31

138 17 2
                                    


Alessandra

El día en el que tenía que irme llegó más rápido de lo que me hubiera gustado.

Separarme de Nicolás ha sido una de las cosas que más me ha costado hacer.

Aunque relativamente aún no nos separamos, literalmente él está a mi lado sujetando mi mano con fuerza.
Nos encontramos caminando al auto de mis padres, porque en una hora sale mi vuelo a Canadá.

- ¿Me escribirás todos los días?- dice mientras nos subimos al carro.

- Sí.

- ¿Me llamarás?

- Sí.- suelto una risa.

- ¿Lo prometes?- sus ojos azules se posan en los míos.

- Lo prometo.- sonrío.

- Bien.- suspira para después abrazarme.

Durante todo el recorrido voy concentrada en las calles que recorrí por años, en las personas que en algún punto de mi vida les hable, en los locales que visité.

Y de vez en cuando veo de reojo al chico que esta con la cabeza en mi hombros y su mano entrelazada con la mía.

He de admitir que aveces se comportaba como un niño, pero también tengo que confesar que amaba a ese niño que salía de vez en cuando de él.

Estoy muy concentrada en la carretera que me sobresalto cuando mi celular vibra anunciando un nuevo mensaje.

Lo reviso y sonrío al ver el nombre de mis amigas ahí.

Victoria:  "¿Ya te fuiste?"   1:16 pm.

Yo:  "No, voy en carretera"   1:16 pm.

Aurelia:  "Vamos para allá"   1:17 pm.

Meredith:  "Sí, esperamos, queremos despedirnos de ti"   1:17 pm.

Yo:  "De acuerdo, mi vuelo sale en una hora"   1:18 pm.

Apago el celular y trato de despejar la mente, de concentrarme en el calor que Nicolás me brinda con su mano, en el viento que choca contra mi cara.

Y a los pocos segundos me duermo, pero después de un rato siento como alguien me toma de la nariz y la jala un poco.

Abro los ojos poco a poco hasta que en mi campo de visión se aparecen unos ojos zarcos con un poco de verde en lo más profundo de ellos.

- Buenos días ranita.- me sonríe para después darme un beso corto en los labios.

- Hola.- imito su acción.

- Es hora de que te vayas.

- Lo sé.

- Vamos, te acompañare hasta que estes en el avión.

- Bien.

Salimos del auto, me ayuda con unas maletas y después mis padres, él y yo caminamos hasta estar dentro del aeropuerto.

- Mis amigas vendrán para despedirme.- comento mientras juego con sus dedos.

- Genial.

- Tengo miedo.- confieso.

- ¿De qué?- frunce el ceño.

- ¿Y si no le agrado a las personas? ¿Y si me odian? Y si.- me interrumpe.

- Nadie podrá odiarte, es completamente imposible hacerlo, y si a alguien no le caes bien es un completo idiota.- besa mi frente.

- Eres tan lindo conmigo.- sonrío.

- Lo sé.- ruedo los ojos de forma divertida mientras descanso mi cabeza en su hombro.

Después de un rato de espera, llega el momento de irme a Canadá.
Mi corazón se siente triste, apagado, como si supiera que tendré que separarme del amor de mi vida, como si supiera que le arrancaran una parte de él y no se la devolverán hasta que vuelva a verlo.

- ¡Llegamos!- dice Victoria llegando corriendo con las otras dos.

- Hola chicas.

- Ale...- dice la pelinegra.

- ¿Tienes que irte?- pregunta Meredith haciendo un puchero.

- Sí...

- Lo entendemos, es parte de tu desarrollo como persona.- comenta Aurelia con sus ojos tristes.

- Las voy a extrañar.

- Y nosotras a ti.- me abrazan fuertemente.

Nos quedamos un momento así para después soltarnos.

- Nicolás.- dice Victoria.

- Hola.

- Los dejaremos solos.- comenta Aurelia.

- Gracias.

- Ah.- dice Meredith antes de que se vayan.- Y no te preocupes por él, nosotras lo cuidaremos.

Me guiña el ojos para después alejarse unos cuantos metros de nosotros.

- Me agradaron tus amigas, tal vez se lleven bien con la mía.- dice mientras me toma nuevamente de las manos.

- Creo que se llevará mejor con Victoria, tienen casi la misma personalidad.

- Le diré.- nuestras sonrisas se apagan poco a poco.- Te extrañaré.

- Y yo a ti.- me lanzo a abrazarlo, envolviendo su cintura en mis brazos.

- El tiempo que sea necesario estaré esperándote con los brazos abiertos mi ranita.- acaricia mi cabello.

Trato de no llorar, sin embargo me es imposible no querer soltar lo que he estado guardando este mes.

- Pudimos haber pasado navidad juntos, es en dos días.- digo.

- No me importa perderme un día festivo con tal de tener los demás contigo, por mí está bien.

Reúno las fuerzas necesarias y me separo de él.

- Tengo que irme.

- Está bien.- suspira.

Tomo mi maleta y me voy media vuelta, pero me detengo en seco cuando pienso que merece algo más antes de irme.
Así que corro nuevamente hacia él y lo beso en los labios.

Junto nuestras bocas por última vez, me guardo su sabor, su aroma queda impregnada en mi ropa, sus manos están grabadas en mi cuerpo.

- Te quiero...- susurro cuando me separo un poco.

- Y yo a ti.

- Adiós.

- Adiós.

Una noche más a tu lado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora