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Caín.

Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.

Deuteronomio 29:29

ºº

Recupero la conciencia cuando un teléfono comienza a sonar no muy distante a mí. No reconozco el tono y eso me alarma, aunque al abrir los ojos me topo con un techo muy familiar. Estoy en las habitaciones de la central. Con pesar y dolor giro mi rostro para encontrar algo que me indique en qué habitación estoy y mi momento de claridad llega al ver un cuadro, sobre la mesa junto a la cama, de la capitana Sánchez abrazando al amiguito que nos arruinó el polvo en Colombia.

Por un momento, siento alivio al saber dónde estoy pero de forma inmediata las preguntas azotan mi cabeza junto a un intenso dolor de cabeza. Si estoy en la cama de Edén, ¿La emboscada ha sido un sueño? ¿Qué hora es? ¿Dónde está Edén? ¿Y la rata de Lans? Quiero hallar una explicación a todo pero el teléfono continúa sonando de manera insistente, y nadie parece ser consciente de esto más que yo.

La luz tenue que ingresa por las ranuras de la ventana es suficiente para visibilizar un poco el entorno, y hace que en la oscuridad se ilumine la pantalla del celular. Está en el escritorio. Pongo mis manos contra el colchón e intento hacer el mayor esfuerzo para levantarme, pero fallo. De repente, mis brazos se sienten livianos, como si no hubiese fuerza en ellos.

- Tiene que ser una puta broma. – Musito mientras vuelvo a intentarlo. Me toma un par de minutos pero lo logro. Y al hacerlo, suelto un rugido ante el esfuerzo que debo aplicar.

Quedo sentado, con el pecho subiendo y bajando, y la espalda apoyada contra el cabezal de la cama. Noto que mi pecho está descubierto pero no es eso lo que me llama la atención; Sino como está cubierto de oscuros moretones. La desagradable imagen me trae recuerdos recientes y me confirma que nada fue un sueño. ¿Qué carajos?

La pantalla del teléfono vuelve a iluminarse y comienza a sonar. Quiero levantarme, tomarlo, descolgarlo e insultar a quien llama con insistencia, pero no lo veo posible ante mi estado. ¿Dónde está Edén?

Como si de un milagro se tratase, un sonido de llaves se hace presente en la puerta. Segundos después, esta se abre y se cierra, ingresando la capitana al cuarto. No parece notar que estoy consciente porque su atención va directa al teléfono. En sus manos carga con unas bolsas, las cuales deja para contestar la llamada. Al hacerlo, se voltea y solo obtengo una excelente vista de su cabello trenzado y voluminoso trasero.

- ¿Hola? – Susurra. Hace una pausa. - ¿Por qué me has llamado?

Su tono de enojo y reprensión captan mi atención. Veo como se lleva una mano a la sien y comienza a mover su pierna insistente, como si la persona que la ha contactado no estuviese dándole la mejor noticia. Mi interés está centrado totalmente en ella y su misteriosa conversación pero no obtengo mucho porque comienza a hablar en español.

De igual forma, me mantengo atento por un par de segundos, tratando de entender algo. Poco y nada. Creo poder darle significado a ciertas palabras pero no hilar una oración completa y como comienza a fastidiarme que su atención esté en esa estúpida llamada, carraspeo.

Edén se tensa. ¿Qué oculta? Con su mano tapa el micrófono del teléfono y se voltea, escaneándome con la mirada. No puedo distinguir al cien por ciento sus rasgos pero sé que su rostro no indica nada bueno. Sobre su morena piel sobresalta un apósito blanco en la zona de su frente. Todo parece ser un disparador sobre los eventos ocurridos en las últimas horas de mi jodida vida.

Arder | Versión en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora