Epílogo de una existencia de cristal.
Hoy visto de negro; de luto interno.
Espero ordenar todas mis lágrimas en
alguna de tus estanterías para que, a duras
penas, consigan hacer juego con las
falsas sonrisas que le dedico al mundo.
Prólogo de una vida escrita en braille.
Sigo buscando a alguien tan ciego de
amor que sea capaz de leerme aunque
sea una vez más.
Vivo de rodillas, rezando para que el
próximo capítulo de mi vida sea mejor
que el anterior, pero nada ni nadie
se digna a escuchar mis plegarias.
Mis nudillos, mis piernas y mi espalda
están cansados de soportar heridas
y latigazos. De portar cicatrices que
esconden tantas historias que harían
que el mismísimo Cupido entregara
sus armas.