Último Capítulo

221 19 26
                                    


Siete años después

- ¿Estas nervioso?- pregunta mi padre mientras arregla mi corbata.

- ¿Yo? Claro que no.- suelto un bufido.

- Si claro.- sonríe.

- Es la verdad.- trato de sonar tranquilo.

- Puedes intentar mentirte a ti mismo, pero a mí no hijo mío.

- Que pesado eres.- pongo los ojos en blanco mientras me rio.

- Ya quedo.

- ¿Sí? ¿No esta chueca? ¿No tiene arrugas?- reviso que la corbata este bien acomodada.

- Sí hijo, está bien. Qué bueno que no estás nervioso eh.- se ríe ruidosamente y sale de la habitación en la que me encuentro.

Arreglo mi traje negro, peino mi cabello y cepillo mis dientes por quinta vez en el día.

Mierda, a quién engallo, sí estoy nervioso.

Me sudan las manos, me tiemblan las piernas y siento que me desmayaré en cualquier momento.

- Hola idiota.- dice Elena entrando al lugar.

Los años le han sentado bien, su cabello esta más largo, pero ahora lo tiene amarrado en un moño alto y tiene algunos adornos en él.

¿Siete años no?

¿Qué que ha pasado?

Bueno, los pondré al día.

Leon esta saliendo con una brasileña que conoció hace apenas un mes en una cafetería.

Elena y Cassian terminaron hace dos años, sí, fue triste, más para ella, recuerdo que me llamó llorando en la noche diciendo que no era suficiente para él.

¿Qué por qué terminaron?

Bueno, Cassian encontró a alguien más, se enamoró de su compañera de trabajo y no quizo que Elena sufriera así que decidió terminarla.

No lo odie. Mentira, sí lo odie.

Pero con el tiempo la chica lo fue superando y lo perdonó.

Así que seguimos siento amigos, los cuatro seguimos juntos.

- Hola.- sonrío de lado.

- ¿Listo?- sonríe.

- No.- confieso.

- No puede ser.- se acerca a mí, coloca sus manos en mi saco y comienza a alisarlo.- Todo va a salir bien.

- ¿Y si no? ¿Y si se arrepiente y se va?

- Ella no hará eso, acabo de verla.

- ¿Y cómo está? No, mejor no me digas.- hablo antes de que me conteste.- Mejor sí.

- Está bien, esta igual de nerviosa que tú.

- Bueno.- suspiro.

- Ella te ama Nicolás.- me mira con una sonrisa.

- Lo sé, si no, no se estuviera casando conmigo.

- Así es.- me da un pequeño golpe en el pecho mientras se aleja.- Al parecer me equivoqué.

- ¿En qué?- frunzo el ceño.

- En decir que no todo es para siempre, debí de haber dicho que las cosas que no valen la pena no son para siempre, pero las que sí; duraran hasta el final de los tiempos.

- Que poética.- me rio.

- Lo sé.

- Ya casi es hora. ¿Ya debo de ir al altar?

- Yo creo que sí, vamos.

- Bien.

La tomo de la mano y juntos caminamos al altar, en donde se supone que debo de esperar a mi chica, y en unos minutos mi esposa.

¡Mierda!

Eso suena increíblemente bien.

Creo que morire ahora.

No puedes, debes de casarte. Grita mi conciencia.

- Que guapo te ves hijo.- dice mi madre mientras me sonríe.- Tú también Elena, ese vestido color escarlata te queda perfecto.

- Rojo mamá, rojo.- le recuerdo.

- Cállate, mejor ve a tu posición que ya casi es hora.

- Bien.- suelto la mano de la chica y le doy un beso en su frente para después irme a donde tengo que estar.

Una vez que estoy en mi posición, me llevo las manos detrás de mí para así tratar de ocultar mi nerviosismo, la presión que siento en el pecho es enorme, puedo escuchar mi corazón latir.

Pum, pum, pum, pum.

¿Dios eres tú?

Las personas frente a mí rápidamente corren para tomar asiento, no sé qué es lo que pasa hasta que caigo en cuenta de que ya es hora.

Okay, concentrate.

Las puertas de la iglesia se abren de par en par, dejándome verla.

Mierda, el plan se esfumó en el momento en que la vi.
Con su vestido blanco largo, su ramo de rosas, su rostro perfecto, su sonrisa.

Se ve como una jodida reina.

Pronto llega a mi lado, sus ojos avellana caen en los míos, quiero besarla, pero sé que aún no es el momento.

El padre habla, aunque la verdad no sé qué es lo que dice porque mi mente esta maquinado otras cosas, cosas que no deberían de saber.

Al menos, no aquí.

- Puede besar a la novia.- dice el padre. 

Y sin esperar ni un segundo más, la tomo de la cintura y junto nuestros labios, el beso esta cargado de emociones que estallan en mi interior.

La gente a nuestro al rededor explota en gritos y aplausos que llenan en lugar.

- Ya eres mi esposa.- digo una vez que me separo.

- Y que gusto ser tu esposa.- sonríe animadamente.

Las horas pasan y casi sin darme cuenta ya estamos en un salón enorme infestado de gente bailando conforme a la canción que resuena en el sitio.

La noche cayó, dejando paso a las estrellas y a la luna.
Mi novia, perdón, mi esposa, esta bailando con mi mejor amiga.

Esta última se mueve horrible, parece gusano con sal.

Pero no le diré porque sé que es capaz de aventarme una mesa, y la verdad no quiero morir el día de mi boda.

Me levanto de mi lugar y camino hasta estar al lado de Ale.

- Me la llevare un momento.- le digo a la castaña.

- Claro.- sonríe.

- Ven.

La tomo de la mano y la saco del lugar, una vez afuera, puedo sentir que el clima esta un poco frío y el ruido se hace más bajo con forme avanzamos.

- Ven, acércate.- lo hace, me quito mi saco y se lo coloco.- Te ves hermosa.

- Tú te ves guapo.- me da un casto beso en los labios.

Nos quedamos un momento callados, contemplando las estrellas. Después de un rato decido hablar.

- Gracias.- sonrío.

- ¿Por qué?- frunce ligeramente el ceño.

- Por permitirme estar una noche más a tu lado.


Fin.

Qué tal? Les gustó esta historia?

Una noche más a tu lado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora