— ¡Alejate! — le grité con los ojos aguados.
— ¡No! — gritó enojado y preocupado.
— ¡Adios! — le grité llorando.
¿Como pasó esto? ¿Como fui tan tonta? ¡Le Creí! ¡Maldito mentiroso! ¡Me voy! ¡Esta decidido! ¡Me voy a Londres!.
Llegué a casa llorando de rabia y dolor.
— ¿Marisol? — preguntó mi abuela confundida al verme así.
La abrase fuerte y corrí a mi cuarto.
¡Iré a esa escuela! ¡No seré mas una tonta! ¡Él solo quería más fama! ¡Yo lo amaba! ¡Maldición!.
Armé mis maletas rápido, todo desordenado. Mi abuela entro a mi habitación y me miro como buscando una respecto a esto.
— Me voy a Londres, me voy a la escuela — dije casi llorando.
— Pero qué...
— Adiós, no hay vuelta a tras, no le digas a Abraham ni a nadie donde estoy — le dije casi en un susurro.
Dolía tanto mencionar su nombre. Antes de que ella hablara yo salí. Caminé a la esquina y cogí un taxi.
— Al Aeropuerto Central Enox — dije y comenze a mirar por la ventana.
Comenzaron a caer lágrimas de mis ojos. Me siento tan usada.
(...) Al fin, ya me encontraba en el Avión aunque mi sueño era que él llegara y me dijera que todo fue una confusión pero no era así y aparte no sabia donde mierda estaba.
Les deseo suerte a todos.
— Te amo, recuerdalo, se feliz, adiós — dije en un susurro mirando a la ventanilla.
El avión despego y se alejo de mi ciudad y del amor de mi vida.