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—¿Quiere que le traiga algo? Soy muy amiga de los elfos y me conozco un lugar para entrar a las cocinas

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—¿Quiere que le traiga algo? Soy muy amiga de los elfos y me conozco un lugar para entrar a las cocinas... olvide lo último que le he dicho.— dijo la chica ahora algo avergonzada.

La profesora de transformaciones la miró con curiosidad. Sonrió para si misma y se sentó en su silla de su despacho.
—¿Hay algo que quieras contarme a parte de todos tus escondites de Hogwarts señorita West?— preguntó finalmente.

—Oh Minnie, sabes que conmigo no hay formalidad. Soy Brookie para ti, ¿recuerdas?— le explicó ella sentándose en una de las sillas.

Hubo un silencio algo incómodo para la chica hasta que no aguanto más y le entregó el diario a la profesora.
—Este diario... es mi perdición. ¿Acaso sabe usted lo que esta... está porquería le hará a mi reputación?

La profesora McGonagall lo leyó con atención antes de mirar a la chica la cual estaba sentada delante de ella.
—Déjame adivinar... es todo mentira.

—Al contrario, es verdad, pero sacado de contexto... supongo.— mencionó ella ahora dudando.— La cuestión es que... ahora todos me odian.
—¿Y que hay de los gemelos?— mencionó ella.

—Ni los nombre Minnie. Esta vez estoy mas sola que Snape...— murmuró en modo pensativa.— ¿Como se supone que voy a aguantar otro año más si todos me odian? Voy a ser un blanco claro para todos... esto es malo.

—Bueno, ¿y que sugiere?— le preguntó ella.
—Minnie... yo... necesito irme de aquí. Quiero cambiarme de colegio. Tú puedes ayudarme, ¿no es así?

Sin duda había soñado como un puñal en el corazón de la profesora. Cuando quiso responder, tocaron las puertas con demasiada agresividad. "¡MINNIE NECESITAMOS HABALR CON USTED SOBRE BROOKIE!"

Mierda.— soltó la Gryffindor intentando esconderse.
—¡Lenguaje!— la corrigió McGonagall ahora más nerviosa que ella.

Brooke no lo pensó mucho y se escondió debajo del escritorio de la profesora ya que era imposible que buenas algo allí.

Cuando finalmente abrieron la puerta, aparecieron nada más que cinco alumnos discutiendo y muy nerviosos.
—Profesora, tiene que escucharlos por favor.— pidió Anthony como portavoz ya que era el más tranquilo.

—¿Está usted bien?— preguntó Cedric viendo lo nerviosa que se encontraba.

—Perfectamente Diggory, aunque ya puedo ver que a usted le lasan demasiadas cosas, ¿no es así?— preguntó ella.
—¿Eh? Cómo sabe usted... oh.— dijo este viendo el periódico encima de su mesa.

—No me diga que también está enterada de todo el cotilleo.— dijo Fred sun creérselo, no obstante Ginny le dio un codazo para que se callara.

—Profesora, Brooke ha desaparecido, no la encontramos por ningún lado y necesitamos hablar con ella.— dijo la pequeña muy preocupada.— Si lo que le preocupa es Herbert, yo me he encargado de el personalmente.

Esa es mi chica.

¿Que ha sido eso?— preguntó Cedric al oír lo que todos acababan de oír.

George frunció el ceño y miró debajo del escritorio disimuladamente. No veía nada pero sabía claramente que su amiga se encontraba ahí.
—Podría decirle estas palabras a ella cuando la
vea, por favor.— pidió una vez todos se habían callado.

—Por supuesto señor Weasley, dígame.
—Dígale, de parte de Fred y George, que lo sentimos muchísimo, y que ya sabemos que no basta un perdón por lo que hemos hecho, pero que como ella ya sabe... somos unos completos idiotas.— empezó a explicar.

—También dígale que estamos orgullosos de haber enfrentado la verdad, y del bofetón de Diggory.— añadió Fred mirando burlonamente al Hufflepuff el cual negó mientras rodaba los ojos.

—¿Algo más?— preguntó la profesora con un tono algo irónico.
—Si, que si no nos perdona... me mato.— siguió diciendo el gemelo mayor.— ¡Lo digo en serio Brooke!

"Idiotas"

Antes de irnos... Brooke, por favor. Se que pensarás que todos te odian pero es al contrario, créeme, hasta la mesa de Slytherin te apoya y confía en que no cambies tú ser. Por favor Brookie, no te escondas.— acabo por decir la pelirroja antes de llevarse a sus hermanos y Anthony de ahí.

—¿Algo que decir señor Diggory?— preguntó la profesora de transformaciones al ver que este no se movía ni decía nada.
—Um... yo...

—¿Usted...?

—Verá, han sido unos días algo complicados... usted ya me entiende.

—¿Lo dice por el torneo?

—¡Si! Claro... no por otra cosa yo, solo venia a ver si usted sabía donde se encuentra Brooke.

—Pero, usted mismo dijo que estaba harto de ella... si mal no recuerdo lo gritó delante de todo el gran comedor. ¿No es así?

—Es que... si, yo, tenia mucha presión y...

—Ah bueno, si tanta presión tiene encima señor Diggory debería ir a descansar, ¿no cree?

McGonagall se levantó de su asiento y se acercó al chico, acompañándolo hacia la puerta.
—Si ve a Brooke, ¿le dirá que la busco?— preguntó este con gran esperanza.

—Oh pero claro, le diré a ese monstruo sin corazón que la está buscando... aunque creo que estará jugando con más chicos o chicas, ¿no es así?— respondió de manera sarcástica.

—McGonagall yo, puedo explicar todo...— empezó a decir este ahora muy arrepentido.
—Señor Diggory, no creo que me deba explicar nada a mi. Ahora váyase antes de que lo castigue.— le interrumpió esta finalmente echándolo de su despacho.— Santa paciencia Merlín...

—¡Esa es mi Minnie! ¿Sabe usted que la quiero mucho? ¿No? Bueno pues se lo digo ahora.— dijo la voz de la chica saliendo de debajo del escritorio.

—Cariño, nada de formalidades.— le interrumpió la mujer con una sonrisa.— Y ahora, hay algo que debes hacer, no crees?

Brooke frunció el ceño y no respondió, la verdad es que ni se imaginaba lo que pasaría por la cabeza de aquella mujer.
—¿Perdonarlo?— respondió ella sin saber.

—No, ahora dime lo que realmente piensas.
—¿Vengarme y hacerme de valer?— dijo ahora haciendo que McGonagall sonriera orgullosa.

—Exacto pequeña.— le dijo ahora mientras se sentaba.— Y recuerda, lo importante no es ganar...

La chica se cruzó de brazos intrigada.
—Es... ¿divertirse?— le preguntó sin saber.

—No, lo importante es hacer perder al otro.— le corrigió ella con mirada severa.— Que se enteren de quien manda.

—Me gusta como piensas.— comentó la Gryffindor.— Ya veré que puedo hacer...
—Y para eso, tienes que dejar tu cobardía de lado y sacar tu lado salvaje y valiente.— terminó por decirle McGonagall.

Brooke asintió y rápidamente se acercó a ella para darle un abrazo rápido.
—Confío en ti pequeña.— le dijo con sinceridad.

Y mientras se separaban, la chica empezó a sonreír con cierta malicia y picardía.
—No te preocupes. Mi juego acaba de empezar.

my game, my rules (Cedric Diggory)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora