12. Palm Beach

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Luego de un largo viaje con una escala hasta Palm Beach en Florida del sur.. Tomaron un Taxi, para así, llegar al Hotel que habían reservado hace unos días. Sandra no tenía idea cuál era, solamente seguiría los pasos del Doctor Mikeri.

Llegaron al Hotel "The Breaker". La pelinegra observaba a su alrededor impresionada por lo grande y precioso que era, con un estilo renacentista italiano.

Tenía playa privada, piscinas, restaurantes, peluquería, spa, boutique, bar, gimnasio, jacuzzi, sauna, campos de tennis y golf, y un sinfín de lugares más.

Se encaminaron a la recepción con sus grandes maletas. Sandra tenía una mochila aparte de esta y el pelinegro también.

— Buenas tardes. — Franco saluda en español a la recepcionista del Hotel.

— Bienvenidos a The Breaker Hotel. Mi nombre es Lauren, ¿En qué los puedo ayudar? — Sonríe.

Los empleados de este Hotel hablaban unos cuántos idiomas aparte de su idioma natal, así podían comunicarse con los turistas.

— Tenemos reserva. — Responde ante la pregunta.

— Oh, sí, sus nombres, por favor..

— Franco Mikeri y Sandra Patiño. — Señala a la pelinegra.

— Habitaciones individuales. — Continúa mirando su computadora. — Habitación 265 para la señorita, y para el señor, la 260.

Sandra curiosa, observa de reojo la pantalla de la gran computadora de la recepcionista. Vió el precio, y abrió los ojos como platos al ver lo caro que era. La estadía por día costaba un poco más de 7 mil dólares, se quedarán una semana.. En conclusión, para cada uno serían 49 mil dólares.

— Perfecto. Mi compañero llevará sus maletas, las pueden dejar aquí. — Ellos asienten con la cabeza. — Tienen servicio de comida y servicio de limpieza las veinticuatro horas del día.

La recepcionista, a cada uno les entrega las tarjetas con el número de sus habitaciones, éstas funcionarían para entrar a ellas.

— Gracias. — Agradecen al unísono.

Dejan sus maletas y en paso rápido caminan hacia el ascensor.

Cuando llegan al piso dos, observan entre los números de las habitaciones para encontrar las suyas.

Pasaron unos minutos y Sandra encontró la 265.

— Ya la encontré, ¡Nos vemos! — La pelinegra pasa la tarjeta rápidamente y entra.

Efectivamente, quería escapar de Franco.

— ¡La llamo luego para irnos al almacén! — Grita Franco detrás de la puerta de Sandra.

La menor rueda los ojos.

A las 7:30 de la noche tendrían que ir al almacén para informar que tal iba, y cualquier detalle. Sandra sólo tomaría atención a cada una de las cosas que dirían.

Observó con atención la habitación. Era muy hermosa. De un beige y azul marino, conservaba su estilo a la perfección. Tenía un balcón con vista al mar, un gran baño, una cama matrimonial, un clóset y más. Era perfecto.

De un momento a otro, la puerta de la habitación fue tocada. Esto provocó que Sandra se asuste y colocó la mano en su pecho. Camino hacia ésta y la abrió.

— Good afternoon, ¿How are you? Here are your bag. (Buenas tardes, ¿Cómo está? Aquí está su maleta.) — Dijo un chico rubio, que Sandra confirmaba que era uno de los encargados.

Sé que fue un error • MandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora