Capítulo 61

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Diez minutos después sigo jugueteando con los pulgares mientras intento decidir qué debo hacer ahora. Oigo que cierra el grifo de la ducha. Sale del baño y se mete en el vestidor sin dirigirme la palabra. Me preocupa su expresión de derrota, que también arrastra una nota de tristeza. Creo que quiero que explote o que inicie una cuenta atrás. No tengo ni idea de lo que le pasa por la cabeza, y es la sensación más frustrante del mundo.

Aparece en la puerta del vestidor.

—Tengo que irme —se lamenta. Parece muy atormentado—. Alexa viene para acá.

Frunzo el ceño.

—¿Por qué?

—Para que no te vayas.

Vuelve al vestidor y yo lo sigo a toda prisa. Se pone unos vaqueros y me mira un segundo, pero no me aclara nada. Descuelga una camiseta negra, se la pone en un abrir y cerrar de ojos y a continuación se calza unas Converse.

—Me voy a casa —le digo, pero no me mira.

¿Qué le pasa? Noto que mi mal genio se desinfla ante su pasotismo y, como no sé qué otra cosa hacer, empiezo a descolgar mi ropa de las perchas y a colocármela entre los brazos.

—¿Qué estás haciendo? —Me quita la ropa y vuelve a colgarla—. ¡No vas a marcharte! —ruge.

—¡Claro que me marcho! —le grito, y vuelvo a descolgar las prendas de un tirón.

—¡Pon la puta ropa en su sitio, Isabella! —me grita.

Oigo el sonido de la tela al rasgarse cuando lucho por quitármelo de encima. Unos segundos después ya no tengo ropa en los brazos y me han echado del vestidor. Estoy sobre la cama, inmovilizada, resistiéndome a él, desafiándolo abiertamente, pero no consigo soltarme. ¡Como intente follarme gritaré!

—¡Cálmate, joder! —me grita, y me coge de la barbilla para obligarme a mirarlo. Cierro los ojos con fuerza; jadeo y resoplo como un galgo de carreras. No voy a dejar que se sirva del sexo para manipularme.

—. Abre los ojos, Isabella.

—¡No! —Me comporto de manera infantil, pero sé que si lo obedezco me consumirá la lujuria.

—¡Que los abras! —Me sacude la barbilla.

—¡No!

—¡Vale! —grita mientras sigo intentando soltarme—. Escúchame, señorita. No vas a ir a ninguna parte. Te lo he dicho una y otra vez, ¡así que empieza a metértelo en la cabeza!

Cambia de postura para poder sujetarme con más fuerza.

—Me voy a La Mansión y, cuando vuelva, vamos a sentarnos y a hablar sobre nosotros. —Dejo de resistirme. ¿Hablar sobre nosotros? ¿Qué? ¿Una conversación como Dios manda sobre qué tipo de relación hay entre nosotros? Me muero por saberlo—. Las cartas sobre la mesa, Isabella. Se acabaron las estupideces, las confesiones de borracha y el guardarte cosas para ti. ¿Lo has entendido? —Tiene la respiración pesada y habla con decisión.

Es lo que he querido desde el principio: las cosas claras, poder entender nuestra relación. Joder, estoy muy confusa. Necesito saber qué es esto y luego, tal vez, pueda decidir si necesito poner distancia. ¿Y qué es eso de las confesiones de borracha y lo de que me guardo cosas?

Abro los ojos, y me recibe su mirada oscura. Me aprieta un poco menos la barbilla.

—Ven conmigo, te necesito conmigo. —Casi me lo suplica.

—¿Por qué?

—Porque sí. ¿Por qué no quieres venir?

Respiro hondo.

Seducción // K.Taehyung Where stories live. Discover now