Cap 27. Adiós

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Vulder se hizo una idea de quien pudo haberlo hecho, ya que no había nadie más que tuviera en cautiverio a una bruja. Realmente esperaba llevarse bien con ese hombre, pero ahora era difícil en esta situación, pero no le haría nada, temía más el desprecio de Carlisle a causa de ello.

Furioso quitó el anillo del esbelto dedo de Valery muy cuidadosamente, al tenerlo en la palma de su mano, cerró su poderoso puño haciendo que este se volviera hielo para luego partirlo en millones de partículas que al abrir su mano cayó como polvo al suelo.

Valery no lograba creer lo que veían sus ojos. Había un hombre de apariencia imponente de 1.90 de altura, cabello de un color blanco intenso casi cristalino, su mirada era profunda de un color azul claro y en su piel se dibujaban dentritas. Era ese ser que había aparecido en sus sueños una y otra vez.

Entonces el… ¿era Meinolf? ¿Entonces si existía?

No podía asegurar nada aunque tuviera la verdad en frente.

- entonces tu… - murmuró Valery y trago saliva - ¿existes?

Meinolf cayó en cuenta que se había convertido en su forma humana real y se había revelado su farsa, solo sonrió resignado y asintió

- yo… lo siento Carlisle, si yo… NO- dijo bajo - ahora no tienes porque saber esa historia

Valery no lograba entenderlo del todo.

- dime… - dijo acercando su mano y acarició aquella helada mejilla - ¿eres tu el padre?

Meinolf abrió los ojos en sorpresa. No esperaba tal razonamiento de Carlisle, lo había subestimado.

Valery en su anterior vida y desde muy niño soñaba con un lobo blanco, pero por alguna razón dejó de hacerlo, para cuando tenía 13 comenzó nuevamente los sueños con un ser transparente, para cuando tuvo 17 soñaba con este mismo hombre frente a él, para el era tan natural, que cuando vio a este mismo presentarse una noche no le dio la más mínima importancia, pero esa noche fue extraña porque llegó a hacer el amor con ese ser.
Y su hijo se parecía tanto a él. Se parecía demasiado a él.

Pero Valery estaba convencido que eso sólo había sido un sueño húmedo, y muy extraño y en ese entonces se sentía muy feliz de que tendría un hijo de su esposo.

Pero ahora ¿no era así?

Entonces la acusación de Reynald era cierta, pero no albergaba odio en su corazón hacia el hombre frente a él a pesar de que tendría razones para hacerlo.

Esperando la respuesta de Meinolf, Valery solo lo observó fijamente, el hombre al ver que unas joyas se deslizaban sobre sus mejillas, se sintió alarmado para luego usar sus dedos y limpiarlos, aunque al instante estos se volvieron unas perlas de hielo.

- Carlisle… te amo ¿lo sabes? Siempre te he amado- soltó Meinolf con dolor en el pecho - desde el inicio te he amado, aunque no recuerdes, yo siempre lo haré, te amo Carlisle.

- ¿don-donde estabas antes cuando te necesitaba?…

Valery solo sintió como unos helados labios se pegaron a los suyos, dentro de su corazón sintió que algo se había desbordado, amaba a este hombre ¿pero desde cuando? El sentía que lo amaba desde los confines de la Tierra ¿como era eso posible? Si apenas lo conoció en esta vida, sin más, sus brazos apresaron el cuello de Meinolf, este sostuvo la espalda de Valery, se puso de pie, los blancos pies de Valery no podían alcanzar el suelo, pero no importaba, ahora lo que quería era besar a este ser por siempre.

Cuando despegaron los labios de ambos para respirar, Meinolf miró los acuosos ojos de su amado y sonrió
- Si, yo soy el padre de Ulrik.

Valery no pudo despegar la mirada de aquellos ojos atrayentes, muy adentro el ya sabía todo aquello. Y le alegraba mucho que su hijo haya sido siempre de Meinolf.

Pero esto solo le trajo amargos recuerdos. Ahora inconscientemente tocó su vientre, Meinolf al darse cuenta de esta acción, atrajo la mano para sí mismo y la besó

- no te preocupes, aún podemos…

- ¿es real esto? ¿Estas seguro que nacerá nuevamente mi bebé?

- estoy muy seguro, confía en mi, soy su padre ¿está bien?

Valery solo pudo abrazarlo fuertemente. No quería despegarse ni un momento ahora de este hombre.

Valery prontamente se sintió melancólico
- dime ahora ¿quién fue? - dijo en voz baja en el hombro de Meinolf

Meinolf suspiró, pero aún así lo dijo - fue tu padre.

Valery sonrió - ya lo sabía- dijo sin más.

Carlisle cerró los ojos fuertemente, que al hacerlo arrugó el entrecejo, no quería pensar en sus padres amados, pero aún así lo hacía, quería deshacerse de esta incertidumbre que lo carcomia desde adentro

- Llévame… - dijo susurrando - ¡sácame de aquí! ¡Meinolf!

El hombre se separó de él brevemente para apreciar su rostro - ¿Estas seguro? ¿No extrañará a sus padres?

- es seguro que los extrañare, pero eres tu o ellos y… si es así…prefiero cerrar los ojos y escojer ciegamente.

Meinolf sonrió - te llevaré de inmediato ¿vas a llevar algo consigo?

Carlisle negó con la cabeza, pero lo pensó bien y dijo - espera…

Y así escribiendo una carta con su pluma favorita, lo prenso bajo un libro a la vista de quien entrara al día siguiente en su alcoba.

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Al siguiente día cuando las doncellas preparaban a su señorito para empezar su ajetreado día, se percataron inmediatamente que se había escapado. Ellas temían por la vida de su joven señor, ya que si huía ¡sin duda lo matarían! Sería un prófugo del mandato de su magestad, no se animaron a leer la carta doblada de su señor, así que así la llevaron

Ellas de inmediato comunicaron el hecho a su señora, ya que el amo de la casa no se encontraba, habían varias cosas que lidiar antes de la guerra, así que últimamente no se encontraba por ningún lado, pero Paulette al saberlo sólo sonrió

- dejen el asunto, yo me encargo de comunicárselo a mi esposo- dijo recibiendo la carta

Paulette se sentía melancólica por la huida de su hijo, pero al abrir la carta, solo sonrió

"lo sé, los perdono, me voy. No me sigan

Los amo.

Valery"

- tan típico de él… tan precipitado siempre- dijo, pero luego sus lágrimas cayeron y el sentimiento le ganó en su corazón - lo siento hijo, vive feliz…

Paulette había sido convencida por su esposo que manipulando un poco a su hijo con magia haría que le salvaran la vida, así que quitaron el lazo que lo unía a su olor de aquel lobo blanco y lo sellaron ¡sería demasiado peligroso si cobrase vida! pero si su hijo los descubría, era seguro que los despreciaria, ella solo quería salvarlo de la pena de muerte.

Ella sabía lo que ese maldito hombre le diría a su majestad si lo interrogaran ahora, estaba segura que metería a su hijo en todos sus planes y haría de él su cómplice. Ya era demasiado afortunado que ellos como padres y familia del traidor no fueran sentenciados junto a su hijo.

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