Cuando llueven las confesiones

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Ambos chicos se fueron a sentar a una banca para poder comerse el postre con mayor facilidad y comenzaron a charlar, Damian aún tenía su ceño fruncido así que respondía con monosílabos, y es que con Anya se dio cuenta de que él podía ser muy celoso cuando quería. Pero él afirmaba que no lo hacía a propósito, sino que era algo que lo hacía involuntariamente, la amaba tanto que no podía evitarlo.

Para Anya, esta situación más que causarle malestar le daba una pizca de alegría, ya que solo podía significar que Damian se preocupaba por ella y no solamente como amigos. Sin embargo, se le ocurrió una maravillosa idea para disminuir el enojo de Damian.

一Damian, mira para allá 一dijo Anya apuntando hacia unos arbustos que se encontraban en el lado opuesto en donde se encontraba ella. Esto sacó de onda al chico.

一¿Qué hay allá? 一preguntó el muchacho mirando hacia donde se le indicaba con el ceño fruncido.

Lo que pasó a continuación dejó marcando ocupado al pobre chico, y esto era porque Anya le había dado un beso en la mejilla. Ese era el gesto que de partida siempre dejaba knock out (fuera de combate) al chico, desde que eran niños. Con esa muestra de afecto, Anya divisó que el fruncimiento disminuía con rapidez. "Objetivo logrado" pensó Anya.

一¿Y eso? 一preguntó un nervioso Damian.

一Fue tu premio por rescatar a tu princesa, querido príncipe 一contestó risueña la chica guiñándole un ojo con coquetería.

"Es tan linda, ahora me dice que soy su príncipe. Como tal debo hacerla sentir como la princesa que es. Me alivia que no pueda leer mi mente" pensó Damian mirándola con ternura.

一Yo...

Entonces, él recordó que había ideado un plan con el encargado de la rueda de la fortuna, ya que el parque de diversiones lo financiaba una parte su padre, así que decidió levantarse de la banca e ir a botar los recipientes de los granizados al basurero de al lado. Se armó de valor.

一Anya, quiero que nos subamos a la rueda de la fortuna 一inquirió Damian con valor.

一Vamos 一sonrió Anya mientras se dirigían a la rueda.

Damian debería sentirse mal por lo que estaba por ocurrir, pero era la instancia perfecta y romántica para confesar sus sentimientos tan profundos que han estado esperando tanto tiempo para ser dichos a la chica que tenía al lado. Al llegar a la atracción, el encargado, que usaba una polera con el logo del parque y unos jeans, se les acercó y la pareja mostró el ticket premium y el encargado los dejó entrar. La rueda tenía varios vagones, que eran altos y con ventanas. Ellos se subieron a un vagón rojo, primero entró Anya emocionada y le siguió el paso el chico, que igualmente entró. El vagón no era tan estrecho como se parecía, pero aun así ambos se sentaron uno frente al otro. Anya y él se quedaron mirando, perdiéndose en sus orbes. Pero Anya rompió el contacto porque se percató de que el encargado había cerrado la puerta y todo comenzó a moverse lentamente. Por lo que ella se dedicó a observar el bonito atardecer que se podía divisar desde el vagón.

一Pareces encantada con el paisaje.

一Sí, es que jamás había visto el atardecer en la ciudad desde las alturas 一contestó Anya maravillada.

De pronto, el vagón se detuvo y ellos estaban en la cima, así que ambos chicos se miraron con preocupación.

一¿Soy yo o se detuvo? 一preguntó con miedo.

一Se detuvo, pero no te preocupes. Tengo entendido que el personal del servicio técnico siempre está rondando por las atracciones para verificar que todo esté bien 一calmó Damian a la chica de sus sueños.

一Pero...

一Es cuestión de minutos, tranquila Anya.

一Sí, tienes razón 一sonrió nuevamente la chica, levantándose para poder ver toda la panorámica. El paisaje se veía divino, con un par de nubes anaranjadas y el sol cayendo a la merced de la noche, incluso se podía ver algunas estrellas sobre el cielo.

Damian se levantó, pero no para ver la vista, sino que para abrazar a la chica de la cintura. Ante el toque, ella no se inmutó pero actuó por inercia y llevó sus manos sobre las manos de Damian que le rodeaban su cintura.

一Anya...一dijo el muchacho en susurrándole en su oído.

一Di-dime 一respondió Anya con los nervios a flor de piel dándose la vuelta aún entre los brazos de él, mientras subía sus brazos para rodear su cuello con sus brazos.

Así, ambos quedaron a una distancia peligrosa. Pero Damian quería algo más, por lo que reunió todo el coraje que tenía para soltar ignorando sus nervios:

一Me gustas, Anya.

Pronto, Anya que se había sonrojado, vio a Damian en sus mismas condiciones, totalmente ruborizado. Ella le sonrió.

一Tú también me gustas, Damian.

Ante la confesión de ella, Damian acercó su rostro al de ella para poder sellar esa promesa de amor que a ambos los hacía tan felices. Él la besaba con ternura, y ella respondía al gesto como si su vida dependiera de ello. El beso sabía a amor, deseo y felicidad. Y es que, no era para menos, ya que después de tanto tiempo al fin decidieron confesarse, y expresar su amor de esa forma era maravilloso. Damian se sentía tan bien estando así con ella, que esperaba que sea la primera y última chica que estuviese en su vida, ya que ella desde siempre había sido la única, desde que eran unos infantes. Cuando el aire les faltó, Anya y Damian se separaron para recuperar el aire, pero sus rostros seguían cerca aún.

一Sé mi novia, Anya 一imploró el chico dejándose llevar por el momento.

一Sí 一sonrió Anya mientras acortaba la distancia con él para volverlo a besar.

Luego, Anya se percató de que era de noche y que se veían las estrellas, así que se dio la vuelta y Damian aprovechaba la oportunidad para volverla a abrazar por la cintura. Ambos observaron el firmamento totalmente impresionante y más si se veía desde esa altura, cuando de repente ambos vieron una estrella fugaz que atravesaba el vasto infinito.

一Pide un deseo Anya 一imploró el joven mientras pensaba:" deseo estar siempre al lado de Anya"

一Deseo que Damian y yo seamos muy felices 一susurró Anya con el objetivo de que su novio la escuchara. Ya que, ella inconscientemente ya había escuchado su deseo.

Él al oír eso, la abrazó un poco más como respuesta.

一¿Sabes? Te deseaba desde que éramos niños 一 se sinceró Damian con rubores.

一Fue el golpe ¿cierto? 一dijo Anya como broma, quería molestarlo un poco.

一¿Qué? Claro que no, bueno quizás un poco. Porque desde ese momento no pude sacarte de mi cabeza.

Anya rió, y se dio la vuelta para besar a Damian. De esta forma, y como por arte de magia el vagón comenzó a moverse, interrumpiendo así el beso.

一Nos movemos de nuevo 一exclamó Anya alegre.

—Sí, Anya. 

To be continued... 

El amor siempre floreceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora