricidad como puedo. Los guantes me ayudan a resbalar por las gruesas estructuras metálicas. Escucho su voz diciéndome algo que no logro entender; lo ignoro. No tengo tiempo para él. En mi veloz descenso, me golpeo el muslo, aprieto los dientes del dolor.

Levanto la vista para ver las motos, solo hay dos puntos en la oscuridad. Un sonido a mi lado me hace quitar la mirada. Es Malcom que baja resbalándose por la estructura como si estuviera corriendo una ola. Antes de tocar el suelo, brinca y cae rodando hasta que se pone de pie. Yo llego y caigo con dificultad.

Avanzo hasta mi moto, la enciendo y salgo.

Los otros dos están muy lejos. En el horizonte, puedo ver una línea que separa la parte oscura y vacía de donde estamos con la parte iluminada de la ciudad. No puede ser. Si ellos llegan a la ciudad, será casi imposible seguirlos y capturarlos sin que me reconozcan. Saben de ti. De pronto, siento que hay cientos de ojos vigilándome en la oscuridad. Descarto ese pensamiento porque ahora solo me distrae.

Presiono el acelerador, le doy con todo al turbo. Chispas amarillas salen del tubo de escape, un haz de luz dorada se difumina en el aire. Ellos no se dan cuenta de mi presencia, al parecer están muy concentrados en su conversación o la misma confianza que siempre han tenido de que nadie los atacará y la seguridad de que nadie extraño llegará a Los Sótanos, hacen que se descuiden. Aprovecho esa debilidad y voy acortando la distancia, sin embargo, sé que no lograré alcanzarlos.

De pronto, la moto de Malcom pasa por mi lado a una velocidad vertiginosa, como la que usamos en las carreras de Motocross, sin embargo, la distancia entre ellos y nosotros es mucha. Los otros pasan a la línea de luz hacia la ciudad. Malcom sabe lo que eso significa, así que baja un poco la velocidad. Sabe que los ha perdido. Yo, sigo, no paro y cuando me estoy acercando, él intuye que no pararé hasta impedir que lleguen a mi departamento y le hagan daño a Gavin, así que otra vez toma el control de su motocicleta y sigue. Me da un ligero cosquilleo en el estómago al saber que me entiende sin decir ninguna palabra.

Las calles ya están más iluminadas. Las personas abundan las calles en fiestas y bailes exagerados. Los otros siguen su camino zigzagueando entre la multitud y el tráfico. Los hemos alcanzado y los seguimos de cerca. Estamos esperando una oportunidad para evitar que lleguen a su destino. Ellos cruzan hacia la izquierda, nosotros hacemos lo mismo. Entramos a un callejón largo donde hay botes de basura maloliente a los lados. Malcom se acerca más a mí.

—Ahora —grita.

Presiono el acelerador con fuerza, la moto se lanza hacia delante y embiste por detrás a uno de ellos, mientras Malcom golpea al otro, pero ellos son expertos usando estos vehículos. Hacen una maniobra que en dos segundos sus motos giran y brincan apoyándose en la llanta trasera. Veo cómo saltan haciendo un arco, el tiempo parece que se detiene. Veo las llantas girar cerca de mi cara. Antes de que me golpee, Malcom le da una patada a mi llanta delantera y pierdo el equilibro. Me engañó. Es una trampa. Los tres me matarán. Pero antes de gritar y de que mi mente busque alguna forma de escapar, lo veo lanzarse de su moto y atraparme antes de que caiga al suelo. Sus cabellos y los míos se confunden, el ruido del metal y el concreto, la cabeza me da vueltas, siento golpes en los hombros, rodillas y caderas. Impactamos en uno de los botes de basura. Me levanto al instante, para mi sorpresa no me he hecho nada de gravedad, aunque Malcom no corrió con la misma suerte. Su traje se ha roto del abdomen y le ha cortado en esa parte. La sangre empieza a salir.

—No te muevas —le digo, asustada.

El runrún de los vehículos que nos esquivaron me pone en alerta. Los dos conductores están en el centro del callejón, sus llantas traseras ruedan con ferocidad sacando humo. Emprenden una carrera para atropellarnos. No le harán daño a Gavin. No le harán daño a Gavin. No le harán daño a Colin. Colin. Ellos mataron a Colin. Quieren matar a Gavin.

Arrimo un poco más allá a Malcom y voy por mi moto. La levanto, la enciendo y manejo hacia su encuentro. No me quitarán a mi amigo como me quitaron a mi hermano. Ellos no paran, yo tampoco. Antes de que impactemos, hago resbalar mi moto y caigo al suelo de espaldas. Ellos, como lo supuse, brincan otra vez sobre el obstáculo, pero esta vez estoy preparada. Saco mi arma, apunto hacia arriba y les disparo en las piernas. Uno de ellos aterriza con dificultad, pero logra tener el control otra vez y avanza hasta el final del callejón, mientras que el otro no lo logra y se estrella entre los basureros. La moto le aplasta el pecho contra la pared.

Me levanto y camino con cuidado apuntándolo. Él sigue ahí, con la mirada perdida. Se quita el casco desesperado. Tiene un hilo de sangre que le escurre de la boca y otro de la nariz.

—¿Quién me está buscando? ¡Dime! —le pregunto.

Abre los ojos y la boca, se rasga la garganta con urgencia. Caigo en cuenta cuando pongo atención a sus gestos. La moto, al parecer, le ha roto el esternón y las costillas. Guardo mi arma y trato de sacar su moto que está encima de él. Es muy pesada, más que la mía. Sigo luchando y lo logro. Lo arrastro hacia un lado, tiene el pecho hueco. Trato de abrirle los ojos, de que despierte; entonces Malcom me separa y le empieza a dar respiración boca a boca. Me arrodillo a un lado, me tomo los cabellos, miro de un lado a otro. Un repentino temblor nace desde mis piernas hasta mis manos , tengo la sensación de que el tiempo está por quebrarse en este momento, que mi vida va a quedar fracturada otra vez.
Los segundos son eternos, hasta que Malcom se repone. Tiene toda la cara manchada de sangre. Niega con la cabeza, empiezo a ahogarme entre mis sollozos.

De pronto, cierro los ojos y puedo ver la figura de mi padre en algún rincón de mi cabeza, mientras escucho su voz otra vez: siempre arruinas todo. Eres impulsiva.
Eres impulsiva.

Loca por el miedo de que me arrebaten a Gavin, lo he matado.

Loca por el miedo de que me arrebaten a Gavin, lo he matado

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Renacer ✔️Where stories live. Discover now