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Aplausos, gritos, palmadas en la espalda, ánimos y sonrisas

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Aplausos, gritos, palmadas en la espalda, ánimos y sonrisas. Había emoción y el ambiente mayoritariamente era de alegría, felicidad. Y entre todo eso, no estaba ella.

¿Quién?

Cedric miraba como un loco desesperado toda la gente que se encontraba ahí pues solo tenia un único objetivo. Encontrarla a ella.

¿Quién?

Miraba mucho donde dos cabelleras pelirrojas se encontraban vendiendo artículos y dulces entre gente, pero nada.

Absolutamente nadie.

No veía a la chica la cual no había dejado de pensar desde que hablaron por primera vez. Y es que, era imposible no hacerlo.

Ella, la causa de que sus días fueran más emocionantes... a parte del torneo. Una de las razones por las que estaba ahí. Ella le ayudó a participar. Mucho mérito, y muchos de sus logros, se lo debía a ella.

Sin ella, posiblemente seguiría siendo un cobarde. Un Hufflepuff más.

—¡Cedric! ¿Estás bien amigo?— le preguntó Anthony sacándolo de su trance.— ¿Pasa algo?

El Hufflepuff negó muy abrumado.
—Eh... ella, no está.— respondió con algo de inseguridad.— No... está. Me prometió... ella me lo prometió.

¿Desde cuando era tan importante su presencia? Ni que dependiera de ella... ¿o si?

—¿Quién?— le preguntó este sin entender nada, ahora mirando donde la multitud.
—¿Quién va a ser?— respondió este restándole importancia.

Anthony sonrió para si mismo y miró a su mejor amigo mientras le daba una palmadita en la espalda.
—No lo sé Diggory, ¿podrías refrescarme la memoria? ¿A quien buscas que taan preocupado te tiene, además de distraído?— siguió insistiendo el Hufflepuff.

El castaño suspiró y negó mientras iba con los otros campeones, pensando en que no podía dejar que alguien lo desconcentrarse. Él no era así.

—Cedric...— escuchó una voz por detrás.
—Brooke.— dijo inmediatamente girándose para hablar con ella.

Pero claro, Harry se asustó al ver la cara de decepción del Hufflepuff.
—Um, yo... lo siento.— se disculpó el mayor con algo de vergüenza intentando olvidar el hecho de que todos los estaban mirando.

—¿Te encuentras bien?— le preguntó el azabache intentando ser amable.— He escuchado hablar a los gemelos, ellos tampoco saben dónde está.

Cedric sabía de quien hablaban. Lo sabía perfectamente y vaya, sin duda no ayudaba nada saber que Brooke West estaba desaparecida. Aún así, no era un tema para preocuparse, ¿o si?

—No sé de que me hablas.— balbuceó el castaño intentando aparentar imparcialidad.
—¿Ah no? Umm... Cedric...— intentó explicarle el azabache con total fragilidad.

—No, no sé de quien me hablas, a todo esto, ¿es que tus amigos no han venido?— le preguntó saltando el tema, cambiándolo por completo.

Harry negó, aceptando lo cabezota que era el Hufflepuff y decidió rendirse. Era inútil intentar ayudar si la persona no quiere ser ayudada.
—Nos llaman, tenemos que ir.— le dijo el Gryffindor ahora algo nervioso por la prueba.

—Eh, claro.— respondió sin emoción alguna, ignorando todo lo que había dicho anteriormente.— Harry, buena suerte.

Mientras se encontraban ahí, podían oír claramente como voces entre el público lo llamaban. Cedric frunció el ceño y miró a los gemelos los cuales querían llamar su atención.
—¿Y ahora que?— se preguntó a sí mismo.

Fred frunció el ceño y como pudo, empujando a la gente se acercó al castaño quien no entendía nada, seguido de George.
—Dime que la has visto.— le pidió este con cara algo preocupada.

—No.— respondió con total frialdad.— Supongo que no le importó ni le importa el torneo como yo pensaba, más diría que es muy hipócrita de su parte no aparecer...

—Wow, para amigo, ¿estamos hablando de la misma persona? Sabes perfectamente, todos saben perfectamente que Brooke no se perdería un torneo por nada del mundo. Está claro que le ha pasado algo.— defendió George con tono serio.

—Nadie más que ella quería el lugar que estás ocupando tu, así que te recomiendo que piense bien tus palabras antes de abuchear a nuestra amiga, Diggory.— corroboro Fred cruzándose de brazos.

—¿Y por qué me lo contáis a mi? No tengo nada que ver con ella... ahora, gracias por todo pero debo irme.— murmuró el Hufflepuff viendo como Viktor lo llamaba con la mirada.

¿Sería verdad que Brooke estaba desaparecida?
—Muy bien campeones, ¿preparador para la segunda prueba?

Todos miraron al director de la escuela quien empezó a anunciar que la segunda prueba del torneo de los tres magia empezaría dentro de nada.

Y como Anthony suponía, Cedric se encontraba en las nubes, preocupado u pensando en lo que le habría pasado a su Gryffindor.
—No la fastidies Diggory... por favor.

Los cuatro campeones se colocaron en posición para lanzarse al lago y encontrar a su mayor tesoro, supuestamente escondido.
—¡Adelante!

Y así, tanto Fleur, Viktor, Harry y Cedric fueron en busca de sus tesoros, dejando una gran intriga a todos los expectantes de allí.

¿Que podía ser?

Cedric pensaba mientras se adentraba. Un tesoro se asociaba a las historias de piratas, puesto que pensaba que serían joyas o monedas... quién sabía.

El Hufflepuff vio como sus compañeros tenían problemas con las sirenas y por un segundo, dudo en ayudarlos.
—Pero... ¿qué?— dijo al ver algo extremadamente curioso.

Entrecerró los ojos antes de acercarse al supuesto tesoro del cual hablaba Dumbledore.
—No puede ser.

Nadó como nunca hasta llegar a su tesoro, más valioso e importante en ese momento para el, encontrándose con Brooke, inconsciente, atada a una cadena en el fondo del lago.

Así que desaparecida eh...
—Que tonto eres Diggory.

Rápidamente la desató como pudo para llevarla a la superficie y de paso ser el primero en ganar la prueba y tener ventaja sobre los
demás.

Al llegar a la superficie, todos empezaron a aplaudir de la emoción al ver al primer campeón fuera. Cedric por otra parte solo se fijaba en ella.

No salían las palabras.
—¡Diggory! ¡Aquí!— gritaban todos sacando del trance al chico el cual empezó a acercarse junto con la chica la cual no había dicho nada, solo lo abrazaba, ¿por qué?

—Brooke...— empezó decir este.
—Sácame de aquí.— le interrumpió ella con voz temblosa, cortante.

El Hufflepuff no discutió y solo hizo lo que ella le pidió. Aún así, en ningún momento la pensaba soltar.
—¡Feliciades Diggory!

Y aunque hubiera ganado, el castaño solo tenía ojos para la Gryffindor la cual parecía un gato al que no le gustaba el agua.
—Umm, yo...— empezó a decir este entregándole su manta para que estuviera más cómoda.— No tenía ni idea de nada de esto.

—Me imagino, y tranquilo, lo has hecho bien... felicidades.— respondió ella sin ni siquiera mirarlo.— Supongo... que ya nos veremos por ahí.

Y sin dejarle responder, ella ya se había ido hacia el castillo, dejándolo muy confundido.
—Cedric...— empezó a decirle Anthony.

No obstante, este ya lo tenía muy decidido.
—Ahora no, tengo que hablar con ella, no... no puedo alejarla más.

my game, my rules (Cedric Diggory)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora