Capítulo 2: el maldito destino

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ATENEA

¿Pero qué...?

Lo único que pude hacer fue parpadear. Estaba segura de que había escuchado mal. Era imposible que esa frase saliera de sus labios. No tenía ningún sentido.

—Puedo hacerlo solo—siguió diciendo y se encogió de hombros. Miró al profesor, que tenía una ceja arqueada.

—Cameron...

Cameron suspiró, y no sabía si me había puesto la capa invisible de Harry Potter o qué, pero al parecer, se olvidó completamente de mi existencia.

—Mira, Black, tu yo sabemos que puedo hacer perfectamente el trabajo solo. Veo innecesario tener que perder el tiempo con otra persona más.

Abrí mi boca de par en par, y por fin, salí de mi estado de ameba.

—Disculpa—dije, enojada, con los brazos cruzados. Black lucía confundido, y Cameron seguía sin mirarme.—Trabajar conmigo no es una pérdida de tiempo. Y lo sabrías si...

—No me interesa—. Me interrumpió y volvió a suspirar. Seguía sin mirarme directo a los ojos.—No tengo nada más para decir, así que si me disculpan...

El maldito se fue.

Se fue.

Giré hacia el profesor y vi que estaba igual de confundido que yo.

—Bueno, eso ha sido inesperado...—comentó, con el ceño fruncido.

Bufé. "Inesperado" era un adjetivo muy leve para describir la situación más incómoda de mi vida.

—Pero sugiero que lo arregles.—Siguió diciendo—. La próxima semana es la primera entrega, y si no lo entregas a tiempo, no habrá otra oportunidad.

Me quedé boquiabierta.

—Pero no es mi culpa que mi compañero sea...—Un tarado egoísta sin ganas de aprender—. Complicado. ¿Qué pasa si no consigo que colabore?

Su mirada pasó de ser confundida a una divertida.

—Pues buena suerte cuando suspendas.

Alba, mi hermana, se puso como loca cuando le conté lo que pasó. Ella conocía a Cameron, o mejor dicho, conocía lo que le había dicho de él, y no podía creer lo cretino que había sido.

—Te lo juro—dije y le di un trago a mi refresco de frambuesa—. Fue una pesadilla. El chico pasó de ser mi alma gemela a ser Terminator en menos de un segundo.

Todos los del grupo me miraban con muecas tristes, y la verdad es que me sentí contenida. Estaba con el grupo de amigos de mis hermanos, del cual ahora también yo formaba parte, en una cafetería al lado del campus. Estábamos almorzando, y yo les había contado mi triste historia de amor y de una posible suspensión de asignatura.

Sophie estiró la mano y me dio un apretón en el hombro.

—Fue un cretino total. ¿Quién se piensa que es?—negó con la cabeza y luego la apoyó en el hombro de su novia, Kim.—Si hubiese sido tú, le hubiese dado una buena bofetada.

Reí.

Sophie y Kim hacían una pareja increíble. Sophie era pelirroja y bajita, y Kim era morocha y alta. Era como si fueran dos súper modelos destinadas a estar juntas, y ambas estudiaban Literatura, como mi hermana. Luego estaba Noah, el mejor amigo de mi hermano, Thomas, ambos estudiantes de Arquitectura. Este último estaba en una clase en este momento. Y por último, estaba Amber, mi compañera de habitación, que en tan solo siete días se había convertido en una especie de mejor amiga exprés. En serio. Nunca antes había conectado con nadie como con ella. Era como si nos conociéramos de toda la vida. Ella estudiaba Estilismo, así que siempre estaba vestida con cosas que le quedaban fenomenales.

Miradas cruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora