14.

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Iba en la limusina camino al hospital dándole vueltas al asunto en mi cabeza, no lograba asimilar todo lo que sucedía en este momento.

Mi cabeza me estaba doliendo, quizás por tanto pensar en los reclamos de Taylor, quien estaba más que convencida que la odiaba y el amor de mi vida era Eddie; quizás era por tanto pensar en que Eddie se marchó y no pudimos hablar las cosas, justo cuando sentía que en mi cabeza el asunto era un poco más claro que las veces anteriores; quizás era por pensar en lo que mi papá me quería decir.

Tenía miedo del futuro, no quería saber si mi padre me diría sus últimas palabras, no quería saber si Taylor dejaría de ser una opción una vez me vuelva el rey, no quería saber si Eddie amaría a alguien que no soy yo.

Mi mente justo ahora con Eddie estaba como aquella primera noche en qué me sentía encantado de conocerle, rogando que no se enamorara de nadie más, rogando que no tuviera a nadie esperando por su corazón.

Sé que es egoísta, pero creo que por primera realmente siento amor por alguien externo a mi familia y el tipo de amor que esperas que te sea correspondido porque es un amor en el que el único deseo es vivir una vida a lado de esa persona.

Sin embargo, por otra parte también sabía que era estúpida cada fantasía que existía en mi mente acerca de formar una familia con Eddie y Christopher, pues sería totalmente desaprobado por cualquier persona de mi familia y por el resto de quienes son parte de la familia real y de las decisiones de la realeza. Era por esa misma razón que sentía la necesidad de arreglar las cosas con Taylor.

Sabía que la haría vivir una mentira, pues recién me daba cuenta que sus intenciones de ella nunca habían sido ser amigos como yo creía, sino que buscaba algo más, pero era algo que, aún sin conocer a Eddie, no le podía ofrecer, simplemente porque yo no la veía más allá.

Su despecho era notorio en todos los mensajes que me había mandado reclamandome por cada una de las portadas que había visto en qué insinuaban que mi relación con Eddie era de noviazgo y uno bastante serio.

«Ya quisiera yo tener el valor y hacerlo realidad» pensé tras ver aquello.

Solté un suspiro con mi cabeza recargada en el vidrio, mi aliento que salia con calor de mi boca chocando con el clima frío de la ciudad provoco que se empañara una pequeña parte de la ventana.

Al llegar al hospital vi como habían demasiados paparazzis, que quizás no era exageración si decía que eran un millón —sí, sí es exageración, pero es mi historia—. Tome una bocanada de aire, solté un suspiro con pesadez, el chófer me abrió la puerta y apenas se abrió un centímetro las cámaras comenzaron a tomar fotos, yo por mi parte salí lentamente con unos lentes oscuros en el rostro y uno de mis trajes reales, pues había venido un poco mentalizado a dar de que hablar.

Una vez fuera todo mi cuerpo de la limusina me quedé parado por unos segundos, sonreí a las cámaras, me retire lentamente el guante de la mano derecha y lo lancé a los periodistas, luego fue el turno del de la izquierda. Posteriormente cerré los puños, acerqué mis puños cerrados a mis labios para besar la parte inferior, para luego alzar los puños aún cerrados y apenas comencé a dar un paso alcé mi dedo de enmedio y camine al interior del hospital como si de una pasarle se tratará.

Sabía que mis padres me matarían por esto, así como sabía que sería el tema del que hablarían los medios de comunicación, algo así como Miley Cyrus durante 2013, pero realmente me tenían harto estas personas que disfrazan el acoso de trabajo.

Una vez en el interior del hospital me dirigí a la habitación donde yacía mi padre, me retire los lentes y del interior de una de las bolsas de mi pantalón saqué otro par de guantes. Mientras me los ponía dejé escapar una risita orgullosa de mi triunfal entrada que me increíblemente me levanto el ánimo más que cualquier canción de Madonna.

Mr. American & The Heartbreak Prince | fanfic buddie [AU]Where stories live. Discover now