Capítulo 34

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"Ohhh las noches serán largas Cuando no este en tus brazos Pero seré estaré en la canción, que cantaras para mi a través del mar "


Send me a song, Celtic Woman.

Lo despertó el llanto de William, la costumbre hizo que casi se levantara para abrirle la puerta, cuando


recordó que estaba en su viejo dormitorio. Seguramente, la niñera había llevado a amamantar al pequeño.


Darcy, volvió a acostarse e intentó dormir. Todo lo que había sucedido el día anterior lo mantenía alterado.


Reconocía que había hecho mal en culpar a Elizabeth, pero seguía enojado con ella por esconderle el


secreto por tanto tiempo.


En la mañana, se encontraron los tres habitantes de Pemberley en el desayuno. Todos tenían cara de


haber pasado una mala noche y casi no se habló, fuera de las palabras necesarias.


-¿Cómo está el bebé? Anoche lo escuché llorar- fue lo único que dijo Darcy aparte de los "buenos días".


-Está bien, le dolía la panza. Después durmió toda la noche conmigo.


Terminando el desayuno, Georgiana habló por primera vez.


-Hermano, antes que salgas, necesito hablar contigo en privado.


Los dos se dirigieron al estudio.


-Bien, habla- dijo seriamente Darcy.


-Como sabes, nuestra prima Anne está muy enferma y tía Catherine me ha pedido que la acompañe. Creo


que lo mejor para todos, es que me vaya a donde me necesitan.


-No es necesario que te vayas. Pero si es tu deseo, preparé todo para que viajes lo antes posible.


-Gracias, eso es lo que quiero- contestó decidida.


Todo quedó arreglado para que la joven fuera hacia Rosings rápidamente. Darcy escribió una carta a su


tía anunciando la visita de Georgiana. Esperaba que su tía no supiera nada sobre lo ocurrido con Richard


y, si sabía, que intentara hacerle ver los aspectos negativos de una relación con su primo.


Los días que siguieron fueron de calma. Había un respetuoso silencio en la pareja, diálogos educados y


correctos, y no mucho más.


Cada noche, Elizabeth, esperaba que él decidiera volver a la habitación, pero el único Darcy que


compartía su cama, era el pequeño William.


Con la partida de Georgiana y, con su esposo que la ignoraba, la única compañía era su niño. Pronto a


cumplir sus dos meses, había crecido notablemente, haciendo trabajar a la costurera para ayudarla con


más ropa, ya que todo comenzaba a quedarle chico. Su carácter era tranquilo, ya reconocía voces y


dedicaba sonrisas, especialmente a sus padres. A Elizabeth le encantaba llevarlo con ella en sus paseos


primaverales y conversarlo, sus ojos azules la miraban atentamente y respondía con balbuceos.


Una tarde, fue a buscarlo para aprovechar el hermoso día que estaba haciendo, cuando lo descubrió

Secuela de Orgullo Y PrejuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora