✨Capítulo extra✨

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Mañana sería día de chequeo médico.

Su esposo, como siempre, estaba al pendiente de todo lo que incumbiera con el cuidado de su salud. No se le pasaba nada, incluso él llevaba todo el control en sus medicinas y cuidados posteriores a su cirugía; a pesar de que ya habían pasado tres años desde aquel momento tan delicado, seguía reacio a dejarla sola por mucho tiempo.

Se habían terminado de graduar y ahora vivían en Barcelona temporalmente, en un apartamento que rentaban mientras Allen trabajaba en diversos negocios en los que se había comprometido. Sin embargo, viajaban al menos una vez cada dos meses a Jacksonville para visitar a la familia de la joven y acompañar a su madre que, aunque ahora vivía con sus hermanos y su familia más cercana, aún seguía echando en falta la presencia de su esposo.

Becca miró la hora en su móvil y soltó un suspiro.

Allen aún no llegaba.

Pero confiaba en que lo haría pronto.

Él odiaba dejarla sola, aunque fuera por algunas pocas horas. No quería sentirse así, pero comenzaba a preocuparse en serio por la excesiva ansiedad de Allen en relación con todo lo que tenía que ver con su salud. Hacía un año que finalmente se habían casado e iniciado una vida juntos... Sin embargo, en el sentido sexual, las cosas se habían complicado desde entonces. Ya no era como antes.

Y no precisamente porque la llama se hubiera apagado.

Podía sentir en cada mirada suya el anhelo.

Pero también... el miedo.

Ante sus ojos, ella era un frágil cristal que no podía lastimar tanto. Y aunque intentaba convencerlo de que todo estaba bien, era... difícil. Allen no podía permitir que volviera a estar en una situación tan peligrosa, lo sabía. La amaba tanto que sacrificaba sus propios deseos solo por su bienestar.

Pero... aun así le dolía.

Porque no quería que nada cambiara entre ellos.

Aunque lo había hecho, casi de forma inevitable. Allen procuraba incluso usar protección en cada encuentro que tenían que, por cierto, cada vez sucedía con menos frecuencia. Él no lo confesaba, pero ella lo sabía.

Allen tenía miedo de embarazarla.

Y tenía bases para ello.

Los doctores habían sido muy claros con todos los cuidados que ahora llevaba, porque a pesar de tener una vida normal, tenía ciertas limitaciones impuestas, sobre todo físicas. Y embarazarse era una de ellas. No obstante, sí era posible.

Pero... riesgoso.

Ya lo había hablado con él y dejado en claro su postura: no importaba a lo que tuviera que enfrentarse, en algún momento quería tener un hijo, el fruto del amor que los dos habían construido y superado sobre todas las dificultades...

—Becca, podemos adoptar... No es tan malo, piensa en que yo lo fui. ¿No quisieras darle esa oportunidad a un niño sin hogar y sin padres? —había dicho Allen en su intento por hacerla cambiar de opinión.

No sonaba mal, pero ella tenía una ilusión.

—Los doctores dicen que es posible si llevamos todos los cuidados, no creo que sea tan peligroso... Yo aceptaría adoptar, pero antes quiero intentarlo. Si no es posible, entonces lo haremos. ¿Te parece?

Él había negado, preocupado.

Y tal vez un poco molesto.

—Lo siento, Becca, pero no está en discusión. No vas a embarazarte porque eso puede ponerte en riesgo, y no pienso vulnerar tu vida. Ni siquiera por...

Heridas Profundas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora