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Hoy es nuestro último día de acampar, estos dos días han sido mis favoritos.
Ya que siempre estaba al lado de Alessandra, claro, algunas veces me iba con mis amigos.

Pero la mayoría del tiempo estaba con ella, con la chica de ojos avellana y sonrisa hermosa, con su cabellera un poco larga, sus mejillas coloradas, su cuerpo pequeño a comparación del mío.

De vez en cuando hacia algún chiste o me contaba alguna anécdota de su vida, como dije anteriormente, no era una persona muy extrovertida que digamos.

Pero aún así trataba de sacar ese lado de ella, creía que se estaba reservando o estaba incómoda conmigo a su lado.
Pero creo que se reservaba.

No me gustaría creer que se sentía incómoda.

- Me duele la cabeza.- dice Cassian a mi lado con su voz ronca.

- Cállate, no me dejas dormir.- me queje.

- Siento que voy a morir. ¿Por qué me dejaron tomar?

Ayer por la noche tomamos y fumamos, pero creo que el rubio se paso un poco.

- No nos dejabas quitarte la botella.

- No me dejen hacerlo otra vez.- se revuelve en su lugar como si fuera un gusano.

- ¿Quieren callarse los dos? Son las nueve de la mañana, por Dios.- dice Elena a nuestro lado.

Así habíamos quedado, Elena, Cassian y yo en una casa de campaña, Leon y Mina en otra.

- Perdón.- decimos los dos.

- Sólo duérmanse.

- Tienes razón.- la apoyo.- Vamos a dormir.

Me acurruco mejor a mi lado, pero de pronto siento un brazo rodearme el cuerpo, es pesado y fuerte. Es Cassian.
No es la primera vez que dormimos juntos, otras veces lo hemos hecho.

Cuando se pelea con sus padres, cuando hacemos pijamadas en alguna casa o cuando no quiere volver a la suya.
Y todas esas noches con él, me he acostumbrado a que me abrace, le gusta dormir así.

No me quejo, de pequeño le temía a la oscuridad y siempre abrazaba a su peluche horrible.

Era un osos café casi sin relleno, aún lo tiene, pero ya no duerme con él.
Y en vez de eso, cuando dormimos con el chico, siempre abraza a alguien.

Y casi sin darme cuenta, ya me estoy quedando dormido.


✨✨✨

- Recoge eso.- ordena la chica.

- Sí jefa.

- Ay chicos, me gustó mucho estar con ustedes estos tres días.- dice la novia de mi amigo.

- A nosotros también.- habla Cassian con una sonrisa.

- ¿Irán juntos a la universidad?

- Sí.- respondemos al mismo tiempo.

- Siempre ustedes cuatro.- niega con la cabeza de forma divertida.- Bueno, los dejo, tengo que acomodar mis cosas.

- Adiós Mina.- nos despedimos.

- Mierda, mañana entramos a la universidad.- habla Leon.

- Ni me lo recuerdes.- digo con cansancio.

- No creo que nos vaya tan mal.- dice la chica.

- Sí, eso dices siempre y al final terminas reprobando todas las materias.- la regaña Cassian.

- Eso no es verdad.- lo mira mal.

- Es verdad.- decimos todos mientras empacamos las cosas para irnos.

- Que feos son conmigo.

- No te hagas la dramática.- me rio de ella.

- Ya sabes cómo es.- apoya Leon con burla.

- Los odio.- nos fulmina con la mirada.

- Nos amas.- contestamos todos al unísono.

Y así nos la pasamos todo el tiempo posible discutiendo sobre quién ama a quién.
Sobre cómo nos irá en la escuela y todo eso.

La verdad yo no preocupo tanto, siempre he sido un chico que es aplicado en las clases y entrega todos los trabajos a tiempo.

Al igual que los otros dos chicos, aunque de vez en cuando se les pasaba uno que otro proyecto o tarea.

Sin embargo, Elena no tanto, hay días en los que no quiere hacer nada, en donde lo único que desea es quedarse en casa leyendo un buen libro de romance.

¿Quieren saber algo curioso de ella?

Bueno, es que lo que lee normalmente es de amor o misterio.
Pero más del primero, ella ama ese tipo de libros, en donde el chico hace todo por la chica, donde cambia y tienen un amor eterno.

Aunque aveces sus libros terminan en tragedias, pero aún así le gusta.

Y se preguntaran. ¿Por qué si los libros la hacen sufrir quiere más de ese tipo?
Bueno, porque es masoquista. No hay más. Punto.

Pero bueno, a pesar de que ama ese tipo de libros, en la vida real es todo lo contrario; odia el romance y le da asco ver parejas dándose mucho amor.

¿Es rara, verdad?

Pero regresando al tema de que estaba empacando, ahora me encuentro en camino al auto de Leon para subir mis cosas y las de la chica.

Estoy concentrado en mi tarea, que no noto que Alessandra esta a mi lado hasta que habla.

- Hola.

- Hey.- la saludo animadamente.

- Que rápido se pasaron estos días.

- Lo sé, ahora tenemos que regresar a nuestra triste realidad.- hago un patético puchero.

- Vamos, no es tan mala.- sonríe de lado.

- Solo un poco.

- Bueno, tal vez.

- Espero que te vaya bien en tu nueva escuela, Alessandra.

- También espero que te vaya bien en tu nueva escuela, Nicolás.

Mierda, la forma de pronunciar mi nombre, la manera en que arrastro las palabras y las dijo lentamente; me dejaron en otro mundo.

- ¿Puedo tener tu número?- suelto.

- ¿Quieres tenerlo?- alza una ceja.

- Sí.- la miro firme.- Quiero seguir hablando contigo.

- De acuerdo.- noto como sus mejillas toman un tono rojizo.

Así que no soy el único que se pone nervioso eh.

Le entrego mi teléfono y ella empieza a presionar las teclas, después de un rato me lo regresa.

- Te llamaré.- le aseguro.

- Eso espero.- me sonríe, mostrándome su dentadura.

- Tenlo por seguro linda.- le guiño el ojo.

- Nos vemos luego, Nicolás.

- Nos vemos luego, Alessandra.

Una noche más a tu lado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora