- ʀᴇᴄᴜᴇʀᴅᴏ: ɴɪsʜɪᴍᴜʀᴀ ʀɪᴋɪ -

1.9K 220 149
                                    

— Estaremos bien, estaremos bien, se los prometo — decía una y otra vez aquella mujer de algunos cuarenta años.

— Tengo hambre, mamá — dijo una de las niñas.

El único varón de la familia solo se quedó callado, él también moría de hambre, habían pasado algunos tres días desde la última vez que había comido algún alimento, escuchó su estómago rugir fuertemente haciendo que su madres y hermanas volteen en su dirección, se hizo el dormido para que su madre no se sintiera mas presionada de lo que ya. Llovía fuertemente acompañado de ráfagas de viento, habían hecho un refugio provisional en lo que se trasladaba a otra ciudad por seguridad o una mejor condición de vida.

Riki escuchó a su hermana mayor sollozar, temblaba por el frío ambiente debido a la lluvia, pero tristemente no tenían con que cubrirse, y se sintió realmente mal, su hermana se había quitado su suéter para cobijarlo y pudiera dormir sin pasar frío hacía ya rato. Cómo le gustaría hacer más por ellas.

Era el único hombre en la familia, pero aún era un niño para poder ayudar debidamente; hacía meses habían recibido un telegrama en dónde se informaba la muerte de su padre debido a la guerra en la que tenían envueltos desde hacía cuatro años. Desde ese momento sus vidas cambiaron bastante, ya habían cambiado en cuanto la nación entro en guerra, pero ahora para ellos se había vuelto algo todavía más complicado tras el deceso de su amado padre.

La semana pasada el poblado dónde habían estado viviendo con relativa tranquilidad para los tiempos en los que estaban había sido bombardeando de manera constante hasta acabar con la ciudad provocando el deceso de varias personas. Y llevando a los sobrevivientes a evacuar el lugar.

— No parece que vaya a dejar de llover pronto — escuchó la voz de su hermana.

— Tranquila, esperemos pase pronto, no quiero que pasen más tiempo con hambre — escuchó ahora a su madre decir.

El chico solo se giró dándoles la espalda escuchando de la lluvia caer fuertemente, notó en uno de los charcos cerca a dónde se había acostado su reflejo, hacía bastante tiempo que no se veía a si mismo, sintiendo gran nostalgia por ver su rostro sin alegría una. Ya no era más ese niño juguetón e inquieto, no después de la partida de su padre a la guerra, no después de las contantes evacuaciones, no después de la muerte de su padre. 

Por el otro lado, su reflejo se sentía cada vez más y más ahogado por todo lo que a quien se le había encadenado se guardaba, sentía que en cualquier momento se desbordaría, tanto había metido en él, tanto se había estado guardando que lejos de sentirse realizado solo se sentía más y más miserable de su existencia. Empezaba a odiarlo, ¿por qué diablos tenía que guardarse todo? No solo tenía que estar atado a él por toda su mísera vida, también tenía que absorber lo que él no podía decir. 

Ambos se observaban con detenimiento, era un niño de apenas catorce años todo mugriento, hambreado y desnutrido. Se daba asco de ver a su reflejo, y su reflejo de la daba asco ser igual a él, era tan mediocre, solo esperaba que muriera pronto para así él también desaparecer. 

Para cuando volvió a despertar estaba siendo cargado por su hermana mayor, no sé había dando cuenta el momento en que está le tomó en brazos, según él no solía tener un sueño pesado como para no sentirla. Aún así, se sentía tan agotado, como si no hubiera realmente descansado nada, su estómago volvió a rugir ferozmente.

— Ya comeremos, lo prometo hermanito — dijo dulcemente su hermana mayor — Solo aguanta un poco más.

Ella aún no se había dando cuenta que Riki había despertado, lo llevaba a su espalda, era imposible que se diera cuenta, y él tampoco quería que ella supiera que había despertado, le costaba abrir los ojos, sus párpados eran tan pesados, notó que su madre iba ligeramente adelantada también cargando a su espalda a su hermana menor quién dormía.

𝐑e𝚏lec𝚝iᴏn || 𝐉ᴀʏ 𝐏ᴀʀ𝚔 ✓Where stories live. Discover now