TSUNAMI

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CAPÍTULO 27

TSUNAMI

En cuanto volvió a estar solo, Takato corrió hacia su habitación. Tomó el espejo del tocador y entró al baño cerrando la puerta con seguro. Sus manos temblaban al igual que sus piernas y barbilla, tenía miedo. Miedo de que al remover su cabello se viera sin la marca, pues si bien era algo con lo que siempre había fantaseado, ahora solo le provocaba angustia debido a la serie de eventos que se habían suscitado.

Tomando valor de donde podía y fuerza de donde no había, envolvió su larga cabellera para anudarla en moño dejando su cuello descubierto. Una vez con el camino despejado, se giró para darle la espalda al enorme espejo del baño.

Los espasmos musculares eran cada vez más agresivos, pero tenía que hacerlo, porque solo así podría encontrar las respuestas a sus preguntas.

Respirando hondo tomó el espejo de mano y fue levantándolo poco a poco. Pronto, su rostro sin color y ojos rojos se reflejaron en la superficie. Con movimientos lentos y dudosos fue acomodándolo hasta quedar alineado. De pronto, el cuello esbelto y largo se reflejó en todo su esplendor limpio de aquella marca que por años lo había condenado, luciendo tan liso y hermoso como el día antes de que su destino cambiara.

¡CRASH!

Por la tremenda impresión, Takato soltó el espejo que de inmediato se estrelló en el piso esparciendo pedazos de vidrio por todo el suelo.

—¡No puede ser!, ¡no puede ser! – repitió Takato antes de volverse al inodoro y vaciar todo lo que su estómago tenía. Las arcadas eran violentas y no se detuvieron hasta que líquido biliar y espuma viajaron por su esófago para terminar arrastrados por la presión del agua.

Su frente sudaba frío y la boca de su estómago le dolía. Exhausto se sentó en el piso sintiendo como algunos fragmentos de vidrio que habían llegado hasta allá, cortaban sus manos.

No tenía fuerzas para emitir sonido alguno o ponerse de pie. No sabía qué hacer o cómo actuar, quería que alguien lo bañara, arropara y dijera que todo estaría bien, pero no era posible. Quería respuestas, pero no sabía a quién pedírselas o más bien, cómo pedirlas.

Se sentía abrumado y sobrepasado por todo, el baño daba vueltas a su alrededor. No supo cuánto tiempo estuvo en el suelo, pero al menos lo suficiente para que su cuerpo se enfriara. Estaba perdido, en blanco, luciendo como si su alma hubiese abandonado su cuerpo.

No fue hasta que escuchó varios toques en la puerta de su cuarto, que pudo regresar al inexplicable presente.

—Señor Saijo, señor Saijo, ¿se encuentra aquí? – preguntó la mujer entrando a la habitación, que, por su respiración agitada, seguro lo había estado buscando por toda la casa.

Takato parpadeo varias veces y con voz rasposa, por el esfuerzo de haber vomitado, respondió. —Sí, aquí yo.

La mujer caminó hasta quedar frente al baño. —Mi señor, el maestro me pidió que le llamara porque las clases de español ya van a comenzar. – Anunció la mujer esperando Takato la entendiera.

Del otro lado Takato intentaba ponerse de pie apoyando los antebrazos en el inodoro pues sus palmas habían sido dañadas por los vidrios sueltos.

—Voy, estoy ocupado. Gracias. – atinó a decir esperando que su respuesta fuera suficiente para que la persona al otro lado entendiera y se retirara. Y así fue.

Mirando su reflejo demacrado en el espejo, como si de la noche a la mañana hubieran pasado mil años, decidió tomar un baño para deshacerse de su apariencia lamentable, no podía presentarse ante Haru con la ropa hecha girones, los calzoncillos sucios por sus fluidos y las manos cortadas; por lo que, recordando su responsabilidad para con su hija, tomó todos sus sentimientos, emociones e inseguridades para envolverlas en una tela de olvido para finalmente encerrarlas en el baúl interior que muchas veces había utilizado para depositar toda la basura y esta no lo carcomiera. Pues jamás le volvería a mostrar a su pequeña su "yo lamentable". Ella y nadie más que ella, era su mejor razón y motor para seguir levantándose aun y cuando sintiera que sus fuerzas lo habían abandonado.

CAGEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora